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El viento sopla fuerte pero yo camino sin dificultad. Veo personas corriendo detrás de sus papeles o sombrillas pero yo sólo acomodo mi cabello de vez en cuando, golpeó sin querer a una señora, me disculpó pero ella no voltea, a veces pienso que el mundo no sabe de mi existencia. O quizás si la sabe pero le interesa un comino.
Salto hacia un charco de agua y está se mueve sólo un poco, salto de nuevo y sigue igual, optó por patearla pero es lo mismo. Olvide decir que también pienso que soy totalmente invisible para todo, en mi casa apenas son conscientes de que necesito comida, ropa, agua, protección e incluso un poco de humor, pero con comida y agua me basta. Siempre me han tomado por la chica rara, la que no habla, la que odia a todo el mundo.... La invisible. Sigo caminando hasta llegar a la entrada del colegio. Un día más entre las personas que no me ven.

Llego al aula y todos están en grupitos, riendo, hablando, unos incluso copiando la tarea lo más rápido que pueden. Me siento en lo que hasta ahora ya es mi "lugar asignado" que está al fondo y el rincón del salón. Nadie se sienta ahí desde el primer día, así que yo lo hago, en cuanto me siento las ventanas de abren de golpe y llegan ráfagas de viento que hacen que todos griten sin razón, digo, sólo es aire, no es como si nos fuera lastimar. Unos chicos tratan de cerrar las ventanas pero es imposible para ellos, cierro los ojos y las ventanas se cierran de inmediato, parecen que por fin las cerraron.
El profesor Collins de literatura es simpático, muy hablador, imaginativo y el único que sabe que existo, muy aparte de eso... Es mi padre. Me gusta su clase porque siempre está llena de historias sobre antiguos dioses, magia muy antigua, el control de las cosas y tener en tus manos el mayor poder de la humanidad, me hace pensar que siempre hay personas diferentes en la tierra, me hace pensar que en realidad soy diferente a todos, aunque no lo quiera aceptar.
Veo hacia la ventana, y empiezo a sentir como las hojas se mueven por el viento, siento como el aire fluye entre mis dedos, es frío pero con una extraña calidez.... "Señorita Brix" escucho mi nombre como si el aire me llamara.... *Señorita Brix" Está vez es más fuerte.

- Señorita Brix - cuando la voz ya es suficientemente fuerte salgo de mi trance - es evidente que acabo de sacarla de un sueño, pero quiero saber si trae su historia.

Todos posan sus ojos sobre mí y por primera vez me siento aturdida, no estoy acostumbrada a las miradas en mí. Salgo de mi asiento y camino con lentitud hacia el frente. Siento el ambiente más cálido, mis manos sudan y al pasar ente las filas de bancas tiro algunos papeles. Cuando llegó todos miran expectantes a mi relato y me doy cuenta que jamás había hablado con alguien que no fuera mi familia o con mi caja de música, sé que parezco loca al hablar con una caja pero siento que lo único que de verdad sabe que existo. Empiezo a hablar con voz baja y con muchas pausas.

- Este.... este relato es un... como sí. Más bien... - me doy cuenta que de verdad estoy entrando en pánico, me empiezo a sentir sofocada y que el aire de mis pulmones es más caliente, quiero quedarme sin aire para poder desmayarme pero no lo consigo. Cierro los ojos y la puerta se abre de golpe y pega contra la pared, la ventana se rompe y un viento fuerte altera a todo el salón, volando hojas, cuadernos e incluso mochilas. Mientras todos están tratando de salvar sus cosas, yo corro a mi lugar, tomo mis cosas y salgo de ese salón.

Me encaminó a la enfermería, después del show de hoy me llevo un dolor de cabeza insoportable y todo porque en el camino a mi lugar una bolsa pego en mi cabeza. Tocó la puerta del consultorio y una voz amable me hace pasar.
La doctora Brenan es joven y muy atractiva, muy atenta y buena con las palabras. Pero esta mañana sólo está lo que su placa en la bata dice la "Doctora Melina". Tiene el cabello café amarrado sólo con un listón rosa pálido, su bata está increíblemente lisa, sus ojos son ámbar y tiene unas cuantas arrugas alrededor de ellos.

- Siéntate querida, en un momento voy contigo - señala la camilla al fondo, dejo mi mochila en el suelo y me subo a la camilla. Miro a mi alrededor y observó todo con detalle. Dos bolsas con algodón, una caja con botellas de alcohol etílico, un paquete grande de gasas, uno de guantes y otro de cubre bocas. Una cortina azul, un escritorio lleno de papeles, varias batas en un perchero e incluso un pequeño calentador de comida en un rincón. La doctora está revisando unos papeles que tiene en su mano. Me ve y viene hacia mí.

Con El AireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora