Capitulo 21: Avanzadilla

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Pensé que habría sido más difícil meter a semejante ejército en una ciudad como esta pero no lo fue, no vimos a más de 4 mortales y todos ellos mendigos que nos miraron sorprendidos. ¿Habrian ellos visto a través de la niebla? Yo iba caminando al frente junto a Quirón, el resto de el equipo especial esperaba más atrás, yo debía asegurarme de que los espías que mi padre hubiera mandado para vigilar que yo estuviera allí me vieran.
-¿Nerviosa?-preguntó Quirón.
-Incómoda, olvidaba lo que era llevar armadura.-dije apretandome las ataduras del peto, el centauro sonrió.
-Pensé que una guerra te turbaria.
-No soy de esas, estoy hecha para esto.-respondí sonriendo de lado. Habíamos llegado a el lugar entre los dos edificios, había dos coches destrozados en mitad de la calle. Cogí carrerilla y subí a uno de ellos para que todas las tropas pudieran verme. Me giré para mirarlos a todos a la paz que oía agetreo a mis espaldas, sabía que los monstruos se estaban alineando. -¡No hemos llegado hasta aquí después de tantos años luchando contra ellos para nada! Hoy dictamos nuestro destino, hoy decidimos si queremos vivir una vida de suplicios con esos monstruos...-apunté al Parthenon donde sabía ya habría monstruos porque podían oírse rugir.-o morir como héroes luchando por lo que nos merecemos. ¡Hoy estoy dispuesta a morir por un futuro sin Cronnos! ¡¿Quién está conmigo?!-los semidioses alzaron sus armas gritando de puro juvilo, ellos estaban tan o incluso más asustados que yo pero sabían ocultarlo tras su rabia y su energia. Hoy ellos estaban alli por mi y yo debía darlo todo por ellos.
Volví a darme la vuelta hacia los monstruos, un par de minotauros decoraban los lados del ejército de empusas, arpías...toda clase de monstruos que nos acechaban desde el otro lado de la calle.
-Da la orden y escabullete, los arqueros han dado la señal de que están listos.-me susurró Quirón, yo lo miré y suspiré. Alcé mi espada y espere un poco más el avance de el ejército atacante, ellos se encontraban a unos 200 metros y casi podíamos sentir el aliento de esos monstruos en la cara. Cogí aire y revisé mi alrededor, el viento azotaba mi cuerpo haciendo mi capucha volar a mis espaldas y mi cola de caballo balancearse, el sol al frente me cegaria si no fuera por unas nubes grises que lo tapaban, solté el aire a la vez que bajaba mi espada. Todo el ejército avanzó con rapidez y una lluvia de flechas bañó a los monstruos, a la vez los licantropos resaltaron sobre el resto de mi ejército, comenzaron a lancear a los minotauros a la paz que los arqueros sobre los grifos tiroteaban a las furias.
-Suerte a todos...-susurré y me escabullí entre la multitud a la parte de atrás, justo al cruzar la esquina me encontré el resto del equipo esperándome.-Vamos, no perdamos tiempo.-dije y comenzamos a correr calle abajo. Llegamos al aparcamiento y todo parecía en orden, aparte del alboroto que había de fondo claro.
-¿Aqui?-preguntó Nico y yo asentí, nos dirigimos a la puerta y estaba cerrada.
-Seth, ¿me echas una mano?-le pregunté a mi novio y el asintió, nos agachamos y agarramos la puerta por abajo, con un tirón la abrimos sin esfuerzo apenas.
-Las señoritas primero.-dijo dejándonos pasar a Annabeth y a mi, dentro todo estaba casi a oscuras, los fluorescentes estaban rotos y tan sólo un par de ellos titilaban al final de esa plan.
-Hay que subir, vamos.-dije y todos subimos las tres primeras plantas por la escaleras de incendios. Nico llevaba en su mochila todo lo necesario para la tirolina así que sólo nos quedaba llegar hasta la quinta planta. Justo pasabamos para llegar hasta la subida de la 3° planta a la 4° cuando un rugido en el exterior nos hizo detenernos.
-Era demasiado bonito para ser cierto.-dijo Grover. Me detuve y me agaché para concentrarme en lo sonidos de alrededor, puse la mano sobre el suelo y sentí unas fuertes vibraciones en la parte de abajo.
-Mierda, escondeos.-les ordené y todos corrimos detrás de unos coches, Annabeth y yo estábamos tras un sedan azul, Percy, Seth y Grover tras un todoterreno negro un par de plazas más a la izquierda y Nico sólo tras una moto. Me asomé sobre el capó del coche y sentí como Annabeth me agarraba un brazo para girar si fuera necesario. A través de los grandes huecos de las paredes del parking podía verse Atenas hasta que esta visión se detuvo por un enorme ojo humano que oteó dentro del parking. Annabeth tiró de mi rápidamente hacia abajo y me senté junto a ella.
-¿Qué es?-preguntó Percy desde el otro coche.
-Un puto gigante.-dije frustrada.
-¿Algun plan?-preguntó Nico.
-Quizás...-dijo Annabeth detrás de mi.
-¿Por que será que no me extraña?-dije mirándola por encima del hombro.
-Puede que sea una locura.
-Nuestras vidas son de locos, vamos, habla.-susurré y Annabeth nos contó su plan.

Ana White Hija de Athenea 4: Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora