Capítulo 26

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Cuatro años después

25 de Julio de 2019

Cumplo 21 años hoy, y también cuatro años de noviazgo con mi amado Drew, tercer año de Medicina en la Universidad Brigham Young, todo ha ido bien hasta aquí.

 Elizabeth está casada y ya tiene unas pequeñas mellizas, mamá y papá han superado la felicidad al saber que serían abuelos y yo también al saber que iba ser tía.

Drew y yo vivimos juntos, hemos pasado varias dificultades pero no hubo nada suficientemente fuerte para separarnos, hemos sido felices y lo seguiremos siendo, estoy segura.

- Hola pequeñita suculenta -me dice Drew abrazándome por detrás cuándo llega del trabajo, yo sonrío y giro la cabeza para darle un beso.

- Hola nene, ¿quieres algo de comer? -le digo preparando ya la cena

- Seguro, iré a darme una ducha y bajo, ¿de acuerdo? -me dice besando mi cuello y mi hombro, recorre un escalofrío agradable por mi cuerpo.


26 de Julio de 2019

- ¿De qué sorpresa hablas, amor? -le digo a Drew, hemos subido al auto y ahora no sé dónde me está llevando, llevo los ojos vendados.

- Eres muy preguntona  -me dice y puedo sentir su sonrisa

- Deja de jugar conmigo -le digo frustrada y riendo

Empiezo a aburrirme porque hemos viajado horas pero de repente siento que el auto se detiene y mi corazón late muy rápido, el me abre la puerta y me ayuda a bajar con cuidado, caminamos unos 3 minutos, supongo que me está conduciendo al lugar, al caminar puedo oír el agua correr en algún lago cercano, canto de pájaros, es sonido de naturaleza, cosas que en la ciudad difícilmente puede oírse, se coloca detrás de mi, me quita la venda de los ojos y cuándo al fin puedo ver, hay una hermosa puesta de sol, hay un lago donde nadan unos cuántos cisnes, pájaros volando en el aire, y el sol mostrándose tímido al esconderse tras aquel horizonte, aún su luz alumbra el agua y todo el paisaje, haciendo de ésta, una escena romántica.

- Sé cuánto te gusta la naturaleza, y éstas cosas, no hemos podido festejar el día ayer, y quise sorprenderte el día de hoy. -se calla un momento y continúa- Hace veintiún años nació mi hermosa pequeña -dice abrazándome por detrás y ambos admiramos la belleza que se extiende en frente de nosotros- Y hace cuatro años me hiciste el hombre más feliz del mundo -me besa el cuello y yo sonrío maravillada e inmensamente enamorada.

- No sé como agradecerte ésto, me causa cierta impotencia -me río y me vuelvo hacia él

- Dime que si - dice mirando a mis ojos 

- Decir ''si'' a qué? -le digo abriendo mucho los ojos

- A ser mi esposa -sonríe y yo quedo muy sorprendida, empiezo a sentir una lágrima resbalar, luego otra, simplemente lo miro sin pestañear 

- Cariño.... -me dice secando mis lágrimas

- Si -le digo y lo beso con mucho entusiasmo 


5 de noviembre de 2019 

Han pasado tres meses, y en éstos tres meses Drew y yo hemos estado organizando todos los preparativos necesarios para nuestra boda, ambos estamos felices, sumamente emocionados, y hoy es nuestro gran día.

Elizabeth y mi madre son una de las damas de honor, llevan puesto un vestido al cuerpo, que llega a sus tobillos, es de color morado pálido, llevan el cabello en un hermoso recogido, y un aplique que combina con el vestido, están en verdad hermosas.

Estamos en lo que es mi habitación y el de Drew, mi madre me ayuda a prender mi vestido, y Elizabeth se encarga de sus dos pequeñas mellizas, llevan también un vestido a su medida de color morado pálido, mis sobrinas me acompañarán a llegar al altar.

-Lista -me dice mi madre 

-Listas -le dice Elizabeth a Brisa y Dulce, sus hijas

Miro a las pequeñas con sus radiantes sonrisas mirándome con emoción

- Mi vida, que hermosa estás -dice mi madre y sus ojos se llenan de lágrimas

- Tú estás muy sexy -le digo levantando y bajando mis cejas para conseguir que no arruine su maquillaje-  ¿Ya te ha visto papá? -agrego guiñando, y Elizabeth me acompaña con risas

- Ustedes dos siempre oportunas -nos dice mi madre

Me miro al espejo, y ahí estoy, vestida de blanco, ojos grandes y azules que brillan de la emoción, el cabello salvaje ha sido domado gracias a una fabulosa estilista, me han hecho un recogido sencillo pero elegante, el maquillaje muy natural, llevo el velo, y el vestido es ligeramente voluminoso con una modesta cola, es decir no tan exagerada, me veo realmente angelical y no es por presumir -sonrío de oreja a oreja a mi reflejo.

Golpean la puerta y me sobresalto.

- Hay que irnos ya -nos dice mi padre desde el otro lado de la puerta

- ¡Ya vamos! -le dice Elizabeth y todas salimos de la habitación.

Mi madre, Elizabeth y las pequeñas van en el auto del frente con Cristofer, el hermano de Drew, y yo voy con mi padre, quién me entregará a Drew en el altar; ésto es ideal para mi. 

Estoy emocionada, nerviosa, solo quiero ver a Drew. El auto se detiene frente a la Iglesia, mi padre baja del auto y me ayuda a bajar, y todos empezamos a ponernos en posición.

Las pequeñas se ponen en la entrada de la Iglesia, mi padre me ofrece su brazo y nos acercamos junto a las niñas y toda la gente en el interior se levanta para recibirnos, mi madre y Elizabeth ya fueron a colocarse junto a las demás damas de honor dentro de la Iglesia.

Empieza a sonar la canción Ave María - Schubert, y empezamos a avanzar. Todo pasa en cámara lenta, muchos rostros nos miran con una sonrisa que podría iluminar el mundo, puedo sentir la felicidad de todos aquí, pero ninguna se compara a la felicidad que inunda mi alma.

Drew cubre su boca con la mano, y puedo ver su rostro tratando de contener las lágrimas pero no lo consigue y comienza a llorar de igual formas veo su sonrisa a pesar de aquellas lágrimas, quisiera correr a abrazarlo, pero me concentro a caminar el resto de distancia que nos separa, mi vista se empieza a cristalizar por las lágrimas me esfuerzo entonces por contenerlas.

Finalmente llegamos al altar, veo a mi madre y a mi hermana sonriendo con lágrimas en los ojos, cuándo miro a mi padre que sostiene mi mano, veo también que de sus ojos brotan lágrimas, me llenan de amor, me abraza con cuidado y besa mi mejilla, entonces le entrega mi mano a Drew, y al fin estamos frente a frente, al fin siento el calor de sus manos, al fin veo el brillo de aquellos ojos que siempre me han enamorado, nunca sentí tanta paz y tanta felicidad, ahora confirmo que él será mi compañero eterno, y no solo por ésta vida, si no por toda la eternidad.   


En tus sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora