Cuarto Disparo: Telaraña

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El eco del reloj se hacía notar mientras revisábamos los trece nombres escritos. Uno por uno importantes personas del gobierno y personas comunes iban apareciendo. Además de encontrar nombres tachados, los cuales extrañamente habían desaparecido o fueron encontrados muertos en causas extrañas y de las cuales ninguna contaba como homicidio ya que no existían pruebas para encontrar al culpable.

Pero lo que más llamaba la atención era el nombre del padre de Daniel tachado con pluma negra en la mitad de la lista.

-Era uno de sus objetivos – susurré.

-¿Qué clase de macabro juego es este? – preguntó Daniel como si hablara consigo mismo ignorándome por un minuto y posando sus orbes verdes por todo el papel.

La mirada de Daniel cambió completamente, como si aquellas orbes de color jade se volvieran oscuras...como si aquella persona que me dio la mano una vez en medio de la lluvia se volviera cenizas y bajo los restos quedara alguien lleno de odio y venganza...alguien...¿Cómo lo que era yo?

"Un arma estaba en mis manos que llevaban guantes negros, aquel lugar donde estaba era frío y de paredes de pintura levantada a causa de la humedad.

-Dispara directo – susurraba una voz masculina en mi oído, fría – más te vale no titubear

Frente a mí había alguien que llevaba su rostro cubierto en vendas húmedas por las lágrimas de miedo que corrían de sus ojos.

-¡Tengo dos hijos! – gritaba desesperada la mujer - ¡Piedad! ¡Por favor! No quiero morir...no quiero... - entre sollozos la mujer exclamaba como si no le importara lastimarse la garganta.

-Contaré hasta tres – habló quién sea que estuviera junto a mí

Apunté a la cabeza, la mujer con los ojos vendados emitió un grito entre su desesperación y miedo.

-Uno – comenzó a contar

-¡Mi esposo tiene la culpa! Soy inocente ¡Por favor! – clamaba la mujer

-Dos

-¡PIEDAD!

Tres."

La cabeza me dio vueltas por un segundo, me llevó al punto de tener que arrimarme a la mesa, Daniel se movió rápido y me tomó de la cintura antes de que el piso fuera el que recibiera mi golpe. Viendo que mi equilibrio era casi nulo Daniel me cargó hasta depositarme en el sillón.

-¿Estas bien? – me preguntó Daniel alterado – ¿Quieres algo dulce? ¿Agua?

-Estoy...bien – respondí intentando reacomodar mis pensamientos y el dolor de cabeza.

Daniel tomó mi temperatura y pulso como si fuera algún médico. Se disponía a llamar a Billy, cuando aquel celular viejo que encontramos en la casa comenzó a sonar. El castaño miró al teléfono unos segundos dudando si debería contestarlo o no, me dirigió una mirada rápida pidiendo aprobación para lo siguiente que se disponía hacer.

El solo sonido se detuvo casi al instante.

Asentí levente hacia Daniel que me miraba fijamente. Con el cuidado de quien va a tomar en sus manos a un jarrón de porcelana china de la más fina calidad, el castaño se acercó al aparato y tomándolo en sus manos encendió de nuevo la pantalla encontrando un mensaje.

-Eso quiere decir que la cacería comienza...pero también hay letras mayúsculas entrelazadas – hablaba Daniel casi susurrando mientras intentaba hallarle una lógica a todo.

-¿Puedo verlo? – le pregunté

Daniel solo soltó un golpe seco a la pared más cercana, presionó un par de teclas del aparato que aún estaba en su mano y lo dejó caer, como si fuera algo inservible, sobre la mesa en la que se encontraban los papeles de la otra vez.

The Joker's ListDonde viven las historias. Descúbrelo ahora