Capítulo 22

394 89 38
                                    

La casa de Zoraida se encuentra en medio de un bosque, ha caído la noche, los grillos entonan su canción con fervor, luciérnagas alumbrando algunos puntos del bosque, el croar de las ranas en los lagos que quedan a unos metros de aquí, la luna llena alumbrando con su esplendor, murciélagos saliendo a cazar su alimento, y quien sabe qué más habrá por allí, la naturaleza es infinita.

Mi cabeza está apoyada en el marco de la pequeña ventana que da hacia el exterior, estoy inmersa en mis pensamientos, caminando en mi soledad, Jacob está dormido, y respira profundamente en el sillón que se encuentra en la pequeña sala húmeda, y Zoraida en su cuarto, me siento impotente.
Siento ser el problema de todo y lo peor de todo es... que no hay posible solución.

Miro a Jacob, y luego miro la puerta del cuarto de Zoraida, y siento el impulso fuerte de salir de la casa a caminar por el bosque, solo será un momento, necesito despejar la mente, me siento muy agobiada aquí adentro y no he tenido mucho tiempo para pensar en las cosas.

Cierro con cuidado la puerta al salir, para no despertar a nadie, la noche es fría y se oye en mayor aumento el concierto de los grillos nocturnos y las ranas, la luna llena alumbra bien el suelo de modo que me es fácil mirar por dónde camino.

Hay muchos árboles y el aire es puro. Inhalo hondo y exhalo, un par de veces más, y me siento algo mejor.
Iré por el camino donde sale a la carretera, y luego vendré de nuevo, ya que es el camino que me sé y no quisiera perderme.


Cuándo camino, los recuerdos de Jack vienen a mi mente, quisiera saber que pasa con él en éstos momentos, si ya lo destinaron o aún está con vida, ojalá tuviera un modo de saberlo.

Sin darme cuenta, estoy por cruzar la carretera, miro a los lados y comienzo a cruzar. De un momento a otro veo los faros de un automóvil, viene muy muy rápido hacía mi, no me da tiempo de cruzar al otro lado de la carretera y choca contra mi.
El golpe es brutal, me siento atontada, mareada, mis sentidos se ralentizan, pierdo el sentido de la orientación, se me nubla la vista, estoy volcada en el medio de la carretera, mi sangre baña el suelo, y veo como el automóvil se aleja cada vez más.
Todo el cuerpo duele, en especial mi cabeza, mis piernas... y recuerdo que todo mi mundo es sobrenatural e irreal, todos inmortales, a prueba de la muerte, quienes no conocen el sueño eterno, quienes no padecen dolor, menos yo, soy una humana, no soy inmortal, se me había olvidado lo que era yo desde que todo empezó a cambiar en mi vida, sabía que algún día tendría que verme cara a cara con la muerte, pero nunca pensé que fuera tan pronto, no hoy, no ésta noche.


Mis ojos se han quedado tiesos y muy abiertos, y todo mi cuerpo se desangra.

Mis signos vitales han dejado de funcionar.

Mi corazón dejó de latir.

Mi sangre dejó de circular.

La coagulación para detener toda aquella hemorragia, ya era inútil. 

Mi cuerpo se rindió.

Ahora veo todo desde otro ángulo, veo mi cuerpo tirado en la oscuridad, nunca me había sentido tan desolada, tan sola y abandonada, es como si estuviera en un salón muy concurrido, gritando a pleno pulmón y no hay nadie que ni siquiera levante la vista.
Mi espíritu ya no tiene un lugar donde refugiarse, el espacio que tengo ahora es más grande de lo que pude imaginar.
Mi espíritu observa a lo que era mi cuerpo; ahora mi alma está en pena, se vuelve vaga.

En tus sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora