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24

— Mi amor, es hora de dormir. — Dijo el señor John. —

— No, esperare a que mi hija entre por esa puerta.

La señora María se encontraba sentada en el mismo sillón blanco de tela, su esposo se sentó junto a ella y le tomo la mano, le beso los nudillos y la abrazo, ella recargo su cabeza en su hombro y comenzó a contar, sus lágrimas llenaron su cara y cerró los ojos intentando no sollozar, de pronto se durmió.

John la abrazo más duro y recargo su cara en la cabeza de su esposa, como extrañaban a su hija.

María no dejaba de llorar por su hija, había dejado de comer y comenzaba a tomar pastillas para el sueño, ya no salía de su casa con la ilusión de que su hija volviera y pidió un descanso en su trabajo, comenzó a tomar y no hablaba demasiado, ella estaba perdiendo la cordura. En cuanto al esposo, el intentaba mantenerse firme por su esposa, ella necesitaba ayuda y el siempre estaría ahí para ella, pero igual la extrañaba, pensaba en ella muy seguido y en como la regañaba sin razón, o como eran sus juegos y sus extraños jugos que se preparaba para "adelgazar" cuando estaba más delgada que ninguno de la familia.

Solo pedían que siguiera viva mientras la policía la buscaba.

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