Capítulo 4

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Cuando todo estaba en calma, imaginaba las olas del mar rompiendo, las gotas del mar en su piel y el olor a sal. Los rayos del sol en el mar semejaban diamantes perdidos en el basto océano.

Durante días había disfrutado de esa sensación. Jimin había llegado días después que él, por primera vez estaban alejados del grupo, solo ellos dos. Nunca había sentido esa sensación de felicidad y complicidad con alguien.

Sobraban las palabras.

Podían acariciarse durante horas, besarse a miradas, soñar despiertos, muertos de deseo...

Un año atrás, Busan había sido su rincón secreto.

Hoy todo había cambiado. Pero todavía quería a Jimin. No de la misma manera, pero sí con todo su ser.

Salió del cuarto de baño y se sumergió en el caótico lío que era el camerino de Bangtan. Ya no era únicamente él, ahora formaba parte de algo más importante.

Una mujer de pelo corto y un auricular en la oreja se asomó por la puerta. Miró la carpeta que portaba en las manos antes de hablar.

-Bangtan. Sois los próximos. Preparaos.

Los siete miembros se levantaron nerviosos, comenzando a estirar cada parte de su cuerpo y hacer ejercicios vocales. Aunque la puesta en escena no era nada nuevo para ellos, cada actuación era como si pisaran el escenario por primera vez.

Ho Seok se acercó a él y le pasó un brazo por el cuello.

-Necesito hablar contigo a solas cuando terminemos.

-Claro...

-Cuando nos vayan a llevar a casa, apáñatelas para que te dejen salir un momento. Nos encontraremos en la esquina de la floristería NabiButterfly.

-Como quieras.

No podía negarse. Ho Seok era el más ambiguo del grupo. Podía ser divertido, cariñoso, afectuoso y leal pero, si se enfadaba o estaba dolido podía ser toda una furia.

Se duchó, absorto en sus pensamientos mientras los demás miembros cantaban o hacían bromas. No podía dejar de darles vueltas al motivo que había llevado a su amigo a citarlo en un lugar tan apartado para hablar con él.

"Habrá descubierto lo nuestro... No, es imposible."

El aire era frío, pero soportable. Metió ambas manos en los bolsillos de la chaqueta y aceleró el paso. No habían quedado a ninguna hora pero sabía que Ho Seok ya estaría allí. Estaba nervioso e impaciente, y a la vez curioso y excitado.

La tienda se encontraba en la esquina de una calle, justo al lado de un teatro abandonado y una futura zapatería, por lo que no tendrían muchos espectadores, podrían hablar cómodamente.

Observó un camión delante de la puerta y maldijo para sus adentros. Ya estaban colocando el material en la nueva tienda, por lo que tendrían que ir con cuidado. Giró y se topó de lleno con la mirada impaciente de Ho Seok.

-Vaya, por un momento pensé que no vendrías– éste dio unas palmaditas en el bordillo donde estaba sentado, a su lado –. Ven, siéntate conmigo. Hablemos.

Se sentó, justo como Ho Seok quería. Notaba el resquemor que desprendía su voz, como si el rencor que guardaba dentro pudiera traspasar su piel, la ropa y llegar hasta él. Sofocado, se apoyó en el cristal de la tienda cerrada y mantuvo el silencio, esperando.

-Hace mucho tiempo que nos conocemos, ¿verdad?

-Años...

-¿Y alguna vez te he demostrado que no podías confiar en mí? ¿Te he fallado en algún momento? – Se notaba que intentaba mantener la calma. Él no respondió, lo dejó seguir antes de contestar – Entonces, ¿por qué narices le hiciste eso? ¿Por qué cojones no te sinceraste conmigo para que pudiera ayudarte antes de hacerle daño? ¡¿Qué puta mierda tienes en la cabeza niñato asqueroso?! – era el punto clave. Sabía que Ho Seok se debatía por serenarse o atizarle. De pie, cogiéndole por el cuello de la chaqueta y el puño en lo alto- No llores, no mereces esa liberación.

Hold me tightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora