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No eras las llamadas alas 2 de la mañana para asegurarte que estaba bien, no eras el olor que quedaba después de haber fumado y estado en la lluvia incluso no eras el dolor de estar con la persona equivocada y saberlo pero sobre todo aceptarlo. Eras la atención y las lágrimas que corrían cada que te rompía, eras ignorancia ante tanto sufrimiento propio. Eras salvación. Y jamás entendí porque después de tanto dolor seguías ahí, sabias que en el futuro yo no iba a estar, soy como el último aliento después de un orgasmo. No durare por siempre. Y la verdad es que no te culpo por creer que algún día iba a cambiar. Jamás olvidare tu rostro lleno de decepción la noche que decidí irme. No trato de buscar un culpable porque sabemos que esa soy yo y solo por eso quiero compensar el que ahora tú también seas adicto al dolor. Así que te devuelvo tus palabras porque son lo más preciado, tus besos llenos de necesidad y tu dolor me lo quedo porque tal vez en algún momento logres comprender que lo que nos unía no era amor era verdadera y amarga tristeza. Comencé a amarte cuando te diste cuenta que jamás había buscando algo bueno para mi, que no había una razón para estar mal, estaba mal porque era mi decisión. Te ame aún más cuando fuiste tú el que decidió que no era digna de seguirte, creo que al final te diste cuenta que jamás iba a ser suficiente. Seguiste adelante pero me llevaste contigo, y yo simplemente me quede. Jamás notaste que ya era parte de ti, pero tranquilo yo tampoco lo supe hasta que la viste a los ojos. Así es como me veías a mi. Tal vez perderte no fue lo peor, pero tampoco fue perderme a mí hace tiempo que no sé quién soy, sin embargo te agradezco por ayudarme a encontrar un poco más de tiempo para seguir mintiéndome a mí misma. Mi mayor acto de amor hacia ti fue dejarte.

-L. N.

Vivencias de una adolescencia jodidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora