Su Historia

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Un joven recién graduado proveniente de la universidad de Blue Eye se estaba preparando para viajar a la gran capital Raising Moon, estaba en su habitación armando su maleta, llevaría consigo a su medio hermano pequeño, el cual no quería dejar el pequeño al sur de Backford. Se acercaba el otoño, el verdor completo del lugar estaba cambiando a un suave tono amarillo, el olor a azucenas invadía todo el pueblo. El niño que en ese entonces tenía doce años, se quejaba fuertemente con su padre, pero el caballo ya maduro sabía que no tenía más opción. La madre de los dos chicos fue a hablar con el mayor.

-me alegro de que hayas sacado tu certificado, pero te extrañaré, cuida muy bien de Theo, allá en la capital hay más oportunidades para ti y para el-la yegua de cuarenta y nueve años se limpiaba sus lágrimas de tristeza y felicidad.

-lo sé mamá, no te debes preocupar por nosotros, estaremos bien.

-¡yo no quiero ir!-reprochaba el pequeño de cabello purpura-¡no quiero dejar a mis amigos!

-hey, calma pequeño-le decía su hermano mayor-harás nuevo amigos allá, conocerás más del país y viviremos a la orilla de un rio hermoso.

-pero no quiero dejar este lugar...-su hermano no podía evitar sentir empatía por el pequeño que hacia pucheros con los ojos húmedos.

-lo sé... está ligado a nosotros desde que somos pequeños, yo he vivido más que tú y lo que estoy sintiendo es una tristeza enorme, pero iremos a la capital, conoceremos más y tendremos más oportunidades, haremos nuevos amigos.

-¿me lo prometes?-preguntó el pequeño.

-claro que sí.

Una vez ya listos partieron hacia la estación de trenes, era de mañana, el sol brillaba detrás de las montañas, los reflejos azules del lago eran muy bellos. La estación que era una terminal de madera con techo de vidrio estaba bastante concurrida, había dos trenes en los andenes, uno de ellos echaba mucho vapor por la chimenea. Después de que su madre le diera un gran abrazo y su padre un estrechón de mano se subieron al tren, los dos despidiéndose muy emocionados de los chicos que conocerían un mundo nuevo. Las ruedas de la locomotora dieron patinaron los primeros cinco metros, cruzaron el pueblo entero viendo todos los pequeños edificios pasar como un rayo de luz, el pequeño Theo se apoyó en la ventana mirando tristemente hacia afuera, su hermano mayor Terence le dio un gran abrazo al cual el pequeño rechazó, pero aun así no pudo zafarse. El estómago de Terence rugió fuertemente llamando la atención de varios pasajeros.

-maldición, se me olvido comprar algo en la estación, iré al coche cafetería ¿quieres algo?

-no...-dijo en voz baja.

-está bien.

Mirando a través de la ventana, Theo recordó esa vez que él y sus amigos hallaron una puerta secreta que llevaba a un bunker en el bosque, desde ese momento convirtieron ese bunker abandonado en su guarida, recordando todo empezó a llorar en silencio, deseaba gritar y patalear. Cuando volvió Terence disimuló, se limpió las lágrimas e intento calmarse.

-toma-le dio un pastelito con glaseado de manzanas y trozos de dicha fruta-sé que te gustan mucho...

-gracias...

-oye, no es el fin del mundo, los vendremos a visitar-se dio cuenta de lo que sentía su hermano menor-ven... si quieres llorar llora-le dio un abrazo al pequeño y este lloro tranquilamente hasta quedarse dormido. Se perdió la vista de Crystal Town, una ciudad que tiene agua por todas partes y está hecha solo con ladrillos blancos.

Al cabo de cuatro horas llegaron a la capital, Terence le dio pequeños golpecitos al niño para despertarlo, al salir del tren pudieron ver la gran estación central adornada con árboles y pasto dentro de la misma, el olor a humo era inevitable pero la belleza de esta cubría todo lo desagradable, al salir para tomar un taxi se percataron que los edificios de la ciudad eran inmensos, una nueva vida los esperaba, un taxi pasó justo en esos momentos.

Vida De un Padre SolteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora