Capítulo 8 - San Fernando

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-¿Estás segura de lo que vas a hacer? - preguntó Samanta a su amiga.

La misma se encontraba en silencio meditando o quizás dudando de lo que haría, luego mira a su mejor amiga y responde.

-Muy segura. - asiente.

-¿Cómo harás para que reunirte con él? - indaga Sam con curiosidad.

Bárbara busca entre los cajones de los muebles unos papeles, un boligrafo y un sobre.

-Con una carta por supuesto sin remitente, solo quiero asegurarme de que lo leerá él y nadie más. - toma asiento en la silla de la mesa para redactar la carta dirigida a Santos.

-¿Estás segura que sólo él la leerá?

-No lo sé, no me pongas nerviosa, Sam. - respondió Bárbara sin mirarla.

-Diculpame. - dice Samantha desde atrás de ella.

Bárbara termina de escribir y dobla hoja perfectamente doblada, luego lo mete en el sobre. Se levanta de su silla, se vuelve para estar frente a su amiga.

-La llevaré al correo y les diré que la manden de manera urgente. - suspira Bárbara con el sobre en manos.

Levanta su vista mirando a Sam.

-¿Tienes pensado cómo decirle?

-No todavía y esa es la parte más difícil.

Samanta asiente con decisión se acerca a Bárbara para brindarle un abrazo, misma que es correspondido por ella, se separan y las dos salen del departamento.

En tanto en el llano precisamente en la hacienda de Altamira, el matrimonio Luzardo-Barquero se hallaban desayunando en armonía como hacia tiempo no lo hacía, Santos agradecía que su esposa haya cambiado, hasta podría sentir que podría ser inmensamente feliz con ella y su hijo.

-¿Qué harás hoy? - se animó a preguntarle Marisela a Santos.

-Hoy estaré en el despacho, tengo algunos papeles pendientes en los cuales debo revisar. - responde Santos con una sonrisa.

-Está bien, yo iré a visitar a la tía Cecilia y a Toñito. Aprovecharé que hoy no dictará clases.

-De acuerdo, me saludas a la tía Cecilia de mi parte.

Luego de terminar de desayunar ambos tomaron caminos separados una vez se levantaron de sus sillas, Santos al despacho y Marisela fue en busca de su hijo para arreglarlo así podrían pasear.

El mayor de los Luzardo estaba sentado en su escritorio mismo se encuentra repleto de papales, Santos suspiró sería un día largo, comenzó a leer los primeros papeles.
En unos minutos escucha la puerta golpear, esta se abre una vez le cedió el paso dejando pasar a Marisela con el niño en brazos.

-Santos, ya nos vamos. - anunció ella.

El abogado despegó su vista de los papeles enseguida escuchó esto y se levantó de su silla al verla con su hijo en brazos. Se acercó a ellos y sonrió al verlo dormido ajeno a su alrededor.

-Ey campeón, que tengas un lindo paseo. - sonrió feliz. -Es bellísimo.

-Tiene a quien salir. - presumió ella.

-Es igualito a ti, no hay dudas. - Santos no despegaba la vista del niño.

-Nos vemos después, Santos. - dijo ella y le da un beso en los labios.

Santos correspondió al beso, después le da un beso en la frente de su hijo quien se removió un poco en los brazos de su madre, causando una sonrisa a sus padres.

Vivir Así: Amores y DesengañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora