Capitulo 1

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Se fue sin mirar hacia atrás, se fue y desde que el sonido del portazo me atravesó el pecho como una daga, supe que no volvería. Ahora lo único que me quedaba era el asfixiante vacío de la soledad y la desesperanza aplastándome el pecho y un dolor tan insoportable como jamás imagine.

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Caminé, solo caminé, no me permití mirar atrás, no cuando por fin era libre, cuando podía ser quien soy sin que nadie me juzgara o me frenara. Alejarme no es fácil pero si aún hay un lugar donde exista el sentido común no puedo quedarme escondido como un conejo asustado esperando a que me encuentren y me maten... Sin embargo algo me molesta, y no lo entiendo, se supone que me sentiría mejor por irme, bueno me siento mejor, en cierto modo pero no es lo que esperaba...

¿Por qué me siento así? ... como si algo me jalara hacia atrás con desesperación, haciéndome cada paso más difícil...

Sacudo ese pensamiento de mi mente. Ya no hay nada que pueda hacer estoy en un punto sin retorno, ahora soy un fugitivo. No puedo regresar, además el ya tomo su decisión. Y prefirió quedarse aun cuando tuviese que ocultarse para sobrevivir. Lo que no consigo entender es... que lo dijo tan tranquilo, como si no le importara tener que fingir ser alguien que no es... como si no le importara que jamás volvamos a vernos.

Mi puño se cierra con fuerza al sentir mis ojos humedecerse. Duele pero ya no hay opción, me están siguiendo y yo tengo que continuar.

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Hace frio, más bien hiela, nunca había sentido algo así, me acomodo el intento de abrigo que traigo puesto y subo al tren tropezando con la puerta. Camino por el vagón hasta encontrar un compartimento vacío al fondo. Me siento y observo por la ventanilla... aquella sería la última vez que viese España, una sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro. La bocina sonó y la ciudad en que me crie, viví y enamore comenzó a quedar atrás, aunque esa ya no era la misma ciudad que amaba, no, desde que callo en la guerra civil nada era lo mismo... me acurruque en el asiento y me dispuse adormir el resto del viaje.

Los rayos del sol se filtran por mi ventanilla obligándome a despertar, el paisaje de afuera es impresionante, la luz reflejada en la nieve la hace perecer un inmenso mar dorado con sus suaves colinas como olas golpeando a lo lejos con la oscura silueta de Kiev la capital rusa que se alza como una gran isla . Pego mi nariz a la ventanilla maravillado por su grandeza. Ahí tendré mi oportunidad de empezar de nuevo, pienso y sonrió emocionado, me dan ganas de saltar de mi asiento y correr a la locomotora para verla bien, pero me contengo. Ya casi llegamos a la estación. El tren frena con una sacudida y la gente empieza a bajar, yo me levanto para salir del compartimento entumecido por las horas de viaje y me dirijo hacia la salida intentando ver la estación por las ventanillas cuando tropiezo con alguien en la puerta y caemos al andén

A: Lo-lo siento mucho e-estas bien?

Me sacudo la nieve y tiendo mi mano a la otra persona

M: Si, fue mi culpa perdona...gracias

Toma mi mano y la ayudo a levantarse. Una bonita chica de unos... ¿17?, se acomoda el gorro y me sonríe

M: Soy maya

Me tiende la mano y yo me la quedo mirando sin saber bien que hacer

A: Á-Álvaro un gusto

Contesto tendiendo la mía también, agradecido de que de todas las personas con las que me pude haber chocado tuvo que ser justo la que hablaba español "gracias destino"

M: Bonito nombre Álvaro el gusto es mío, y ya tienes donde quedarte?

A: Amm.... Acabo de llegar así que no tuve mucho tiempo de buscar hospedaje que digamos...

M: Ah! Claro perdona, quieres que te ayude? Conozco un sitio bastante decente que queda cerca de mi casa y ya que trabajo allí podría darte una mano hasta que te las arregles por ti solo

Normalmente no aceptaría la ayuda de un extraño pero dado que estoy solo en un país desconocido donde no entiendo para nada el idioma y resulta que me encuentro a alguien que habla español dispuesta a ayudarme... que rayos no tengo mucho que perder ¿no?

A: Claro, tu guíame

M: Em...

A: Que pasa?

M: Para llegar tendríamos que haber subido al tren...

Volteo y veo como el último vagón desaparece en una curva... si, sabía que mi suerte era demasiado buena como para durar

A: joder, bueno parece que tendremos que esperar a que el próximo llegue

Nos sentamos en uno de los bancos del andén dispuestos a esperar.

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Amor de revolucionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora