Capítulo 12

2.5K 145 8
                                    

Me desperté sola. Los rayos de luz golpeándome en la cara me obligaron a levantarme. No había no rastro de John en toda la habitación. Me levanté y preparé el desayuno. Me hice un café con leche y tostadas con tomate. Últimamente no había tenido tiempo para desayunar como realmente me gustaba. Hoy iría a buscar algún trabajo ya que hacía unos meses había terminado el trabajo de final de grado. Sabía que en estos tiempos encontrar un trabajo bien pagado como arquitecta era casi imposible, pero al menos lo intentaría. Sean había hablado con su padre, el importante jefe de una de las empresas de construcción más conocidas del país, y me había conseguido una entrevista. Nunca me había gustado la gente que consigue las cosas por enchufe, pero Sean me prometió que su padre se había fijado en mí por mi talento. Debo admitir que siempre me había encantado dibujar, de forma artística más que técnica, y era algo que se me daba bien. Además tenía imaginación, por lo que desde pequeña quise estudiar arquitectura, era una carrera que me fascinaba, que me parecía preciosa. Lo que no sabía era que cuando acabara de estudiar me encontraría con la gran crisis que frenó todas las construcciones y como consecuencia el trabajo en estos ámbitos.

Cuando acabé de desayunar fui directa a la ducha. Al salir me puse una camisa blanca y escogí un pantalón a rayas rojas y negras. Me puse unos stiletto rojos y cogí la blezer negra. Debía ir arreglada para una entrevista de trabajo, pero tampoco quería ir demasiado, al fin y al cabo apenas tenía 23 años, no quería aparentar mucho más.

Me dirigí en taxi hasta la empresa Lincoln, situada en pleno centro de la ciudad. Cuando salí del taxi y entré en el edificio me dirigí a recepción, donde había una chica rubia con ojos verdes muy sonriente atendiendo a un señor de unos 50 años. A su lado había un chico de aproximadamente 30 años, moreno de ojos marrón claro que me sonrió.

- Buenos días, ¿puedo ayudarla? - Preguntó.

- Buenos días. Sí, tenía una entrevista de trabajo hoy a las 11:30.

- Dígame su nombre por favor. - Contestó despegando la vista del ordenador y centrándola en mí.

- Katherine Collins - Contesté sonriente.

- Aquí la tengo. Sí, tiene una entrevista ahora con el señor Hundson. Se encuentra en la planta 5.

- Muchas gracias. - Contesté cogiendo mi bolso y dirigiéndome al ascensor.

Cuando llegué a la quinta planta pregunté a una chica dónde se encontraba el despacho del señor Hundson. Me guió hasta la puerta, tocó y abrió por mí. Entró y yo después de ella.

- Señor Hundson, es Katherine Collins. Dice que tiene una entrevista con usted.

- Sí, gracias Clare. Puedes marcharte. - La rubia abandonó la habitación y el señor Hundson me sonrió. - ¿Cómo estás Katherine? ¿Todo bien?

- Sí, muchas gracias. No puedo quejarme. - Dije  sonriendo.

- Así que quieres trabajar aquí. Dime, ¿eres arquitecta, no?

- Así es señor. Este año terminé la carrera. Aquí tiene mi currículum. - Contesté entregándole las hojas.

- Muy bien. Pues empecemos. - Contestó sonriéndome para después echarle un vistazo a las hojas.

________________________________

Nada más salir del edificio mi teléfono empezó a sonar. Lo cogí para ver quien me estaba llamando y descubrí que era John.

- Hola, ¿qué pasa? - Saludé

- Dímelo tú. ¿Cuándo me ibas a contar que tenías una entrevista hoy? - Preguntó riéndose.

- Perdona, no sabía como iba a salir y no quería ilusionarme.

- ¿Y te han dado el puesto?

- Te lo cuento en casa, voy ahora para allá.

- No, estoy en la calle. He salido a hacer unos recados. Si quieres vamos a comer por ahí. Dime dónde estás y paso a recogerte.

- Eh, bueno vale. Acabo de salir de la entrevista. Acude a Empresas Linloln S.L.

- Ya estoy yendo. En 5 minutos estoy allí. - No me dio tiempo a contestar, colgó enseguida.

Fui a un Starbucks que había al cruzar la calle y me compré un capuchino. Necesitaba cafeína en mi cuerpo. Volví al edificio y me senté en un banco que había en la entrada. Apenas estuve 10 minutos cuando vi aparecer a John a lo lejos. Iba vestido con un jersey beige encima de una camisa blanca, unos vaqueros apretados y las converse. Se acercó y se me quedó sonriendo. Me levanté y le di 2 besos en las mejillas. Dios, olía tan bien.

- ¿Vamos a comer? En ese restaurante de ahí hacen una pasta buenísima. - Dije señalando un local que se encontraba a 200 metros de nosotros.

- Claro. Bueno y cuéntame. ¿Cómo has quedado? Porque con lo guapa que vas difícil sería decirte que no. - Dijo recorriendo toda su mirada por mi cuerpo.

- Mira que eres tonto. Venga, vamos. Estoy hambrienta. - Contesté arrastrándolo hacia el restaurante.

Una vez llegamos y nos sentamos en una mesa, el camarero vino a tomar nota. Cuando se fue con nuestros pedidos me quedé callada, no sabía que decir. Quería explicarme por lo de ayer, pero no sabía por dónde empezar.

- Bueno, dime. Te han dado el puesto, ¿no? - Preguntó jugando con sus cubiertos.

- Sí. - Contesté aplaudiendo y sonriendo.

- Me alegro, te lo mereces Kat. - Me miró fijamente a los ojos. - Así que eres arquitecta y no profesora... - Dijo riéndose mientras bebía de su cerveza.

- Sí. - Dije nerviosa jugando con mi copa. - Perdona, pero no te conocía y...

- Tranquila Katherine. No te estaba echando nada en cara. Es solo... que yo pensé que todo lo que pasó esa noche iba a llegar a algo más. Fue culpa mía, en ningún momento mostraste intenciones de querer algo más. - Hizo una pausa. - Y ahora estamos aquí otra vez, tú sigues con Bryan, y bueno, yo enpiezo algo con Sophie. ¿Quién lo iba a decir? ¿Que acabaría volviéndote a ver y de esta forma? - Volvió a reir.

- Me alegro de que no estés enfadado. - Dije sinceramente.

- Nunca podría enfadarme contigo. - Contestó cogiéndome la mano.

- Y con respecto a lo de ayer en el baño, John, lo siento...

- Eh, tranquila. - Me interrumpió - ¿Acaso yo no te correspondí? Déjalo pasar. Yo no diré nada si eso es lo que te preocupa.

- Sé que no lo harás. Pero esque Bryan no se merece esto, y Sophie tampoco. Ellos no nos harían eso.

Noté como John se tensaba en el momento en que nombraba a Bryan. ¿Por qué se molestaba tanto?

Iba a contestar, pero vino el camamero con nuestros platos y se calló. Cuando dejó nuestros platos y se marchó habló.

- Mira, seamos amigos a partir de ahora, ¿vale? Olvidemos lo que ha pasado - Asentí - Y ahora, déjame probar esos spaghettis, tienen muy buena pinta. - Añadió riéndose y enrollando su tenerdor en mi pasta.

Supe entonces que John tenía razón, debía olvidar todo lo ocurrido y centrarme en Bryan, aquel que nunca me había fallado.

Un regreso inesperado - PAUSADA -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora