Capítulo 15.

421 26 3
                                    

Mi mañana había comenzado muy temprano como cada mañana del día dieciocho de cada mes, que era cuando hacía mi donación mensual de sangre para los que aún necesitaban transfusiones.

Sabía, por mi propio conocimiento por ayudar el hospital que montamos, que aún quedaba gente en un coma inducido por los médicos que necesitaban de transfusiones porque las grandes heridas de su cuerpo no cicatrizaban rápido y drenaban cada saché de sangre que los médicos le cargaban al cuerpo. Era un proceso lento y difícil. Ya habíamos perdido cinco pacientes porque sus heridas no cicatrizaban y murieron desangrados.

En cada momento pensaba en Raffe y en lo estúpido que era escucharlo que prefería tomar el riesgo de estar como esas personas.

Luego de donar sangre desayuné y me quedé allí para ayudar. No entrenaría con Krum.

Al mediodía Raffe y Josiah se presentaron para juntos informarme que se marcharían durante una semana porque el Consejo había autorizado la entrada de Raffe para poder aclarar las cosas y así traer un poco de información renovada.

Comencé a pensar que era la oportunidad perfecta para llevar a cabo mi plan. Por lo que Raffe me dio a entender solo se marchaba con Josiah, lo que deja a Laylah sola en la tierra durante una semana.

Claro, él debe suponer que ella cuidará de mí y de que no me esté metiendo en problemas, y espero que no sea así que ella realmente quiera ayudarme. Ya sea porque me odia o porque aprecia mucho a Raffe.

Los siguientes dos días fueron de lo más aburrido sin Raffe. Con Paige almorzábamos y cenábamos en silencio. De vez en cuando le preguntaba sobre sus cosas y ella sobre las mías, pero se notaba la ausencia de Raffe.

Como en el hospital me dieron un día de descanso, me quedé en casa limpiando y ordenando. Comencé por la cocina, que lo único por limpiar era la vajilla y el piso; continué con la habitación de mamá la cual tenía olor a humedad y un poco a los malditos huevos que aún guardaba debajo de la cama, ventilé el cuarto, tiré los huevos y limpié el piso con lavandina para poder desinfectar; la habitación de Paige me llevo poco tiempo ya que sólo debía ordenar sus juguetes y hacer su cama; en cuanto a mi habitación sólo debía hacer la cama. Pero me quedaba la sensación de que algo andaba mal, no era suciedad, tampoco desorden, revisé detenidamente cada rincón, y me detuve en el que parecía más vacío... pensé, pensé pero no recordé qué faltaba. A lo mejor Raffe antes de marcharse cambió de lugar el perchero o algo de eso.

Antes de que culminara la semana y de que Raffe volviera, decidí buscar a Laylah para saber si me iba a ayudar. Pero mi respuesta apareció mucho antes de que comenzara mi búsqueda.

Observé desde la ventana de mi habitación como Laylah aterrizaba a la orilla del mar. Me apresuré a su encuentro para dejar de perder tiempo. Esperaba que para cuando vuelva Raffe, dentro de cuatro días, yo ya pudiera decir "¡Mírame, soy inmortal!".

Encontré a Laylah relajada lazando piedras que hacían sapitos en el agua.

-Humana... se supone que debería haber cuidado de ti durante estos tres días, pero estuve tan ocupado saciando mis deseos con algunos hijos del hombre-pensar que Laylah también calmaba su apetito sexual aquí me desagradaba un poco mucho-. Déjame decirte que son muy buenos. En especial... ¿cómo era su nombre...? ¡Oh, sí! Krum.

Estaba haciendo todo el intento de no imaginarme al gran Krum con Laylah encima suyo. Pero mi imaginación mucho no ayudaba.

-Debes ayudarme. -Anuncié.

Se giró de repente. El rostro desconcertado de Laylah casi me hace reír.

-¿Que necesitas?-el aire de superioridad que dejaba ver la expresión de sus cejas me daban ganas de quitárselo a golpes.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora