Capítulo 2

132 13 0
                                    

Penny estaba realmente nerviosa y no era por la presencia de Mark sino porque estaba llegando tarde a su trabajo.

-Oh, no te preocupes si no ha pasado nada.

-Pero, ¿podríamos hablar en algún momento?

Penny sacó una de sus tarjetas de presentación, en donde decía su dirección y también su número de teléfono.

-Aquí tienes. Hasta luego. -le dijo mientras que se alejaba rápidamente-.

Penny estaba desconcertada, pensaba en llegar lo más rápido posible a la casa de Iris. "piso 5, piso 5, piso 5" decía en voz alta mientras que prácticamente corría, de repente sintió que su media, la del pie derecho se había humedecido, miró sus pies y pudo notar que su zapato estaba empapado. Si, había pisado un charco de agua. Mordió sus labios, respiró profundo, apretó sus manos y siguió caminando ligeramente.

-Querida, ¿que te ha pasado? Tu zapato está mojado, estás transpirando y te ves un poco pálida. -Iris se notaba preocupada, tomó a Lili en sus brazos, una perrita caniche que por cierto, era muy mimada por parte de Penny y de su ama-.

-Iris..-le da un beso en la mejilla- es que casi te quedas sin tus masajes, mira, casi muero atropellada por un tonto que se atravesó en la calle. Los hombres no sirven ni para tomar un volante.

-¡Ay por Dios! ¿Pero a que clase de personas le dan la libreta de conducir?-Iris, comenzó a caminar por la habitación con Lili en brazos- .

-Y hasta se me insinuó, ¿sabes? Le tuve que dar mi tarjeta para sacármelo de encima.

-Ay no me digas.. -Iris se sentó, cruzó sus piernas y tomó su mentón con una de sus manos-.

Penny había sido muy exagerada narrando lo que le había pasado, y ella misma se había dado cuenta de lo mal que estuvo, dejándolo mal al chico sabiendo que ella había tenido la culpa de lo sucedido por no haber prestado atención cuando cruzaba la calle. Después de unos minutos de charla, Penny comenzó a hacer su trabajo. Mientras, Iris le hablaba de sus problemas y de los hombres. La masajista no quería saber nada de hombres, ni de nada por el estilo. Sólo pensaba en trabajar para poder salir en las noches y divertirse con su mejor amiga, Amy. Ellas dos eran tan parecidas pero a la misma vez tan diferentes. Amy prefería sentarse en el suelo mientras que Penny se sentaba en una silla, Penny era amiga de los colores oscuros mientras que Amy de los colores cálidos y así sucesivamente. Pero, sus emociones... Era eso lo que las hacía especiales cuando estaban juntas. Penny de vez en cuando se embriagaba y Amy, bueno, le hacía compañía. Cuando Penny necesitaba llorar Amy era su hombro, su madre, su mejor amiga, y su salvación también.

-Linda, está bien así, puedes irte.

-¿Segura Iris?

-Si, ya estoy perfecta. Esto es tuyo -Iris le dio el dinero de la sesión-.

-Bueno muchas gracias, cariño.

Penny guardó todo dentro de su bolso, y el dinero entre su pecho y brassier. Cuando se dirigían hacía la puerta después de haber bajado por las escaleras Iris abrazó a Penny y le agradeció por haberla dejado perfecta y relajada. Ella, abrió la puerta y finalmente terminó de despedirse cuando de pronto vio a un chico recostado en la pared.

-Estuve esperándote, cuando me diste tu tarjeta se calló tu labial, traté de alcanzarte pero ibas de prisa y el tráfico me presionaba.

Penny se puso nerviosa y no le salían las palabras, miraba a Iris y movía su cabeza de izquierda a derecha.

-¿Así que tú eres el tonto que casi atropella a mi bebé? -Era iris, se había cruzado de brazos y se notaba enfadada.

-No, no querida. Después te explico. Ve... ve y sube, no vaya a ser que tomes aire y vuelva tu contractura. -Dirigió a iris hacía las escaleras y salió del edificio-.

-Ajam, ¿Así que soy el tonto?

-Discúlpame, es que ella e.. entendió mal. No, es que te... te confundió. -Penny puso las manos en los bolsillos del gran saco negro que llevaba puesto.

-Esto es tuyo. -Mark metió el labial rojo dentro del bolsillo del saco de Penny, acariciando sutilmente la mano de la chica dentro del bolsillo-.

Penny sintió que su corazón latía muy fuerte, y no era porque estaba llegando tarde sino porque Mark la ponía nerviosa.

Nuestra historia también es tuya. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora