IV

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Entre las mil y una ocurrencias que rondan mi cabeza, no dejo de pensar en dar un reacómodo a mi vida, sino no fuera por los momentos que comparto con mis amigas me sentiría perdida como “cometa sin cola” sin saber a dónde ir. En casa además de ver la tele, mi tiempo pasa entre páginas de amor, algo paradójico cuando la realidad es que no creo en el amor eterno en cambio la lectura me eleva a un mundo donde el amor es alcanzable, respetable, tierno, valeroso y fiel.

"¡Oh Daniel! ¡Mi Daniel!"

Mi viaje mental me lleva a un tiempo donde soy la protagonista de un bello romance, me veo en sus brazos, caminando de la mano, charlando y siendo cómplices de chistes que solo como enamorados entenderíamos, tal vez suena cursi y no lo niego, pero la realidad pone mis pies sobre la tierra y la historia de amor termina sin conocer el final del desenlace.

                           ***
Dai y Yose me esperan en el club de Alfonsina. Hoy estoy decidida a completar el plan de acción ya trazado con ayuda de mis colaboradoras. Ya estoy casi lista, me recojo el cabello en una cola ¡Dios! Tengo que pintar estas canas, decido ponerme unos jeans ajustados para resaltar mi figura, una blusa de seda color melón y unas zapatillas para mayor comodidad a la hora de bailar.
Dai tuvo que mentir para acompañarme al club sino Rubén se hubiese auto-invitado por supuesto solo para amargar la noche y eso no sería conveniente, además que no es buena compañía para nosotras.

—¡Hola chicas!

—¡Hola Yle! —dicen ya animadas con el ambiente del lugar.

Me dirijo a la mesa donde se encuentran, evidentemente han comenzado a beber cervezas sin mí. El club está como siempre muy concurrido, la música se escucha tan fuerte que apenas se perciben las voces. Me siento al lado de Yose mientras ella pide una cerveza para mí.

—¿Qué tal Yle? Tiempo sin verte por estos lares.   —Me aborda Katia mientras me sirve la cerveza. Es unas de las chicas que trabaja en el club y una cómplice ocasional de nuestras travesías etílicas.

—Hola Katia, entre el trabajo y la universidad, no había tenido tiempo de venir al club, pero ya ves, regresé. Así que no te pierdas que esta noche es para embriagarnos hasta que el cuerpo aguante.

—¿Cierto chicas? —les digo levantando mi botella.

Como era de esperarse todas asientan, aunque no estoy muy segura de que me hayan escuchado. Sólo me imitan alzando también las botellas brindando por el éxito de la “Operación Daniel” y también por nosotras.

—¿Dónde se supone que te encuentras? —pregunto a Dai.

—Rubén cree que estoy en casa de Yose.

Entre nosotras siempre nos cubrimos las espaldas. Esta vez Yose está “deprimida”, necesita apoyo y Dai no puede dejarla en esas condiciones. Por supuesto debemos tener plan B por si al dichoso marido se le ocurre indagar o venir al club.

El ambiente es agradable, mientras bebemos, ya vamos por la cuarta ronda; algunos de los hombres se acercan a la mesa para invitarnos a bailar, oportunidad que no es desaprovechada por Yose. Ella aunque no tiene esposo, lleva una relación oculta un dizque noviazgo con un hombre que no sabemos si es casado. Pero que la hace sentir bien y es lo que importa por ahora.

Ya llevamos como diez cervezas cada una, por consiguiente me siento muy bien, con valor para afrontar lo que se presente. Daniel acaba de entrar, ya no me siento tan valiente. Yose ha posado su vista en el objetivo varonil, se levanta de la mesa en dirección  hacia él, ya lo tiene en la mira, apunta con precisión certera y lo tropieza con elegancia. El objetivo ha caído, ahora resta esperar el resultado.

Risas, Lágrimas y Disparates.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora