Capitulo 4.

830 53 10
                                    

Envolví mis brazos en la cintura de Raffe mientras el pasaba una mano sobre mi hombro.

-Gracias -dije y me puse de puntitas para besarlo, pero el sonrió y también se puso de puntitas de pie para quedar más lejos.

Fruncí el ceño y pase mi mano por su cuello para hacer fuerza y traerlo hacia mí. Cedió un momento pero luego se escapó de mis manos y volvió a la misma postura.

Insistí en su juego, él no ganaría. Esta vez pasé las dos manos por su cuello pero no lo atraje hacia mí como el esperaba, salté y enredé mis piernas en su cadera, y lo besé. Dejó de estar en puntitas y colocó sus manos bajo mis muslos para sostenerme, y me devolvió el beso con intensidad.

Esto se sentía tan intimo como la vez que volamos juntos en el infierno.

Mordí sus labios y el los míos. Su respiración se volvía más irregular con cada segundo que pasaba. Caminó hacia la habitación y antes de entrar oímos una explosión y luego todas las casas se quedaron sin luz.

La caja de electricidad, supuse.

Raffe ingresó a la habitación oscura, aunque el seguía viendo igual en la oscuridad, a mi me costó varios segundos adaptarme a la habitación bañada por la luz de la luna. Soltó una mano y comenzó a empujar los platos de la mesa. Oí como uno a uno se iban estrellando y me reí nerviosa y ansiosa por lo que pasaría.

Me depositó sobre la mesa y acarició mi cabello.

-Eres hermosa -nerviosa y sin decir nada lo atraje hacia mí y volví a besar.

Mi corazón golpeaba en mí pecho, y cuando apoyé mi mano sobre él también percibí que su corazón lo hacia.

Estaba dispuesta a todo con él y por él. Ya no lo dudaba.

Colocó sus manos a cada lado de mi cadera, bajo el ruedo de mi blusa. Su cálido contacto erizó mi piel, puso en alerta cada terminación nerviosa y aceleró mi respiración.

Antes de siquiera pensarlo, era yo quien tomo la iniciativa y lo despojó de su remera. Recorrí con mis dedos cada centímetro de su piel, cuando acaricié el borde de sus alas se estremeció y apretó su agarre en mi cintura antes de quitarme la blusa con delicadeza.

Mis pantalones desaparecieron segundos más tarde y para cuando me di cuenta mis manos desabrochaban los suyos. Era el momento. Los dos estábamos seguros y confiados.

O al menos eso creí.

Raffe se apartó sin mirarme. Desorientada busqué desesperadamente su mirada. No lo había incomodado, ¿no?

-¿Raffe? -le nombré cuando vi que no me miraría.

-No es momento Ryn-Ryn.

-Te quiero. Aquí y ahora, Raffe - alargué mi mano y la posé en su mejilla. Sólo así me miró.

-No sé si...

Le rodeé con mis piernas y lo atraje hacia mi, conmigo, dentro de mi.

Raffe fue lo mas romántico, cuidadoso y caballero. Lo único que le oí susurrar en todo el momento fue: "Ahora eres mía Ryn-Ryn". Lo que él no sabia es que yo siempre le pertenecí. Me cautivó desde el momento en que lo vi volando majestuosamente sobre mi y cuando luchó contra Beliel junto a mi, también cuando renunció a sus alas en el nido. Todo por mi.

-Te quiero Raffe -fue lo último que dije aquella noche, en sus brazos.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora