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Escucho voces junto a mí. Susurros delicados y pensamientos ruidosos son lo que me hace abrir mis ojos de a poco, Melina y tres hombres más me miran con atención. Las imágenes siguen siendo borrosas hasta que se aclara y veo un techo de piedra y en el grabado unas ondas simulando el aire. Volteo a mi derecha y veo una mesita de noche con una jarra de agua y el vaso lleno de un líquido verde, al instante mi mente y mi boca piden a gritos algo con que refrescarme.
- Pensé que jamás despertarías querida – su voz es suave y lenta, como si le hablara a un animal herido, pero una parte de mí, me dice que me aleje antes de que vuelva a hacerme desmayar. Niego con la cabeza y retrocedo lentamente hasta que doy con la orilla de la cama, pero eso no me detiene y caigo al suelo Uno de los hombres, delgado, alto y con cabello como la caoba se acerca a mí y extiende una de sus manos, sé que trata de ayudar pero lo único que quiero es salir de aquí, sin levantarme me arrastro en el suelo hasta topar con pared – Kathe tranquila, no te haremos daño – ¡JA! Eso dicen todos y al final acaban lanzándote un jarrón.
- Donde estoy - mi voz es ronca y duele, por momentos mi cabeza da vueltas pero si no estoy por completo despierta no podre correr en el momento que sea necesario. – No sé qué es lo que quieran de mi pero no lo tendrán, así que si no me dejan ir… yo… yo… - trato de sonar segura pero lo cierto es que me escucho más trabada que una puerta.
- Kathe ni tu ni yo ganamos si nos alteramos, así que mejor hablamos con calma. - me aprieto más a la pared y vuelvo a poner mis manos frente a ella esperando que otro viento vuelva y me saqué de aquí. Pero nada pasa - No está vez Kathe, este cuarto bloquea todas tus habilidades pero si no te calmas tendré que usar las mías contra ti..... – mi respiración es acelerada pero mi mente me ordena que me calme, entre más rápido mantenga la calma, mejor,  no se de lo que ella sea capaz de hacer. Abrazo mis piernas a mi pecho y me quedo callada - de acuerdo déjame explicar que es lo que pasa y después te sacaré de este cuarto – su mirada sigue en mi como esperando una señal de aprobación, asiento con lentitud y su sonrisa se relaja. Dirige su vista al hombre que intentó ayudarme, este solo asiente y extiende una mano hacia mí, dudo por un momento pero sé que tengo que aportar para poder salir de aquí, despacio tomo su mano y al instante jala fuerte y me para de una sola.
- Dustin, manejo la tierra – su voz es grave pero habla con calma, intento sonreírle pero una mueca rara sale de mi cara, hace un movimiento leve de cabeza y me cede el paso hacia la cama, cuando llego a ella Melina solo se sienta como si hubiera un silla invisible.
- Bien lo que te voy a explicar no es algo que se escuche a diario – así como no es normal ver a alguien solo sentarse en el aire – dime, has notado estos últimos días si alguien te presta atención o si alguien se te ha quedado viendo por cualquier situación.
- Lamento decirte que nadie me ha prestado atención los últimos 16 años de mi vida, no me preguntes por el primer año porque no recuerdo nada – trato de sonar lo más sínica posible pero parece un quejido, ella y los demás solo se ven entre si y asienten en silencio.
- Eres honesta…, eso me gusta. Muy bien, no quieres saber porque nadie te presta atención.
-Tal vez porque así lo decidió la vida – Melina solo sonríe y niega.
- Jamás me había tocado un aire tan… obstinado, será divertido tratar de entrenarte. – y ahí una razón más para escapar de aquí, ¿Desde cuándo el aire puede ser obstinado? Ve mi expresión y continúa hablando – Tu eres el aire Katherine, el mismo y puro aire.
¿Cómo reaccionar ante eso? Puede haber infinidades de respuestas pero lo que yo hice fue reírme, y reírme con ganas. Eso fue lo que hice. – Entonces déjame ver si entendí. Tú me trajiste aquí, más bien me secuestraste y me hiciste quedar inconsciente para que cuando me despierte me digas que soy un elemento, y tu esperas que te crea para que puedas hacer lo que sea que tengas en mente conmigo… he escuchado excusas más creíbles – me cruzo de brazos y volteo hacia la pared.
- Entonces porque volviste a querer apartarme con ese movimiento de manos -  su pregunta me deja sin respuestas posibles, intento contestar pero no tengo nada bueno – sé que suena loco, absurdo y un sin fin de palabras pero que pierdes con creerme. – poso mi mirada en ella y debo admitir que tiene algo de razón.
- ¿Y qué quieren que haga?
- Primero cámbiate, en esos cajones hay varias prendas que espero que te queden, después reúnete conmigo en el jardín principal para poder presentarte a todos – se levanta de la silla invisible antes de que pueda hablar, los tres hombres la siguen sin dirigirme una mirada y lanzo un largo suspiro cuando la puerta se cierra. Me paso unos segundos viendo a un punto fijo hasta que decido pararme, busco entre los cajones y solo encuentro vestidos de encaje de varios colores, decido por uno azul y mis tennis están debajo de la cama.
Camino por un pasillo amplio, bueno tal vez pasillo no sería la palabra adecuada. Más bien parece una calle dentro de una fábrica pero con árboles de verdad, cuadros colgados en las paredes pero no tiene un clavo que los sostengan, varios jarrones de todos colores en repisas de piedra, también fuentes de agua.... Pero no me refiero a las fuentes hechas de roca si no fuentes hechas de agua tan clara y pura que es imposible no verlas por más de 5 minutos y si miras al techo se ven pequeñas bolas de fuego volando por todos lados. Y sólo hasta llegar casi a otra puerta en una repisa de cristal están unos diamantes muy particulares: uno hecho de fuego que se siente lo caliente tan sólo de verlo, otro de agua que se ve tan ligero pero potente, uno más hecho de tierra pero que brilla con mucho esplendor y el último en el que más veo valor es uno que está hecho de aire. Cualquiera diría que no hay nada en ese lugar donde el cristal habita pero para mí es muy visible.
- Creo que has encontrado nuestras fuentes de poder - una voz dulce y delicada se escucha atrás de mi. Estoy tan concentrada en los cristales que doy un salto hacia atrás y empujo un poco a la persona tras de mí. Caemos al suelo y hasta que nos vemos de frente noto que se es una chica con la piel canela y unos ojos ámbar con un brillo especial. Se levanta y me extiende la mano, se la recibo y me ayuda a parar - perdona sí te asuste pero quería hablar contigo. Me llamo Aileen y supongo que tú eres Katherine Brix. - me sonríe
- Sólo dime Brix y si soy yo - jamás había estado en esas pláticas incómodas en las que las personas apenas se conocen y no saben que decir pero ahora lo experimento - tu eres otra institutriz - preguntó para "romper el hielo"
- ¿Yo? - ríe fuerte - es una posición muy buena aquí pero ese no es mi trabajo, en realidad soy la tierra y es tan genial que por fin conozca a la otra parte del aire pensé que jamás te vería. - lo dice con un entusiasmo que a mí me ha faltado en mucho tiempo. - tardaste mucho en llegar, yo diría demasiado.....
- Si bueno..... Creo que aún no estoy muy consciente de lo que pasa, tal vez sólo necesito tiempo..... - lo digo lo más despacio que puedo, jamás tuve una conversación con fluidez con nadie y me esfuerzo mucho por no dar a correr y dejarla ahí parada. Entonces hace algo que me sorprende me toma de la mano y jala de mí.
- Vamos te enseñare todo el lugar aún queda mucho tiempo antes de la cena - me jala aún más, salimos de esa amplia calle
- Pero debo reunirme con Melina en el jardín principal – aunque no sé dónde está, pasamos por un largo jardín y entramos a otra calle aún más amplia.
- Descuida, mando a decir que mejor te espera en la cena, ¡Vamos! - entramos a otra calle aún más amplia y en esta hay una pared con varias fotografías de personas de diferentes rasgos y nacionalidades, con marcos tallados en madera y están decoradas con hojas y flores de verdad. Hay un aroma a cítricos y pasto mojado - todas esas personas son las que han estado aquí, ya sabes preparándose para lo que nacieron. - se aleja un poco y sigue hablando pero yo solo veo el cuadro del último aire que estuvo antes que yo, es un chico, tal vez de 18 años y en sus ojos azules se ve algo más que orgullo y satisfacción, también se ve ganas de poder y gloria, su piel es aceitunada y su pelo es como el ébano - ¡Hey Brix! te pierdes de lo demás - me había olvidado por completo de ella, camino hacia ella y seguimos caminando por el pasillo de los retratos y pasamos a un jardín pequeño pero bastante abierto, con bancas de piedra adornadas con hojas y flores, fuentes de agua y pequeñas bolas de fuego encerradas en frascos grandes de cristal.
- Bueno aquí es como nuestra sala común. Aquí la puedes pasar cuando termines tu entrenamiento, antes de dormir, o en tus ratos libres. - señala todo el jardín pero no hay nadie.
Sólo un chico de pelo negro sentado de espaldas a nosotras, tiene una bola de fuego en las manos. Como si fuera una pelota para él. Lo señalo.
- ¿Quién es él? - digo lo más bajo que puedo. Aileen lo ve.
- Él es Andrew, no es muy social o al menos no lo es conmigo.... Si lo escuchas hablar o te habla entonces pide un deseo pero si lo escuchas reír te juro que te hago un trono - Aileen ríe fuerte y el chico voltea un poco. Me es vagamente familiar. Con esa piel blanca y cabello negro pero con esos ojos verdes con centellas rojas como el fuego.
No deja de verme a los ojos y empiezo a sentir mucho calor como si estuviera cerca de una fogata o una estufa, se para aún con la bola de fuego en las manos y pasa a mi lado pero pasa de mí. Tiene un olor parecido a la tierra quemada pero combinado con el olor a pasto mojado, por muy rara conminación que eso sea, el olor es inquietante y embriagador. Sigue su camino hacia otro pasillo desconocido para mí y va haciendo que la bola de fuego crezca más.
- Tienes razón..... Creo que es algo reservado pero parece buena persona - volteo hacia Aileen que ve a la misma dirección en la que va Andrew
- Es agradable.... Pero no se mas de el, solo habla con alguien cuando es muy necesario incluso es así con su pareja, y aunque ella no es tan callada como el creo que se entienden.
- ¿Pareja? Hablas tal vez de su novia...
Ríe antes de que termine la oración - No, hablo de su pareja de apoyo. Todos aquí tenemos uno, incluso tu que apenas llegas. Debe de estar en su habitación "especial" - esto último lo enmarca en comillas con sus dedos, extiende su mano hacia mí - te enseñaría todo lo demás pero ya es hora de la cena - tomo su mano y me dejo llevar sin protestar.

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