Hierro Rojo "Una noche en las colinas"

CAPITULO 5 "ENCUENTROS"

29 Señora del Alba 895

(Sobre Paul)

Se movió a su derecha esquivando con extrema facilidad la espada del caminante, sonrió y con una destreza rankeada entre las mejores de las colinas, desarmo al rival, lo sometió con tan solo un par de golpes, y lo ato junto con los caminantes que ya se encontraban inconscientes en el lodo.

Los tomo a todos y los llevo colina abajo, rumbo a la ciudad. A la entrada un par de vigilantes acudieron a encontrarse con Paul, tomaron a los caminantes y los asegura-ron, al voltear su mirada, Paul fue sorprendido por una silueta encantadora, la persona que más amaba en el mundo, la mujer con los ojos más negros y brillantes que jamás hubiese visto un ser humano, se lanzó sobre ella y lo abrazo, era un alivio para Clarissa ver a su hermano con vida nuevamente, ahora no tenían a nadie más a quien amar, eran su única familia, se las habían arreglado para sobrevivir los últimos seis años después de la muerte de Erick.

Las batallas ya habían estallado en todas las colinas, los tiempos de paz habían pasado, Paul se había convertido en un excelente estratega y un hábil guerrero, la guerra había estallado no solo contra los caminantes sino también contra la metrópoli y en algunas ocasiones contra los vecinos mismos. Paul, portaba un hacha corta, vestiduras grises y un cinturón de dagas, era el líder del movimiento más grande de independencia de las colinas, el único con la posibilidad de reclamar el título de rey en caso de que resultaran victoriosos. Habían pasado ya 3 años desde la caída del lado norte de las colinas, fueron batallas memorables, hay leyendas de grandes guerreros, incluso de uno que no solo portaba un hierro rojo, sino que lo manejaba con la astucia misma de los Valar, no se ha sabido nada desde entonces, la guerra de los peñascos fue la última que se ha contado de los defensores del norte de las colinas, ahora los campamentos de Paul, son toda la resistencia que se mantiene en pie.

Antes de que la estación pasada terminara, la metrópoli envió emisarios para formar una alianza con Paul, tal fue negada, de los 14 campamentos 10 quebrarían la alianza si se llegara a un acuerdo con la metrópoli, los momentos son difíciles pero la resistencia ha soportado, se cree que si se logra sobrevivir las próximas 3 estaciones, el movimiento estará listo para un contraataque y entonces liberar las colinas del Oeste, son tierras de cultivo, y son muchos hombres los que son esclavos, un potencial militar.

¡Paul ¡ - grito alterado el comandante en jefe- El atalaya de la colina 4, fue encontrado muerto, además la colina 8 informa que un campamento de caminantes de unos 100 soldados se acerca justo a este campamento.

Nos han descubierto – exclamo Paul- Saben que yo estoy acá, saben que tenemos las provisiones, intentaran una nube de flechas incendiarias.

- Espero ordenes Señor –exclamo el mensajero-

Paul miro fijamente el suelo unos segundos, trago saliva y emitió la orden:

- Prepárense para la retirada, no arriesgare la vida de mi hermana, escóltenla y envía un ataque inmediato de 10 hombres en formación de emboscada, eso nos dará tiempo de retirarnos.

Mientras se trazaba la retirada, los diez hombres se armaron, a pensar incluso de la tarde lluviosa avanzaban a gran velocidad sobre el lodo, sabían que darían su vida, pero una orden de Paul no se rechazaría jamás, seria incluso un honor morir salvando la vida del rey, o la de su hermana, una mujer por cierto muy codiciada, muy hermosa, digna de ser reclamada por un dios, uno que quizá no había aun nacido, todos la amaban, pero na-die era capaz de pagar el precio.

Los primeros metales chocaron, hachas contra espadas curvas, el factor sorpresa influyo en que las primeras caídas fueran enemigas, los gritos inundaron el campamento enemigo, y al ritmo de las gotas de lluvia, las gotas de sangre empezaron a destilar, se incendiaron tiendas y se quemaron provisiones, hasta que el último de los soldados de Paul cayo en batalla.