6. [Kurt Drak]

1.9K 247 85
                                    

Dato curioso No. 6

|La habitación en la que estaba Meri cuando el hospital se incendió era la "1K", que es el número de leídos que tenía cuando me encontraba escribiendo ése capítulo (o séase mil leídos), luego, en la habitación que estuvo Elias hospitalizado fue la "7K" en el penúltimo capítulo, que es el número de leídos que subió cuando ya terminé la historia.|

→→→→

LES RECUERDO QUE ESTE NARRADOR ES UN PERSONAJE NUEVO, PARA AQUELLOS QUE NO SEPAN QUIÉN ES, SE EXPLICA MÁS ADELANTE.

[0.3 FUTURO]

24 / Diciembre / 2030

"...y es por eso que las aves vuelan durante el invierno, siguiendo sus instintos de que algo mejor les aguarda en otro lado, no saben qué es, pero lo saben..."

Suelto un grito de frustración y arrugo el papel, qué pedazo de basura, me quejo aventándolo a un esquina del lugar, donde miles de bolas de papel se encuentran arrugadas ya para poder formar una montaña a escala de papel que imita al monte Everest.

—¿Problemas con la inspiración, sheriff? —me interroga Jude con un toque de lástima que puedo sentir a pesar de estar a espaldas a él.

—Ya estoy harto —expreso tomando mis largos cabellos rojos entre mis nudillos y apretándolos tan fuerte, que llego a pensar que los arrancaré—. No puedo seguir con esto.

Setecientas treinta nueve veces, he escrito la misma carta una y otra vez, las palabras nunca son suficientes, para expresar aquello que ni yo mismo puedo describir, y jamás logro terminarla, sin el terrible temor de pensar que al enviarla, se me regresará de nuevo ya que dudo en verdad que el destinatario deseé saber algo de mí.

—Habla por ti —me dice mi compañero—, ya quisiera yo tener todavía tener a alguien a quién pedirle perdón por lo que hice... Yo nunca tendré perdón de nadie, moriré como la vil rata que siempre fui y estoy ya ansioso por pagar mis penas con aquél infierno.

Suelto mi cabeza y me giro para verlo. —Qué profundo y depresivo sonaste, Jude —le sonrío, con los asquerosos dientes que sé que tengo.

Jude se carcajea, y niega mientras se pone de pie y estira hasta escuchar su columna tronar. —Vamos viejo —me mira—, el infierno no puede ser peor que esto.

Debo admitir que tiene un punto, éste lugar no es precisamente algo que puedas llamar "hogar". El hedor a hombres sudorosos y llenos de lujuria insaciable, gritando y bramando por cualquier estupidez, estando aquí, te das cuenta de que eres tan solo otro número entre todos los otros bastardos. Una cadena alimenticia de feroces animales enfermos acorralados en un solo lugar creando un mundo en donde el levantarte cada día, es para poder cometer atroces acciones de las que luego se te reconozcan.

—¡Arriba señoritas! ¡El sol ya salió y es hora de alimentar a las ratas! —Jerry llega sonriente y petulante como siempre, abre la reja que nos aprisiona a mi compañero y a mí, para seguidamente guiarnos en fila al comedor para desayunar.

Otra mañana en este magnífico lugar (nótese el sarcasmo), con personas igual, o más enfermas que nosotros, todos tenemos nuestras propias razones para estar en éste maldito infierno, aunque comparado con lo que yo cometí, hay veces que siento que no he recibido el castigo suficiente.

Extras LitostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora