Tokyo Ghoul x Death Note

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Parte 2.

Uno por uno los policías, tus compañeros de trabajo, se iban retirando del tenso lugar.

El plan que el misterioso detective había puesto por fin dio sus frutos.

Él cree que nadie podía ver sus verdaderas intenciones, que todos eran unos completos idiotas. Pues que piense otra vez.

No lo odiabas por eso, pero esto no significa que no sintieras cierta aversión por él.

Lo única razón por la cual odiarías a L era el hecho de que dentro de los agentes que envió a espiarlos haya estado entre sus filas Mei y ahora está muerta...

En fin, después de que la mayoría se fueran, sólo quedaron unos cuantos y tú.

Te sentaste en un lugar un poco alejado, viendo cómo la escena se desarrollaba: Watari había volteado la computadora y L había escrito instrucciones minuciosas en ella, ahora la policía estaba discutiendo qué hacer.

"(T/N), ¿nos acompañarás?" Preguntó tu jefe, Soichiro Yagami.

Con un leve gesto afirmativo los acompañaste afuera para organizarse.

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El momento había llegado.

La puerta se abrió con silencio, dando paso a la habitación de L.

El lugar estaba cálido y olía a té.

En medio de aquella habitación estaba el detective.

Sin duda, no era lo que muchos esperarían.

Su cabello negro estaba despeinado y grasoso, su ropa estaba arrugada y no tenía calzado, su piel era pálida y seca y las ojeras de sus ojos lo hacían parecer un mapache.

Tu cara pasó a ser una mueca ya que tratabas de no reír tanto, pero tan sólo fueron milisegundos antes de que volviera a ser la neutral de siempre.

Tus compañeros tampoco sabían cómo reaccionar.

Hasta que Yagami hizo algo... bastante tonto.

Uno a uno, los oficiales se fueron presentando ante L, enseñándole sus identificaciones como policías.

Sólo miraste la escena con escepticismo y cierto de aire de burla.

El joven mapache alzó una mano y la puso como pistola, para después exclamar: ¡Bang!

"Si yo fuera Kira, todos ustedes estarían muertos."

Ah, qué agradable noticia.

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La noche había caído y lo único que iluminaba la habitación eran los televisores que constantemente vigilaban al muchacho de cabellos negros y un parche en el ojo. Su nombre es Kaneki Ken.

Este chico apareció en la casa de los Yagami (quiénes ahora eran sospechosos y debían ser constantemente vigilados) hace un par de meses después de sufrir un horrible accidente que lo llevó a un trasplante de órganos sin autorización. Kaneki, al ser primo de Light, fue recibido en la casa con brazos abiertos.

Es un chico extraño. O al menos te parecía así.

Nunca comía en casa, la mayor parte del tiempo estaba afuera y lo único que solía tomar era una taza de café en la madrugada con un terrón de azúcar que sacaba de una bolsa que siempre traía con él.

Eran las once de la noche y el mencionado chico no hacía su aparición.

Suspiraste con cierto tono melodramático para después tomar otro sorbo a tu café.

Por un momento te pusiste a reflexionar.

Yagami te había puesto específicamente a ti para vigilarlo.

Nunca te lo habías puesto a pensar a detalle pero él siempre te tuvo mucha confianza y viceversa.

Desde tus primeros días de trabajo has hecho avances insuperables que sin duda captaron la atención de tus superiores y desde ese momento, Yagami y tu forjaron un compañerismo fuerte y de confianza.

Bueno, eso explica bastante.

Dieron las dos de la mañana y finalmente, el chico del parche apareció.

Su expresión notaba gran ansiedad y cansancio. Venía agitado y con grandes zancadas se dirigió a la cocina y con gran desesperación se preparó un café lo más rápido que pudo.

Tus cejas se juntaban más y más conforme el chico bebía con ímpetu el café que estaba en sus manos.

Una vez que acabo, Kaneki suspiró y dejó con delicadeza la taza en el lavabo.

Con pasos cansados y sin la ansiedad de antes, caminó hacia su cuarto. Una vez que se encerró en el lugar, se echó a sollozar.

"Interesante." La voz monótona de L habló en un susurro que llenó el vacío del lugar y dejando un ligero cambio en el palpitar de tu corazón.

"... Así es." Respondiste aún más silenciosa.

El chico-mapache se sentó en una silla a lado tuyo, tal vez demasiado cerca para tu gusto. Probablemente nunca aprendió de espacio personal.

Con la espalda aún recta, simplemente te limitaste a controlar tu respiración hasta que casi no estuviera ahí.

L mordisqueaba un bombón cubierto de chocolate con gran estruendo mientras observaba cautelosamente las pantallas.

Finalmente, rompió el silencio.

"Vi cómo entraba a la casa y cuando estaba en la cocina, pero lo perdí una vez que entró a su cuarto, así que ahora estoy aquí." Dijo, como si le estuviera enseñando un bebé a usarla cuchara sin mancharse.

Tus venas se llenaron con molestia. Una vez más, te estaba llamando una idiota.

Con un suspiro alejaste tu silla de la suya y ajustaste tu cabello con indignación antes de responder con cierto tono irritado.

"Me lo imaginé." El joven dejo a lado su bombón antes de volver a dirigirse a ti.

"Por favor guarda éstas partes de la noche para analizarlas mañana." Con un gesto afirmativo de parte tuyo, él se retiró de la sala.

Cierto, sentías aversión por él, pero sabías que no era su culpa por la muerte de Mei. Era de Kira. Si no fuese por el bastardo o bastardos que estuvieron matando a todo criminal en el mundo, tal vez hubiese seguido viviendo feliz como lo había hecho mientras estaba viva.

Observaste al chico de la pantalla, recobrando tu concentración y un ligero sonido de sorpresa se escapó de tus labios. Pausaste la imagen y la agrandaste.

El ojo del chico era negro y sus venas eran de un color rojo vivo.

Ahora todo tenía sentido.

El bloc de notas que sostenías en tus delicadas manos cayó al suelo.

Alguna vez habías leído sobre las criaturas de Japón que se alimentaban de carne humana, pero no se te hicieron más que un cuento para poner miedo a los jóvenes que salían tarde de sus casas sin permiso. Hasta ahora.

Kaneki Ken era un ghoul.

N/A: Perdón por no publicar mucho pero el verano me la pasé preocupada por entrar a la prepa. ¡Hasta pronto!

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