Capitulo 12

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Una chica rubia de tez pálida teclea rápidamente en su ordenador. Le digo que el Señor Reith me espera. Sin ni siquiera mirarme, descuelga el teléfono que tiene a un lado de la mesa y marca un número, al cabo de unos segundos le dice a la persona que está al otro lado de la línea, supongo que es el señor Reith, que vengo a verle.

Cinco minutos después, la puerta se abre y aparece el hombre más importante de la empresa, John Reith. Amablemente, me hace un gesto para que entre en su despacho y, una vez dentro, otra chica, esta vez morena, me ofrece una taza de té. Acepto generosamente y me siento en la silla de madera de cerezo que está justo enfrente del escritorio del señor Reith; lleno de papeles aunque muy minuciosamente ordenado.

En el extremo derecho del escritorio, hay un ordenador Apple de sobremesa. Al lado del teléfono, que se encuentra en el extremo izquierdo del escritorio, hay otro ordenador Apple, aunque este es un portátil. Los ventanales que tiene justo detrás el señor Reith, dan una vista panorámica de todo Londres.

John Reith saca de uno de los cajones de su escritorio un libro y una carpeta. Los pone sobre la mesa, entrelaza sus manos encima del escritorio y me mira.

-Bueno señorita...-

-Watson.- Le interrumpo -Alana Watson-

-Eso, Alana- El señor Reith abre la carpeta y saca un papel que no consigo ver.

-Le voy a ser lo más sincero posible, señorita. Dada su gran capacidad comunicativa ante los medios, desde la junta directiva de la cadena hemos decidido que es usted la persona indicada para cubrir las noticias del área de Nueva York-.

Atónita ante la repentina oportunidad que se me presenta, no soy capaz de articular palabra; lo único que puedo hacer es asentir. El señor Reith me pone el papel que antes sacó de la carpeta delante, de tal forma que pueda leerlo. Le hecho un vistazo rápido a lo que parece ser un contrato.

-En esa hoja puede ver los objetivos, las pautas y los temas a cubrir en lo que sería una traslado, señorita Watson. Tendría que cubrir las noticias, exactamente igual como hace aquí, solo que en Nueva York-.

-Pero, ¿tengo que tomar una decisión ya o me da tiempo para pensarlo?- Pregunto perpleja ante la sorpresa.

-Bueno, podría tener como mucho unos dos días para darme una respuesta. Si quiere, le puedo pasar los documentos de la carpeta para que vea las condiciones del contrato y todo lo que se le exige, así como los objetivos y todo lo anteriormente citado-. El señor Reith me ofrece la carpeta.

-Esta bien, usted me pasa esos documentos, me los leo tranquilamente y en los próximos dos días le comunico mi decisión-. Le digo en respuesta.

-Esta bien, señorita Watson. Aunque déjeme que le de un consejo, si fuera usted, no dejaría escapar una oportunidad tan brillante como la que se le está ofreciendo ahora mismo-. El señor Reith, me da el consejo mientras se levanta de la silla. Yo hago lo mismo.

Abandono la sala y entro en el ascensor tras despedirme del señor Reith. Bajo al vestíbulo y me siento. Quiero abrir la carpeta pero, a la vez, quiero esperar a llegar a casa y hacerlo con Dylan. Es una decisión muy importante y espero que entienda que quiero aceptarla, pero no me apetece separarme de él.

***

Cuando llego a casa, me aseguro de que la carpeta no se ve en mi bolso y entro. Dylan me saluda y me da un beso, yo voy directa a la habitación y me siento en la cama.

-¿Vas a cenar?- Me pregunta Dylan desde el otro lado de la puerta. -Oye Alana, te noto rara; ¿te pasa algo? ¿Puedo ayudarte?-

-No tranquilo, no me pasa nada. Salgo ahora mismo-.

Saco de mi bolso la carpeta y la abro. Dentro está el papel que el señor Reith me enseño en su despacho junto con lo que parece un horario. Empiezo a levantar papeles y puedo entrever un billete de avión. Lo cojo.

Alana Watson, 5 de septiembre de 2016, puerta 13B. Londres heathrow - John F. Kennedy.

Definitivamente, lo que hay ante mis ojos es un billete de avión para el próximo lunes, desde Londres hasta Nueva York. Lanzo un suspiro al aire y saco otro papel.

Tras leerme atentamente todos y cada uno de los papeles que hay en la carpeta, salgo de la habitación y voy a la cocina, donde Dylan esta haciendo la cena.

-¿Qué cocinas?- Le pregunto intentado ver por encima de sus hombros.

-Creí que no ibas a cenar- Me da un beso. -Estoy haciendo pasta, ¿te apetece?-

-¡Claro!- Pego un pequeño brinco y le abrazo. -Tengo que decirte algo, pero puede esperar. ¿Lo hablamos durante la cena?- Le digo para tranquilizarle.

-Esta bien, ve poniendo los platos que esto ya va a estar-.

-¡A sus ordenes!-

Me cuadro ante él y me río por la estupidez que acabo de hacer. Saco lo necesario para poner la mesa y lo coloco todo, como si de una cena romántica se tratara. Incluyo una vela en el medio para crear ambiente. Dylan sirve la comida y nos sentamos a la mesa. Se que ahora me toca a mi, debo hablar con el sobre el traslado.

-Tenías algo que decirme, ¿no es así?- Pregunta Dylan antes de que pueda articular palabra.

-Me han ofrecido un traslado, me han "destinado", por decirlo de alguna manera, en Nueva York. Tendré que cubrir ambos telediarios, el del mediodía y el de la noche. Creen que tengo unas capacidades comunicativas muy buenas para cubrir las noticias desde allí-.

Dylan se queda callado, mirándome, expectante. -¿No vas a decir nada?- Le espeto en un tono un poco mas duro de lo que me imaginaba.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2016 ⏰

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Sexo, amor y otras drogas 2: Dolce vendetta©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora