Subí al avión y, la verdad, el espacio era descomunalmente pequeño, por lo visto sería transportada en un mugriento avión de mercancía. A veces llegaba incluso a odiar lo tacaño que era Greg en estas situaciones, ¿O es que tenía pinta de ser un paquete? Sentí unas náuseas descomunales cuando desplegamos, tantas que estuve a punto de salir corriendo de ahí, aunque me lastimase.
Contuve mi autolesionante impulso y decidí intentar dormir en una pequeña cama improvisada a base de cajas, aunque no duró mucho, ya que vino hacia mí un señor barrigudo, apretujado en su traje de diseño. Decidí hacerme la dormida, en los casos como éste funciona muy bien, ya que saca a relucir el carácter de la persona que plantea despertarte.
Llegó, dejó unos papeles a mi lado, y se marchó sin decir una palabra. Eso me decepcionó, pero supongo que él era un intermediario más, así que lo dejé pasar.
Al ver que se había ido, rápidamente cogí los papeles y me dediqué a memorizar la información sobre el sujeto. Su foto delataba bastante cómo era. Su rostro era de los que uno no se olvida con facilidad, una mandíbula prominente, aunque con unas fracciones demasiado suaves. Parecía ser el típico hijo del jefe, capullo, mujeriego... Pero había una excepción en ese chico pelinegro con una mecha rubia que la hacía verlo con ojos distintos. Esos ojos verdosos con un toque de café que tenían una mirada excesivamente triste y mucho más severa do lo que debería ser en un chico que recién había cumplido los veinte.
Poco más pudo ver porque finalmente aterrizaron. Estaban bastante lejos de Luxemburg, a diez quilómetros para ser más exactos, y al parecer a su querido Greg no le importó en absoluto, decidiendo hacerla correr hasta el punto donde debía encontrarse con su nuevo compañero. Greg decía que "no hace daño a nadie una pequeña ejercitación de vez en cuando". Maldito hijo de perra, con su avidez de ahorrar.
ESTÁS LEYENDO
Make him dissappear
MaceraA veces la vida puede ser muy perra con las personas equivocadas...