Capitulo 4 (2)

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LEÓN

Seguí golpeando el saco, mis puños latían con cada golpe. Le dí un derechazo, el saco se movió ruidosamente.

-¡Este saco se mueve demasiado,traerme algo más pesado!- grité a cualquiera que me oyera.

-¿Más que eso? Es un saco de 32 kilos, no hay sacos de mayor peso, hijo.- dijo mi padre detrás de mí.

-¿Qué haces aquí?- dije golpeando otra vez.

-¿No puedo venir?- dijo mi padre mientras se ponía a mi lado.- ¿Se te ha olvidado de quien es?

Obviamente no, el gym era suyo...

-No sueles venir, no desde que mama...- no termine, a cambio di un golpe más fuerte.

-Tu madre sabía lo mucho que me gustaba este lugar.- dijo mirando las instalaciones del gimnasio.- Seguro que estará contenta de verme de nuevo aquí.

-Estoy seguro, papa.- le dije, me moví y di una vuelta al rededor del saco, con destreza volví a golpear el saco desde otro punto.

-Te enseñé bien.- mi padre orgullo cruzo sus brazos.

-Viejo, solo me diste unos simples pasos,la calidad es de mi cosecha.- le miré mientras daba otro puñetazo al saco, este de movió dirección a mi padre.

-¿Me estas retando, León?- dijo esquivando el golpe que le iba a dar el saco.

-Solo reto a los valientes.- dije poniéndome enfrente de él.

-Sube a ese maldito ring, chico.- apunto al ring, localizado en medio del gimnasio.- Vas a arrepentirte de tus palabras.- dijo molesto.

-Lo que tu digas, anciano.- me burle de él cuando subí al ring.

* * *

Me apoyé en mi coche mientras me quedaba mirando las estrellas, la contaminación lumínica de la ciudad estaba demasiado lejos para joder las espectaculares vistas.Mis hombres estaban por los alrededores,escondidos entre las sombras de los árboles y matorrales de la montaña,por si las cosas se ponían feas por aquí.

Escuche a lo lejos un par de coches, no me dí la vuelta.

-Jefe, dos coches. No está en ninguno de los dos joder.- dijo uno de mis chicos por el pinganillo.

-Tranquilo Roman, lo tengo controlado.- dije en voz baja, aun sin voltearme.

Los coches aparcaron detrás de mi, las luces quedaron encendidas apagaron el motor, oí abrir y cerrar las puertas de los coches.

-León Pacchiani.- dijo una voz ronca con acento ruso.

-Dmitry Kozlov.- giré para ver al tipo a la cara. Evite mirar la mitad derecha de su cara, ya que no le gustaba que se quedarán mirando su enorme cicatriz.

-¿A que nos has echo venir?- dijo el hijo pequeño del ruso. Dmitry le dio un codazo en la barriga, haciendo que se doblara de dolor.

-Hablo solo yo.- dijo Dmitry- Haber si te enteras de una jodida vez.

-Si, padre.- dijo su hijo.

-¿Para qué cojones me has echo venir?- dijo enfadado el ruso, con esa cicatriz se veía aterrador, pero no mostré ninguna emoción.

-Quiero la cabeza de uno de tus hombres.- fui directo, tampoco quería perder mi tiempo.

-¿Por qué?- ni se inmuto.

-¿Quieres seguir exportando en nuestra ciudad? Dame a tu hombre y seguirá siendo todo igual que antes.

-¿De quién hablamos?- dijo considerando mi petición.

Una bala por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora