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20

Me encontraba sentada en la cama mordiendo mis uñas cuando escuche como intentaban abrir mi puerta, después de unos golpes entro Ángel.

Mierda.

Traía consigo un ramo de rosas y en su otra mano traía una caja en forma de corazón, él se acercó a mí y se arrodillo.

— Perdóname por favor. — Dijo levantando las rosas y agachando la cabeza, su voz sonaba extraña, tal vez cansada. — Bella, no fue mi intención hacerte daño. — Levanto su cabeza, sus ojos estaban rojos y algo hinchados, sus labios estaban de un color rojo y sus mejillas sonrosadas, estuvo llorando. — Yo no quería que mi furia llegara a tanto, pero me preocupas, te amo Bella, y no quiero que ninguna persona me separe de ti, eres increíble y mis celos son unos hijos de puta, me perteneces, eres mía, me perteneces desde el momento en que te vi, nadie puede ni siquiera pensar en ti, soy posesivo y eres de mi propiedad, no me gusta compartir y quiero que de una vez sepas que nunca vas a salir de aquí, que tú y yo nos casaremos y viviremos felices juntos con dos o más hijos, todos los hijos que quieras, pero seremos solo tú y yo.

Abrace mis rodillas a mi pecho, aun me dolía el abdomen y la espalda, bueno, todo el cuerpo. Ángel se acercó a mí y me dio la caja en forma de corazón, las rosas las puso junto a mi cuerpo, luego el agarro una y comenzó a quitarle los pétalos para ponérmelos en la cabeza y aventarlos, una vez acabo me agarro la cara y me beso. No fue un beso fuerte ni "apasionado" fue un beso lento, llegaba a presionar un poco mi labio inferior con sus dientes.

-Debía admitirlo, el chico besa bien-

— ¿Quieres ir hoy al cine? Hace semanas que no vamos.

Asentí nada más, aleje mi cabeza y le dije que me dejara sola, él se fue e intentando no hacer ruido con las cadenas de mis brazos y pierna comencé a llorar.

Odio mi vida.



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