Capítulo 3.

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Hoy era el primer día, tengo que convencer a mi ex-novia para que se una a la organización en la que trabajo. Me levanté y la observé a ella, estaba dormida en la silla, sus ojos están vendados, la desaté y la acosté en mi cama, al momento de acomodarla sentí unas punzadas en mi espalda.

-Diablos, como duelen... -me tapé la boca al darme cuenta que lo había dicho en voz alta, ella solo se volvió a acomodar en la cama-. Bien, hora de tomar un baño.

Me quité los tenis y calcetas, seguido por la franela y la playera claro que, al hacerlo, las cicatrices me dolieron, así que hice una mueca de dolor, busqué una toalla y me metí al baño. Ya dentro del cuarto, me quité el pantalón y mi bóxer, y me metí a la regadera, como el agua estaba fría, ésta me ayudó a calmar un poco el dolor.

Tengo 17 años, mido 1.75, mi piel es un poco morena, estoy un poco marcado, soy delgado, tengo los ojos café claro, mi cabello es negro y lo tengo un poco largo, ya que me cubre mi ojo derecho lo cual me gusta, ahora tengo mi espalda llena de cicatrices y una marca de un dragón en la espalda.

-Oye, Bruno, te dejo tu máscara en el buró.... Eh... Hola Eli -abrí mis ojos como platos-.

-Antes de que te vayas pedazo de inútil, pasa la máscara por debajo de la puerta del baño.

-Lo siento Bruno, bueno... Me voy. -Escuché la puerta del cuarto cerrarse con llave-.

Al terminar de bañarme me enredo con la toalla, me afeito y lavo mis dientes, como todavía tengo las cicatrices frescas, me vendo mi espalda y los brazos, enredo la toalla por debajo del ombligo, me pongo la máscara y salgo del baño.

-Veo que ya despertaste, si quieres usar el baño hazlo, que después de cambiarme tendré que comenzar con mi deber.

Ella solo me observaba sorprendida así que puse mi ropa en el cesto y empecé a escoger un cambio de ropa, el cuál consistía en una sudadera negra con una chaqueta de igual color, mis jeans negros y botas del mismo color.

-O-oye... ¿Te vas a cambiar aquí?

-Claro, es mi habitación -ella se sorprendió y sonrojó al instante, sólo voltee los ojos y la miré con enojo- Ve al baño, yo te aviso cuando salgas, no seas una pervertida. -Solo me miró con enojo y se encerró en el baño-.

Me puse mi ropa interior, calcetas, mis jeans y las botas, cuando estaba a punto de ponerme la sudadera, mi comunicador sonó.

-¿Qué crees que estás haciendo?

-Me visto Jefe.

-No puedes vendarte tu marca, son las reglas.

-E-Está bien.- Cortó la comunicación-. ¡¿Que no puedo vendarme nada?! ¡¿No sabe cómo duelen éstas condenadas marcas?! -Di una patada al ropero y bufé-. Cálmate Érick, Cálmate...

Me quité las vendas de los brazos y de la espalda, guardé las vendas y recogí la sudadera, sentí una mirada en mi espalda, al voltear, la puerta estaba cerrada.

-¿Ya puedo salir?

-No, espera un momento.

Me puse la sudadera, al pasar por las cicatrices, solté un quejido y varias maldiciones.

-¿Estás bien? No creo que debas decir tantas maldiciones seguidas.

La ignoré y me puse la chaqueta, peiné mi cabello con el peinado de siempre (el ojo derecho cubierto), me colgué una cadena con el dije de un dragón, me dirigí al baño y toqué la puerta.

-Ya puedes salir, también es hora de que comas. -Abrió la puerta y se fue a sentar a su silla- Le diré a Fernando que te dé de comer -tocaron la puerta-. Debe ser él.

Las Cosas Del Destino [Próximamente en Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora