Capítulo 2 - Encuentro Inesperado

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Bárbara:

Firmé, por fin me dieron la llave de mi cuarto, espera... ¿otro mensaje? ¿Y ahora quién? Saco mi celular con fastidio del bolsillo, es la secretaria diciendo que debo estar a la 3:00pm en punto a las oficinas para buscar los papeles que necesita Don David. Sólo tengo 3 horas, ni tengo tiempo para descansar, un empleado se me acerca, toma mi maleta y... creí ver que era.... ¡No, no! Claro que no era, no puede ser y no me deben encontrar, no.

Por fin llego al cuarto, le agradezco al empleado, que por cierto me conoce y le doy su propina - Muchas Gracias.- agradezco, él asiente y se va. Ay esto no puede ser tan cansador, creo que hace tiempo que no me cansaba tanto y me recuesto en la cama. No sé en qué momento, pero quedé profundamente dormida.

Santos:

Creí haber escuchado el nombre de Bárbara con su misma voz, en cambio no le di tanta importancia, creí escuchar tantas veces mencionar su nombre con su propia voz, que debe ser porque la extraño tanto, que me imagino escucharla en todos lados. En cambio no puede ser ella porque se fue para siempre, no iba a regresar, la conozco y sé que nunca regresaría por no hacerle daño a su hija.

Tomo mi maleta, me dirijo hacia el cuarto, un empleado quiso ayudarme, pero le dije que estaba bien, que yo podía, sé que es su trabajo, aunque preferí hacerlo yo mismo. Entro a mi cuarto, me recuesto en la cama y... a qué hora tengo era la junta de ganaderos? A si, a las tres, sólo tengo 3 horas, pero no sé en qué momento, pero me quedé profundamente dormido.

Mientras tanto en la hacienda Altamira, Marisela estaba con su bebé estaba calmándolo en la sala, no se parecía en Santos, más se parecía a ella y en otra persona.

«No puede ser igual a él no, tiene que parecerse en Santos.» pensó ella, su pensamiento fue interrumpido al notar la presencia de Cecilia, que estaba con Toño y Lucia.

-Hola mi niña, ¿cómo has estado? ¿Y el niño? - le preguntó la rubia con una sonrisa viendo al niño.

-Hola tía, bien en lo que cabe, no he dormido bien en toda la noche y Félix está bien. - dijo ella con una sonrisa forzada - Pero dime, ¿cómo has estado tú? ¿los niños? ¿Y Antonio? - preguntó para no pensar.

-Yo he estado muy bien, los niños están bien, cada vez más grandes y Antonio está en la gobernación. - dijo notando un poco distraída a Marisela - Mi niña, ¿te pasa algo? ¿Es por Santos? ¿Lo extrañas? - le preguntó algo preocupada.

-No tía, no tengo nada y por Santos no me preocupo, volverá mañana - dijo ella para tranquilizarla, encogiéndose de hombros.
-Tía, ¿por qué mejor vamos a la cocina a preparar té? - le dijo para distraerse.

-¿Y Casilda dónde está? - preguntó viendo por el lugar.

-Casilda está en pueblo comprando cosas para la hacienda con Pajarote, ve a la cocina, mientras yo dejo a Félix en su cunita.

-Está bien mi niña. - contestó la rubia llevando a los niños con ella, para poder vigilarlos.

En el hotel de San Fernando, Bárbara y Santos despertaron desde sus habitaciones al mismo tiempo, sólo tenían 15 minutos para arreglarse e ir a sus deberes, así entonces ambos se levantaron como rayo y fueron a tomarse un baño lo más pronto posible. Al terminar se arreglaron como pudieron, pero viéndose bien, ambos estando listos salieron de sus cuartos, como no hay ascensor, bajaron por las escaleras y justo tenían que bajar por una que estaba la cual llevaba el medio que ibas directo hacia la salida. Fue entonces que se vieron frente a frente.

-Santos... - dijo susurrando, reconociéndolo. Estaba sorprendida de encontrarlo enfrente de ella.

-Bárbara... - dijo él de tal manera .- ¿Qué- qué haces aquí Bárbara? - pregunta con sorpresa -¿Para qué... volviste? - esta última pregunta la hizo para saber si algo que tramaba. No podía dejar de pensar en la Bárbara que conoció y por eso se puso a la defensiva.

Vivir Así: Amores y DesengañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora