Capitulo 2

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Ya han pasado dos semanas de lo que ocurrió. No recuerdo exactamente lo que pasó después de que salí del callejón, sólo pude reaccionar en el momento en que vi el rostro de Ayami el cual se encontraba muy acongojado. Me lancé a sus brazos y comencé a llorar como una niña pequeña, sólo quería que él me abrazara con todas sus fuerzas, no deseaba que me preguntaran nada.  

Salimos de la estación de policía. Me regañaron un montón, y Ayami no se quedó atrás, no me dejó tranquila hasta que llegamos a la casa donde me he estado quedando. Mimi-chan me quedó mirando un momento pero al otro se lanzó sobre mí, casi caímos, pero Ayami me sujetó por detrás. Mimi es la única amiga que he tenido en este país por el tiempo que llevo y la hija mayor de los dueños de la casa. Tengo que admitirlo cuando llegué me miró de pie a cabeza y con un desprecio que me marcó, y se metió en su cuarto. Los padres de Mimi me dijeron que la ignorara que era un poco rara y se fueron. Tengo que admitirlo fue la última vez que los vi. Pero al pasar los meses Mimi se volvió cada vez más amable y consciente de mi existencia en la casa, «bueno, era obvio que no podía ignorarme durante mucho tiempo». Ella se dio tiempo de conocerme y yo a ella, y al cabo de unos meses nos volvimos muy cercanas, «yo creo que como hermanas». Bueno, es normal, sólo éramos las dos en la enorme casa de su familia.  

—Romi, ¿dónde te has metido?, ¿sabes qué hora es? –se alejó, cruzó sus brazo y muy furiosa se encontraba de pies ante mí esperando una respuesta.  

—Lo siento, Mimi. No sé lo que me pasó, no me acuerdo muy bien, así que, por favor, déjame ir a dormir pliss.   Traté de ser cortante para que no comenzara con su interrogatorio, de verdad me encontraba demasiado cansada. Mimi no dijo nada, sólo me miró, estoy segura de que se dio cuenta de que no me encontraba muy bien y simplemente lo dejó pasar por esta noche.  

Caminé a mi cuarto y cerré la puerta tras de mí. No me di cuenta si Ayami me siguió o simplemente se quedó hablando con Mimi, pero siendo sincera no me importó. Me sentía una traidora, no deseaba verlo, sabía muy bien que yo no era responsable de nada, pero aún así, cuando las imágenes de él y sus labios contra los míos, esa sensación, esos ojos, todo en mí se rompía; no podía entender lo que me ocurría, todo mi cuerpo templaba, el odio, rencor y asco se combinaban con un sentimiento que no reconocía y eso me carcomía la cabeza sin tener una posible respuesta. Me dormí tratando de poder olvidar lo ocurrido pero no pude hacerlo.  

No salí de mi cuarto durante una semana completa. No tenía cara para poder ver al bueno de Ayami y menos a los intensos interrogatorios de Mimi.  

Ella me llevaba la comida al cuarto y en silencio se retiraba, eso me incomodaba un poco, pero me hacía sentir bien también, podía darme cuenta de que ella me entendía y sabia que necesitaba estar tranquila para poder aclarar mi cabeza y poder ser yo quien voluntariamente le contara todo.  

Ayami vino a verme algunos días, pero después se perdió por un tiempo. Él insistía que le contara qué me había ocurrido, pero yo sólo callaba y dejaba que hablara solo él. Eso le molestaba «me encontraba mal, pero no era ciega, podía darme cuenta inmediatamente de lo furioso que se ponía al quedarme callada».  

—Mimi… yo necesito contarte algo… –dije tímidamente sentándome a su lado.   Comencé a contarle lo ocurrido, un poco mas calmada. Mimi me escuchaba atentamente, su cara cambiaba rápidamente de una risa ahogada, fúrica y sin control y luego una de tristeza, eso me desconcertaba un poco.  

—Romi, ¿por qué no me contaste eso inmediatamente? –me miró fúrica —Sabes muy bien lo peligroso que es de noche y muchas veces te he dicho que no te metas a los callejones, por Dios. –dijo respirando hondamente.  

—Ya lo sé. No me regañes más, por favor, tengo más que suficiente con mi cabeza que me dice idiota todo el tiempo.  

—Pero aún no entiendo por qué no le dijiste a nadie. –me miró. —Por Dios, estabas en la comisaría, pudiste haberlo denunciado inmediatamente y ahorrarte el papel de loca desquiciada.  

Mi secuestrador..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora