Epilogo

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El palacio Rosa era una casa Señorial en aquella colina. Solo necesaria un poco de pintura y regresaría a su antiguo esplendor.

Eso decía su padre mientras ella recorría las habitaciones y salían al jardín. Este también necesitaría un poco de amor pero lograrían hacerlo tan colorido como las historias que contaban de él.

Habían conocido a los vecinos que habitaban el Palacio Rosa en su primera visita antes de la mudanza y los consideraba bastante simpáticos. El Señor que vivía arriba los saludo alegremente mientras colgaba como murciélago sosteniendo la baranda con sus pies. Les dijo en tono orgulloso que su nombre era Sergei Alexander Bobinsky, pero que ellos podían llamarlo Sr. B.

Las señoras que Vivian en el sótano parecían no ser capaces de ponerse de acuerdo con nada. Le contaron a ella y a sus padres sobre los días en los que habían sido actrices de teatro y las obras que habían presentado mientras señalaban unos decolorados carteles de obras donde mostraban sus nombres con grandes letras, April Spink y Miriam Forcible.

Cuando llego el día de la mudanza subió a la que sería su habitación la cual contenía hermosos juguetes de distintos tipos los cuales habían pertenecido a la antigua dueña.

Se llevó una grata sorpresa al descubrir que sus vecinos le habían dejado un regalo de bienvenida.

En una silla junto a la ventana había una hermosa muñeca, el estambre que formaba su pelo era de color rubio igual al suyo y llevaba puesto un vestido azul igual al que había usado cuando conoció a los vecinos días antes.

Abrazo y dio vueltas con la muñeca hasta que vio algo brincando a la ventana asustándola. Parado afuera de su ventana había un gato negro mirándola fijamente, un gato que desapareció dando un brinco dejando tras de sí un pequeño rastro de arena en el aire.

El Palacio RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora