La puerta de embarque se cerró rápidamente tras un último aviso. Danny y yo nos alejamos todo lo rápido que pudimos. Sabía que echaría de menos a mi hermano mayor y que sería duro dejar todo aquello que quería, dejar Nueva York, pero debía ser fiel a mis sentimientos y comenzar una nueva etapa en California.
Me acomodé en el asiento número 12 de la fila C, junto a una joven pareja.
-Señorita, señorita. -Entreabrí los ojos cuando una de las azafatas me golpeaba en el hombro de manera seguida.
- ¿Qué pasa?-Pregunté exaltada.
-Hace quince minutos que el avión aterrizó.
Noté como mis pómulos comenzaban a arder al mismo tiempo que observaba como todos los demás asientos se encontraban totalmente vacíos.
-Disculpe por las molestias.
-No se preocupe.
La joven desapareció al mismo tiempo que yo me alejaba de mi asiento. Bajé las escaleras de salida lo más rápido que mis pies me permitieron y fui corriendo en dirección a la sala del equipaje, en la cual una cinta debería devolverme mi maleta.
Esperé varios minutos hasta que por fin mi maleta color beige salió hacia fuera. Me acerqué para recogerla al mismo tiempo que una mujer rubia de media edad.
-Perdone, esa maleta es mía. -Me interrumpió la misma mujer quitándomela de las manos.
-No, esa maleta lleva la pegatina que yo le coloqué. -Le contesté en un tono poco amigable, atrayéndola de nuevo hacia mí.
La mujer volvió a estirar de la maleta con más fuerza y constancia y yo repetí furiosa su misma acción.
-Señora, la maleta es mía.
Pero era inútil, ella siguió tirando de ella cada vez más fuerte hasta que se abrió y mi ropa salió volando por los aires. Mi cara comenzó a arder con fuerza. No sabía si era por la vergüenza o por el enfado, en cualquier caso metí todo lo que pude de nuevo y salí del establecimiento rápidamente.
Me coloqué en la parada de taxis, en la cual no tuve que esperar demasiado tiempo.
-Por favor, lléveme a la residencia de estudiantes "Middle Earth"
Asintió y yo cerré la puerta para que pudiera arrancar el coche.
- ¿Vas a vivir allí?
- Sí. -Asentí.
-Yo mismo te enseñaré las instalaciones.
- ¿Lo conoces?
-Voy a vivir allí también. -Contestó sonriendo.
-Oh, encantada. -Le devolví la sonrisa. -Mi nombre es Sheila.
-Yo me llamo Izan.
Me estrechó la mano con cuidado de no perder el control del coche.
- ¿No deberías entrar ahora para que te digan cuál es tu pasillo y habitación?
-Estuve antes. Les pedí permiso porque tenía que trabajar. -Inspiró profundamente. -Bueno, compañera, esta noche nos vemos por allí. -Dijo al mismo tiempo que aparcó el coche en un lado.
Asentí sonriendo.
- ¿Cuánto es?
-Tómalo como un regalo de bienvenida.
-Muchas gracias.
Me bajé del taxi con cuidado de no tropezar y junto a mí saqué la maleta. Antes de comenzar a andar hacia dentro, me despedí de Izan con la mano.
Me encaminé hacia el interior junto a los demás chicos y chicas. Notaba como los más veteranos nos miraban a los novatos con aires de grandeza. Yo solo intentaba seguir respirando.
-Buenos días. -Me saludó un hombre mayor desde la ventanilla de recepción.
-Buenos días.
- ¿Nueva residente?
-Sí. -Contesté asintiendo.
-Dime su nombre completo, por favor.
-Sheila Akers.
El hombre comenzó a teclear en el ordenador con mucha ligereza.
-Tome. -Me dijo tendiéndome unos papeles. -Estas son las normas de la residencia.
Las cogí asintiendo.
-Aquí tienes la llave de tu habitación: Pasillo 5C, habitación 232.
Le mostré con educación mi agradecimiento y me dirigí hacia el ascensor. Una vez dentro tecleé el piso número cinco. Esperé unos segundos y me adentré en el interior de mi pasillo el cual estaba compuesto por seis habitaciones, una de ellas la 232, la mía.
Metí la llave con cierta delicadeza y me adentré en el interior. La habitación estaba compuesta por una cama, un armario, un escritorio, una pequeña tele delante de un sillón y un pequeño cuarto de baño con todo lo necesario.Las paredes estaban pintadas en blanco y el suelo eran placas de madera.
Abrí la mochila de mi portátil y lo saqué con cuidado, dejándolo en el escritorio. Pulsé el botón de encender y cuando mi ordenador ya estaba listo, tecleé la clave del WiFi.
- ¡Tú debes ser mi nueva compañera de pasillo!-Chilló una joven chica de pelo castaño detrás de mí.
- ¿Cómo has entrado?
-Las puertas, querida amiga, hay que cerrarlas. -Me contestó la chica con cierta simpatía a pesar de que su tono había sonado algo borde. -Mi nombre es Olivia.
Mis ojos se pusieron en blanco ante el desparpajo de la chica.
-Yo me llamo Sheila. -Le estreché la mano con delicadeza.
-Déjate de estrechar manos. -Me contestó poniendo los brazos en forma de jarra. -Vamos a conocer a los demás.
Mis palabras de desaprobación iban a salir de mi boca, pero no lo hicieron porque Olivia me cogió con toda su fuerza y estiró de mí hacia fuera de la habitación.
-Está bien, vamos a hacer un juego. -Propuso algo eufórica. -Tú tocarás todos los timbres de este lado y yo tocaré todos los de este otro.
-No pienso hacer....
Mis palabras no pudieron terminar de salir de mi boca, porque para entonces la que se suponía que era mi amiga ya había sacado fuera de las habitaciones a casi todos nuestros compañeros de pasillo.
-Hola chicos. -Comenzó a hablar ante la atención de todos. -Mi nombre es Olivia y el de esta chica tan paradita de aquí. -Expuso señalándome. -Es Sheila.
Levanté la mano a modo de saludo al mismo tiempo que me ponía roja al notar la mirada de todos clavada en mí.
-Bueno. -Siguió hablando Olivia. -Juguemos a otro juego.
-Sorpréndenos. -Contestó una chica con el pelo pelirrojo.
-Así me gusta. -Confirmó Olivia satisfecha. - ¿Ves Blue? Con iniciativa. -Noté como se refería a mí.
- ¿Blue? -Dudé.
-Tus ojos son azules, así que he decidido llamarte Blue.
La miré extrañada, pero esa chica me caía muy bien.
-Bueno, Blue, no interrumpas más.
Solté una risita.
-El juego consiste en que yo os señalo y vais diciendo vuestros nombres.
Y así fue. Mis nuevos compañeros de pasillo eran Olivia Jones, Joel Brams, Byron Hill, Bella Ross y alguien que residía en la 236 y aún no había aparecido.
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BLUE
Teen FictionLo recordaba tal y como lo viví. En algún momento de mi vida había ocupado ese lugar. Ese mismo lugar que ahora se encontraba mucho más distante pero que seguía llegándome a lo más profundo del alma. Todos los derechos reservados por Safe Creative. ...