El guardian de piedra

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En el valle de Delmaria, escondido en los bosques verdes y las claras aguas de los arroyos, bajo un cielo claro y entre el sonido de las aves, los olores de la resina y madera la miel y las frutas de vivos colores, habia un castillo blanco que par...

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En el valle de Delmaria, escondido en los bosques verdes y las claras aguas de los arroyos, bajo un cielo claro y entre el sonido de las aves, los olores de la resina y madera la miel y las frutas de vivos colores, habia un castillo blanco que parecia estar echo de nacar. Resplandecia de dia, y brillaba de noche, elevandose tan alto y majestuoso como un angel blanco que osase alcanzar el cielo con sus delicadas manos de perla blanca y pulida.

En los bosques circundantes, los faunos cantaban y bebian, y los centauros correteaban haciendo gala de su porte majestuoso y su fuerza, retando a los unicornios a provar su velocidad. Las setas estaban repletas de gnomos que trabajaban afanosamente en todo tipo de artilugios diminutos, el aire estaba plagado de luciernagas que alumbraban como pequeñas farolas la noche.

Era un mundo en paz, lleno de alegria y de colores, era el mundo en paz que las Hadas habian forjado tras muchas guerras contra el emperador, sus sombras y diablos. Y se habia mantenido asi durante varios milenios.


Gaiadhara se desperto en su cama y se desperezo frotandose sus ojillos azules de hada con las manos, bostezo, y se incorporo quedandose sentada. Sus pies apenas alcanzaban la mitad de la cama.

Enseguida una sonrisa aparecio en su rostro.  !Hoy era su cumpleaños¡ Cumplia seis años y seguro que su padre el Baron habria encargado traer regalos de todas partes del imperio, y su madre la Emperatriz de las Hadas habria mandado preparar juegos y llamado a gentes extrañas de todas las regiones, elementales de todos los elementos y elfos, que aunque se parecian mucho a las Hadas, siempre portaban ropas extrañas y de vivos colores asi como perfumes dulces, que embriagaban con solo olerlos. Pero lo que realmente le llamaba la atencion a la niña era algo que su padre habia intentado esconder en una de las salas de palacio bajo una inmensa tela blanca.

La niña bajo de la cama con los pies descalzos y los ojos entrecerrados, mientras de su mano derecha colgaba un peluche de un conejo que portaba arrastrando los pies por el suelo.

De repente el peluche abrio los ojos y contemplo con desagrado como la niña lo arrastraba por el suelo, ensuciando asi su blanca piel de conejo de peluche. Cuando la niña se percato de que el peluche se movia le hablo con dulzura y lo cogio en su regazo.

"Buenos dias señor bigotes. No haga ruido usted tenemos una miesion muy peligrosa."

El conejo la miro con sus ojos de boton y movio la nariz negra rapidamente como olisqueando el lugar.

"Se dice MISION señorita Gaiadhara." -Dijo el conejo, haciendo especial enfasis en la correccion.- "Por cierto, buenos dias. ¿Seria usted tan amable de alcanzarme mi baston y mi sombrero? Y despues, si se siente generosa, me gustaria saber cual es esa mision tan peligrosa en la cual acabo de embarcarme sin saberlo de antemano."

La niña Hada hizo un gesto de olvido en el aire y se dio media vuelta rapidamente, ondeando su pelo rubio y sus orejitas puntiagudas para alcanzar el baston y el sombrero del señor Bigotes.

"Vamos a ver que es esa cosa grande que esta bajo una tela y atada con cuerdas"

El Señor Bigotes torcio el gesto mientras asia su bastoncillo, y su sombrerito de copa.

"Pero su padre dijo que lo revelaria al medio dia. ¿No puede usted aguantar unas pocas horas?"

La muchacha se lo quedo mirando contrariada. El pobre peluche intentaba dejar el sombrero recto en mitad de su cabeza, pero este siempre se torcia hacia un lado justo en el ultimo momento.

"!Por supuesto que no¡ Ni un segundo, porque es muy miterioso"

"Misterioso querida, misterioso"-La corrigio mientras salian a hurtadillas de los aposentos de la niña.-

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