CAPÍTULO 38

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--- Creo que lo sucedido ayer solo hará las cosas más complicadas --- Murmura Cassey mirando por la ventana del automóvil, cómo si estuviera pensando en voz alta.
Tiene razón. En este momento desearía no estar conduciendo hasta la empresa, pero todo lo que puedo hacer es esperar no tener problemas el día de hoy.

Cuando Cassey y yo llegamos, inmediatamente nos ponemos en la tarea del trabajo de la campaña televisiva, el cual está particularmente retrasado.
El día de trabajo, acaba de la misma manera. Hoy no paró de llover ni un solo instante y Harry parecía evadirme las dos veces que nos encontramos en los pasillos, pero eso no es importante. De hecho, es lo mejor, aunque no puedo evitar sentirme incómoda y tener ese raro sentimiento contradictorio a mi razón.
Quisiera poder decir que me sentiré aliviada cuando el día termine al saber que hoy es el último día hábil de la semana y no tendré que estar aquí, pero es irónico, ya que este fin de semana es el que nunca hubiese deseado que llegara.

Mientras conduzco a casa con Edward dormido en el asiento de copiloto, no puedo dejar de pensar en lo que sucederá mañana. El sentimiento que parece atenazarme el pecho es una mezcla de angustia, miedo, incredulidad y ansiedad. Mañana, el día que tanto he temido. Harry conocerá a Edward. Su hijo ...
Por más que lo intento, no puedo imaginar por completo como será la reacción de Edward cuando lo sepa. Sé que estará muy emocionado, o tal vez tan sorprendido e incrédulo como yo. Ni siquiera sé como y en que momento se lo diré sin sentirme culpable por haberle dado tantas largas a este asunto sabiendo que conocer a su padre es lo que mi hijo más desea. Ahora mismo, no sé como sentirme al saber que no tendré que contar de nuevo la historia del astronauta, que no tendré que hablar sobre viajes especiales ni héroes que atraviesan la galaxia en misiones espaciales. Mi pequeño Edward tendrá a su héroe frente a él en unas cuantas horas y no puedo evitar sonreír al imaginar al hombre de ojos verdes y ceño fruncido llegando a casa con un traje espacial. Ni siquiera sé si es lo que Edward espera, pero sin duda, será mucho mejor que inventar historias de ficción para evitar decir la verdad.

Al llegar a casa, acomodo a Eddie en su pequeña cama y le doy un beso de buenas noches. Luego, me dispongo a dormir aunque se que no podré hacerlo.
No puedo mantenerme serena a pesar de mis intentos de mantener mis nervios a raya. Las horas pasan de forma lenta y tortuosa hasta que llega la mañana, tan gris y nublada como todos los días.
Cada vez me siento más y más ansiosa y no sé exactamente que es lo que produce esa extraña angustia en mí. Tal vez es el sentimiento de culpa al pensar que esto pudo haber pasado mucho antes ...
No puedo engañarme a mi misma diciéndome que no he hablado con Ed porque el día de ayer estaba profundamente dormido, cuando la verdad es que no habría tenido el valor de hablarle sobre ello incluso si lo hubiese en encontrado despierto cuando fui a casa de mi madre. ¿Que se supone que le diré?, ¿Por donde debo comenzar? ...
Mis propias dudas y preguntas me aturden, así que termino aún mas nerviosa y confundida. Debí pensar que las cosas serian tan complicadas desde el inicio, pero no alcanzaba a imaginar cuanto.
Ed despierta para acompañarme a hacer el desayuno. Se encuentra sentado en la mesa de la cocina, observando con atención cada uno de mis movimientos hasta que tomo asiento a su lado y comemos juntos. Luego, le doy una ducha de agua caliente y él hace el drama de cada día por la ropa que quiere o no usar. Al final, consigue su cometido y termina usando su viejo suéter favorito. Luego ve una película infantil en la televisión hasta que se queda dormido en el sofá de la sala.
Entonces, la casa queda sumida nuevamente en el absoluto silencio. Por esta vez, ese silencio no hace más aturdirme. Permanezco sentada al lado de mi hijo en el sofá en el que se encuentra dormido, simplemente pensando y esperando. Sin embargo, pasan los minutos y mis nervios no hacen más que crecer, hasta el momento en que Edward despierta otra vez y me dice que irá a dibujar; entonces debo acompañarlo a su habitación, y cuando bajo por las escaleras media hora después, el alma se me cae a los pies al escuchar el timbre de la puerta sonar. Me quedo paralizada pensando en evadir la situación y no abrir la puerta, pero sé que no puedo hacerlo. Sería demasiado infantil, y sé que ya no puedo posponer más este momento.
Finalmente consigo dar unos pasos hacia la puerta a pesar de que todos mis instintos gritan que debo correr en dirección contraria. Me convenzo de que mi temor no tiene ningún sentido, y avanzo con seguridad hasta que estoy frente a la puerta. Suspiro, y entonces la abro.

CONTRATO MATRIMONIAL• |H.S| (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora