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Me senté en el sillón, todos nos estábamos viendo unos a otros. Hasta que llegó la prefecta.

  — Chicos, hablé con la policía y reporté el asesinato, pero me han avisado que por la nieve no podrán venir hasta mañana, me han dicho que dejé la habitación tal y como la hemos encontrado.

— Podemos bajarla de la soga. — Dijo Liam.

— Usen guantes, para que sus huellas no queden en el cuerpo y no los incriminen.

— Iré contigo. — Le dije a Liam.

Nate, me sujetó con fuerza la muñeca y negaba con la cabeza.

— No es buena idea que vayas, lo mejor es que nos quedemos aquí.

— Lo siento Nate, pero iré. — Le di un beso en la boca y seguí a Liam.

Fuimos al cuarto de servicio para agarrar guantes y cubre bocas, cuando no lo colocamos nos fuimos al cuarto, abrimos la puerta y el cuerpo seguía ahí. 

  — Me ayudas. — Dijo él.

— No es por ser mala, pero en realidad vine a ver su habitación  para ver si había algún indicio sobre quien la mató.

Él la bajo con cuidado, le quitó la soga y la puso acostada en su cama.

  — ¿En serio crees que alguien la haya matado?, digo la pregunta es ¿Por qué?, ella no tenía amigos, ni enemigos... Es como si fuera invisible...

— Lo creo, mira su cara, tiene mueca de horror, además mira sus uñas están quebradas, como si hubiera tratado de zafarse de la cuerda, como si alguien la hubiera obligado, además ella no tenía pensamientos suicidas o si...

— No, la conozco desde hace poco pero ella no tenia esa clase de pensamientos.

— Ahí esta, aquí solo estamos la prefecta, Mayra y tú.

— ¿Yo? — Dijo muy confundido.

— Sí, tú. Aunque seas mi amigo, no confío en ti, cuando Kristan murió tú no estabas en la habitación, ni tampoco Mayra, ni la prefecta, alguno de ustedes tres fue y lo averiguare.

  — Oye, tranquila, no sabes que pasó lo mejor será dejarle esto a la policía.

— No estaré tranquila sabiendo que hay un asesino entre nosotros.

Él bufó.

— Sabes, será mejor que me vaya, si gusta tú checa la habitación.

— Como sea.

Me quedé ahí, Liam cerró la puerta y se fue ahí dejándonos solas.

 Comencé a investigar su habitación, revisé todo y parecía normal.

  — ¿Puedo?

Voltee a ver la puerta, ahí estaba Maya.

— Claro, pasa, tal vez me puedas ayudar.

— Este cuarto me da mala vibra.

— A mí igual, será mejor que revisemos y nos vayamos.

Ella asintió y comenzó a buscar, yo comencé a buscar en sus cajones.

— Mira.

Corrí junto a Maya que estaba abajo de la cama. Salió de ahí y sacó una caja.

— ¿Qué es eso?

— No lo sé.

Ella abrió la caja, había muchas fotografías antiguas y unas nuevas.

Comencé a verlas y sentí como la piel se me ponía chinita, en todas las fotos salía una joven de pelo negro y vestido blanco, salía escondida.

— ¿Qué significa esto Maya?

— Tuvo la mala suerte de que un fantasma la acechara.

— ¿Qué tan malo es eso?

— Tan malo, que ese fantasma lo ves en todas partes, te hace vivir un infierno.

Trague saliva y recordé.

  — Esta chica se parece la que describiste hace una hora que estaba afuera de la casa ¿Es ella?

Maya se quedó pensando en mis palabras, además de que trató de recordar de esa joven.

— Sí, ahora que lo recuerda, ella era.

— ¿Crees que haya tenido que ver con su muerte?

— Siéndote sincera, sí.

— Pero...

— Alguien; humano, la mató, de eso estoy segura.

— Genial, si no fuera un asesino lo peor, ahora tendremos que enfrentarnos de nuevo a fantasmas asesinos.

— Mi padre siempre decía que no le debes de tener miedo a los muertos si no a los vivos...




N/A

Maya en multimedia. 

  


 

 

 




Sin salida: El reencuentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora