Aquella noche nuestros sostenes combinaban con la ropa interior, labios rojos y una cajetilla escondida dentro del vestido. Un vestido tan corto con el que dejábamos ver incluso nuestra alma. Tres caballitos, dos manos sobre nuestra cintura. Una botella y el vestido quedo en el suelo de un motel justo a lado de la moral que nos acompañaba esa noche. Dejamos de culpar al alcohol cuando entendimos que amábamos el dolor, era lo que nos mantenía vivas. Nadie lo entendía y nosotras no sabíamos cómo explicarlo así que lo demostrábamos cada noche de la misma manera. Tan ebrias como hermosas, tan jodidas como sucias. Ellos trazaban un camino desde nuestra espalda hasta su paraíso, una línea de cocaina directo de nuestros pechos y tequila ardiendo en nuestras gargantas. No sabíamos lo que era el peligro hasta que nos encontramos solas a mitad de la noche con las rodillas raspadas y el corazón roto. Decidimos huir porque sabíamos que era lo mejor que podíamos hacer. Bailamos por la noche y jamás dormimos, pero acaso al final de la noche no es cuando demostramos quien en verdad esta roto?
-L.N.
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Vivencias de una adolescencia jodida
PoezieSoy el pecado en colores pastel y bragas de encaje, quince centímetros de tacón y diez shots para que mi cabeza baje de las nubes. ¿Crees que eres el primero que me pisotea el corazón? ,mi amor soy una puta, no tú puta. ¿Acaso ya no soy tu muñequita...