VI Así Nacio el Palacio Rosa

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Nathaniel lo había visto en muchas ocasiones y nunca lograba mantener los ojos abiertos hasta el final, ver como su madre tomaba la vida de los niños era algo que seguía afectándolo y causándole pesadillas, es por esto que cuando le ordenaban dejar la habitación él lo hacía encantado.

Su madre tomaba los ojos de los niños y los convertía en objetos hermosos con los que decoraba el otro lado de la casa y daba vida a todas las maravillas que divertían a los niños además de alimentarse ella misma.

Cuando nació el Palacio Rosa madre hizo algo nuevo para Nathaniel. Esta vez utilizo a las hermanas y a Boby para alimentar y dar forma la casa donde antes estaban las maquinas.

El Palacio Rosa en todo su esplendor existió únicamente dentro de las nebulosas mentes de la gente del pueblo ya que su madre puso ahí esos recuerdos incluyendo a los habitantes del Palacio.

Es por ello que nadie vio nunca aquella mansión de hermosos colores y jardín colorido. Es por ello que nadie pregunta nunca cuando llegaron los habitantes del Palacio, para la gente estos siempre estuvieron ahí.

Nathaniel siempre recuerda con los ojos húmedos la primera vez que vio el palacio, aquella pobre imitación de aquel que hay al otro lado de la casa. Sus paredes decoloradas y las escamas de pintura seca. El jardín de tierra gris donde no crecía nada. Las feas estructuras que recorrían su exterior en forma de escaleras y andamios por los cuales sus habitantes entraban y salían a su antojo sin molestarse entre ellos. Pero Nathaniel no lloro por nada de eso.

Lo que hizo llorar a Nathaniel fue ver a los nuevos habitantes permanentes del Palacio Rosa.

La pequeña pelirroja y la rubia alta se habían transformado en una pequeña masa hinchada la cual necesitaba un andador para moverse y en una rubia casi ciega de pechos hinchados hasta lo grotesco.

De Boby no quedaba nada de aquel niño en traje extraño, lo que había ahora era un hombre con exceso de pelo corporal el cual pasaba sus días columpiándose por los techos y barandas usando únicamente una camiseta sin mandas y calzoncillos.

Eran ellos quienes mantenían aquellas hermosas memorias en la mente de las personas del pueblo. Mientras la gente siguiera recordando un Palacio Rosa señorial que nunca existió y a unos inquilinos que llevaban años viviendo en el jamás serian molestados.

Ahora Nathaniel debía recorrer el pueblo en busca de niños a quienes invitar al otro lado de la casa y le tomaba más tiempo encontrarlos. Antes era ignorado por los demás niños. Ahora atraía la atención de los adultos del pueblo y esto no le gustaba a su madre. Se acercaba el momento de otro cambio.

El Palacio RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora