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— Haley, ya son las seis. — Me dijo Grace.

— ¿Qué hacemos?

— Y si te duermes.... — Dijo Kile.

— Ya lo intenté pero no puedo, no sueño nada....

—Tiene que haber una manera. — Dijo Liam.

—Siempre hay una manera, pero no la hemos encontrado.

Todos nos estábamos desesperando faltaban 30 minutos para que Maya ya no fuera ella, tendríamos que hacer algo, tenemos que encontrarla.

—Prefecta. — Ella me vió esperando que continuará.

— ¿Hay un lugar escondido o donde la puedan tener escondida?

Ella se quedó pensando.

— El sótano pero esta censurado desde 1990, no hay manera de que alguien entré.

— Siempre hay una manera, si sabe algo díganos.

Ella se quedó pensando.

— Hay una manera, pero es muy arriesgada...

— Hablé...

— En el techo hay un conducto que llega directamente hacía el sótano, pero sería una caída de muchos metros. Además de que no esta abierto, desde que un joven se suicido, esta cerrado.

Sonreí.

— Chicos, traigan muchas sabanas.


Todos estábamos subiendo hasta el techo, el candado estaba abierto, lo quité y subimos, al estar ahí de pie, sentí como mi piel se comenzaba a congelar, hacía demasiado frío.

— Bien, ¿Saben el plan?

Todos asintieron con la cabeza.

— ¿Qué hora es? — Pregunté.

— 6:20.

— Tenemos que darnos prisa.

Me comencé a atar todas las sabanas formando una gran cuerda. Me puse el casco y los guantes.

Caminé hasta donde estaba el túnel, voltee hacía abajo y solo veía que era todo recto y había mucha oscuridad.

— Recuerda que el sótano es muy grande, tendrás que buscarla por todas partes.

Asentí con la cabeza.

— Tienes 10 minutos. — Me recordó Grace.

Todos tenían sujeta la sabana, respire hondo y me lancé.

Comencé a descender bien, el túnel era frío y sucio, daba miedo cada vez que bajaba.

De la nada sentí como me soltaban y caía rápidamente, yo trate de no gritar tapándome la boca, sentía como si mis órganos se fueran a salir de mi cuerpo, además de un cosquilleo en mi abdomen.

Vi que el piso se acercaba, me deshice de todas las sabanas y estas cayeron antes que yo, yo caí y el golpe no fue tan malo.

Me quite el casco y lo arrojé, saqué la linterna y el walkie.

— ¿Qué carajos ha pasado? — Pregunté.

— Lo siento, una de las sabanas se ha roto y no pudimos hacer nada, ¿Estas bien? — Dijo Kile.

— Sí, estoy bien y ya entré.

Caminé y vi que había mucho desorden, había prendas y muebles viejos, ratas e insectos corriendo de aquí para allá, caminé sigilosamente, abría puerta y puerta, pero no encontraba a Maya.

Sin salida: El reencuentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora