5. Flores blancas.

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Los días pasan, Jane sigue siendo testigo de las más terribles e injustas muertes, por alguna razón, a pesar de haberse preparado psicológicamente para todo lo que está viviendo, nada de lo que ocurre allí parece estar sucediendo en el mismo planeta en que la espera su casa y su familia. Ha llegado a pensar que está observando a otra especie, esos no pueden ser humanos.

Una tarde, como todas las demás: heridos, muertos, el sonido inconfundible de la guerra. El sol trae un nuevo día, pero no la paz. La oscuridad deja cada vez más víctimas.

Mientras Jane acaba de suturar una herida ocasionada por lo que la misma victima describió como "un nuevo proyectil" entra nuevamente Edward al hospital, con la misma expresión de dolor de la última vez, solo que ahora no es un dolor físico el que le atormenta, en esta ocasión está sintiendo el dolor generalizado que se encuentra en el aire, como si entre los camaradas se contagiase el dolor, la tortura de vivir en un mundo que es atravesado por la espada del odio.

— Jane, Gracias a Dios que te encuentras aquí todavía — Dice el joven con una chispa de felicidad en los ojos, la había encontrado allí, viva. Algo que había aprendido dolorosamente es que en la guerra nunca se debe confiar en un mañana pues rara vez lo hay.

— Edward, ¿Qué haces aquí? — Pregunta la chica del uniforme manchado de sangre, examinando con su mirada al soldado para encontrar la razón por la cual viene esta vez.

—No buques heridas, afortunadamente no vengo por esa razón. He sido cuidadoso — Habla con el fin de tranquilizarla, pero la deja confundida.

Le anuncia que le han otorgado un permiso de cinco dias. Serán unas pocas horas, pero en ese momento valen para él más que cualquier cantidad de oro o diamantes.

— Me alegra mucho, al fin podrás descansar un tiempo y recuperarte del todo, ¿Qué estas esperando? Ve y toma el tren.

— Primero, necesito agradecerle a mi Angel. Jane, no desconozco que salvaste mi vida, sé que pendía de un hilo. — Cuando Edward dice eso, inmediatamente ella recuerda por qué había roto la única y más seria regla que le había impuesto el doctor Connor: Respetar la vida y la muerte. Pero, al verlo allí en pie, con un brillo de esperanza en sus ojos sabe que todo valía la pena.

— No solo fui yo, si no hubieses querido vivir, ni  los más poderosos médicos te hubieran salvado.

En ese momento Jane es llamada, una vez más las cosas se han oscurecido en las trincheras, gran cantidad de heridos son traídos por ambulancias o por sus camaradas.

No se puede tener ni un instante de paz.

— Antes de que te vayas necesito entregarte esto. Recuerda que eres un ángel. — Dice el esperanzado soldado entregándole un par de flores blancas. — Blancas, como tu uniforme, y como tus intensiones al salvar a unos desdichados como nosotros.

Después de decir esto deja el lugar, deteniéndose varias veces para ayudar a los soldados que entraban.

La labor termina a la madrugada, Jane y sus compañeras están exhaustas. Algunos heridos descansan, si es que se le puede llamar descansar a estar tendidos en una cama, con el cuerpo agonizante por el dolor pero paralizado por la morfina, completando el paisaje con los ruidos que llegan del frente.

La joven de cabello castaño toma asiento en una de las bancas ubicadas afuera. Recuerda las flores que Edward ha traido, la saca de su bolsillo. las contempla atentamente, conmovida por el significado que él mismo les había dado.

<<No puedo aferrarme a nada de esto, no pertenezco aquí, nada debe alejarme de mi objetivo >> Se recuerda a sí misma.

Abre el diario destinado a las consignas de los más implícitos detalles y deposita en una de aquellas hojas el par de flores blancas, que desgraciadamente se habían manchado con pequeñas gotas de sangre durante la exhaustiva tarde de labor.

Tras esa página escribe numerosos párrafos con relación a todo lo vivido en el día, y antes de cerrar el libro redacta una última y dolorosa consigna "¿De quién es la sangre sobre las flores? ¿Es de tus antepasados o de los míos? Nada de eso, esas manchas rojas representan las lágrimas de la humanidad".

Ésta no es tu Guerra. [Primera guerra mundial]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora