Para tener el nombre de la diosa del amor apestaba en eso. En definitiva, no tenía suerte. Tal vez era la obra de mi hijo Eros apuntando las flechas a las personas equivocadas para enseñarme una lección o solo para burlarse de mi desgracia.
Podía contar con una sola mano las veces que me habían roto el corazón. Y tal vez parece que exagero, pero para mí cada vez que me rompían el corazón equivalía al triple de dolor o incluso algo mucho más profundo. La decepción, la tristeza y el enojo mezclados en un solo vaso de sufrimiento emocional.
Mi primer corazón roto fue nada más y nada menos que mi padre. A la edad de doce años cuando me enteré de que éste engañaba a mi madre con su secretaria. La traición golpeó duro, pensé que éramos la familia perfecta. Mamá, papá, Apolo y yo, pero al parecer no fuimos suficientes para él. El dibujo de la familia feliz fichado con un imán en el refrigerador ya no existía.
Mi segundo corazón roto fue Joshua a la edad de quince años, primer amor, beso y aventura. Tal vez lo nuestro fue solo una cosa del verano y nunca nos fantaseé casándonos y teniendo hijos juntos, pero al menos pensé que terminaría de una buena manera, parte de un acuerdo entre ambos y no con una nota entregada por su hermana, luego de dejarme plantada en nuestra última cita del verano. Completo idiota.
Mi tercer corazón roto fue Daniel con quien salí durante seis meses un poco luego de mi triste experiencia con Joshua. Las cosas entre nosotros eran realmente mágicas y uso la palabra mágica porque a Daniel le gustaba hacer trucos de magia. Su más exitoso truco de magia fue desaparecer de mi vida cuando se dio cuenta de que no cedería a tener relaciones sexuales con él.
Mi cuarto corazón roto fue Ángel que era todo lo contrario a su nombre, el completo chico malo y prohibido. Intimidante, mayor que yo, con tatuajes en el cuerpo, motocicleta, cabello rebelde y malas calificaciones. Ah, y no olvidemos la chaqueta de cuero. La chaqueta de cuero es muy importante en todo chico malo. Ángel en verdad era más un proyecto que una relación. Tenía esta loca idea de poder cambiarlo a mi gusto, pero la que sufrió todas las consecuencias al final fui yo.
Y ahora a esa cuenta se le sumaba el quinto y también sexto corazón roto mientras escuchaba a través de las paredes del baño a mi actual novio hacer el amor con mi mejor amiga.
Esto no podía estar pasando. No a mí. Sentada en el suelo abrazando mis piernas me balanceaba repitiendo las mismas palabras.
¡Es que no podía ser posible! ¿En qué momento? ¿Por qué ellos? ¿Por qué a mí? Esto ni siquiera formaba parte de mi plan de primer aniversario. Bueno, tal vez lo había planeado, pero de una manera diferente. Se suponía que debía ser Adrian y yo entregándonos el uno al otro por completo. No Naomi y Adrian traicionándome de una manera tan fea y sucia.
Tal vez solo era una horrible pesadilla, quería creer eso, pero no importaba qué tan fuerte pellizcara mis brazos o cuantas veces cerrara y abriera mis ojos nada acallaba sus gemidos de placer. Placer que obtenían traicionándome, sin importarles cómo me sentiría.
—Eres increíble. —Escucho a Adrian decirle a Naomi tras tomar una respiración profunda.
—Tú también lo eres —dice Naomi con felicidad.
Hay un silencio entre ambos y yo muerdo mi boca para evitar que salga el grito de impotencia. Estoy esperando, esperando a que se acuerden de mi existencia, pero a ninguno parece importarle y es cuando decido enviar un mensaje a Adrian desde mi móvil.
Escucho el tono de mensaje, aquel que según decía tenía para la única chica en su vida. Bastardo mentiroso.
—Es Aphrodite. Dice que tiene una sorpresa preparada por el aniversario.
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No más corazones rotos
Teen Fiction¿Problemas en tu relación? ¿Sospechas de tu pareja? ¿Te han roto el corazón? ¿Quieres venganza? ¡Has llegado al blog perfecto! Aquí Erinia se encarga de resolver los misterios de cualquier relación, y salvar a las chicas de un corazón roto. ********...