Capítulo 12

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No digo que tener una familia no sea increíble, pero vaya que era complicado. Estaba acostumbrada a ser buena niña y obedecer para que así un día un papá y una mamá me quisieran, pero nunca me prepararon para cuatro padres a la vez. Creo que nadie en el mundo pudo esperarse esto. Ellos eran todos diferentes, con sus propias cosas raras y costumbres, pero no diría que no me agradan.

Papá Ashton, siendo el más cariñoso de todos, ya iba una semana dejándome dormir en su cama. Él se iba hasta el otro rincón para no aplastarme y ponía a mi oso al medio también como protección. Cada mañana se levantaba con una sonrisa cansada y despeinándome mucho, aunque últimamente nunca estaba peinada, y me llevaba a comer a la cafetería de siempre junto a todos los demás. Había notado que, después de ponerme uno de sus beanies en el cabello, a él le gustaba ser quien me cargara hasta el auto a pesar de ya estar yo tan grande. Tampoco es como que eso me molestara; él olía muy bien, a perfume rudo, no el dulce que usaban las señoritas del orfanato, y me encantaba poder recostarme en su pecho y relajarme con su olor.

Papá Michael me había dejado llamarlo papá Mikey. Eso era algo que debía quedar para la historia. Y no es que yo no quisiera creer que él podía ser tan adorable como lo era conmigo, pero en el orfanato me habían hecho creer otras cosas: tatuajes, esos metales llamados "piercings", cabello rojo, ropa negra... Todo decía que era una persona mala, pero yo misma lo había visto el sábado arropado entre mantitas y acurrucado en el mueble de dos, y me había invitado a ver con él "Madagascar" mientras hacía bromas sobre Alex el león y yo. Él era tierno y me hacía sonreír. Papá Mikey me hacía pensar mucho en lo que era realmente una persona mala.

Papá Luke era un príncipe. O tal vez no. Desde papá Mikey ya no sabía si los rubios de ojos azules de los libros siempre serían héroes y príncipes o si los tatuajes te hacían ser malo. Lo importante de papá Luke era su forma de hablar sobre las princesas muy románticamente y la manera tan bonita en la que me ayudaba a escoger qué ponerme todas las mañanas desde ese día en el que pudimos hablar bien en casa de mamá Liz y conocernos. Él decía: "así te ves linda"; entonces sacaba su celular y me tomaba fotos mientras hacía muecas para que yo me riera. Él cree que algún día tendré muchos fans.

De papá Calum solo sabía que estaba muy loco. "Chino loco", según papá Luke. Y, bueno, hacía bien el papel de príncipe en los juegos de té que jugaba conmigo, aunque a veces saliera corriendo y prometiendo muertes repletas de sangre cada que alguno de mis otros papás interrumpía para sacarle una foto con su corona de príncipe. Otras veces cantaba muy fuerte en la ducha y me hacía reír cuando salía descalzo y en toalla, mojando todo el piso, y no paraba de cantar porque me veía y gritaba las letras de las canciones exagerando mientras me apuntaba con su dedo.

Eso mismo hacía ese día cuando mis otros tres papás lo interrumpieron en el pasillo con cinco palabras que lo hicieron poner su cara de chino preocupado.

-Tienes que cuidar de Alex.

Ese día fue raro. Nunca me dejaban sola en la casa con solo uno de ellos. Normalmente, si tenían que salir, dejaban a dos conmigo, de preferencia a papá Mikey o papá Ashton, porque ya sabían que los otros dos se asustarían de cuidarme solos.

Otra cosa que tampoco se veía muy normal era el gesto triste de papá Ashton. Llevaba días conociéndolo, tal vez pocos, pero había notado que a veces miraba a otra parte y se ponía muy triste solo. Entonces yo lo abrazaba y él me sonreía, pero me descuidaba un rato y su sonrisa ya se había ido por un caño.

-Hora de irnos -dijo papá Mikey mientras salía de su cuarto acomodándose su chaqueta. Vestía de negro, como siempre-. Hood, conoces las reglas: queremos a Alex en una sola pieza al volver. Nada de jugar en las ventanas ni correr con tijeras o acercarse mucho al enchufe.

PapásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora