VI

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Quince días han transcurridos entre el hospital, el trabajo y la universidad. Nos turnamos para cuidar a Dai, aun esta delicada a consecuencia del maltrato de quien dice que la ama.

"preferiría morir sola que morir en las manos de quien dice amarme." 

Ella está rota como una muñeca que cayó en los puños de un niño destructor, pero no físicamente sino del alma. Su cara risueña a pesar de su esfuerzo por reír ha desaparecido sin embargo, sigue sin querer denunciar al desgraciado de Rubén. –No logro comprenderte amiga— tal vez siente que es su culpa, cuestión que no es cierta. Todo lo que sé es que debemos apoyarla, nos necesita y somos sus guardianas hasta lograr que el miserable quede tras las rejas o siquiera conseguir que no lo perdone nunca por lo menos en esta vida.

***

Con tantos pendientes, he descuidado al hombre de mis sueños. Estoy lista para salir, la mañana es estupenda, la brisa matutina  ventila un nuevo comienzo. Vestida de optimismo me dirijo a casa de la mamá de Dai para ayudar con los preparativos de su llegada. Hoy le dan de alta, que alegría. Por lo tanto, para su seguridad acordamos que debe quedarse en casa de mamá Inés, por lo menos hasta que se recupere completamente y ella decida que hará de ahora en adelante sin la bestia del marido. Además los niños merecen un sitio donde puedan alejarse de tanta violencia.

"Creo que no olvido nada. Mis lentes, mis tarjetas, el dinero, las llaves. Seguro que ahora si estoy lista."

Llegando al parque no puedo dejar de tomar mi medicina. Daniel está llegando al parque pero en ese preciso momento me encuentro de frente con Rubén que me ha salido al paso inesperadamente.

—¿Qué haces aquí, Rubén? ¿Sabes que deberías estar en la cárcel? Lo que hiciste no va a quedar así.

Sin embargo el mantiene sus ojos fijos en mí, su mirada resulta aterradora. Trato de retroceder, pero no me deja.

—No me importa lo que pienses de mí, me tiene sin cuidado. —su voz amenazante insiste en intimidarme—. Solo quiero saber de mi mujer, bruja.

—No te diré nada, te aconsejo que la dejes en paz o te ira muy mal, me oyes infeliz.

Trato de evitarlo para seguir mi camino. Pero el muy miserable sigue sin permitirme el paso, sin embargo ya hay personas que observan la escena, escucho murmuraciones. Él se abalanza como una fiera, trato de defenderme, cuando de repente siento un terrible dolor en el rostro. Estoy en el pavimento.

—Infeliz, eres un desgra…

Sin poder terminar la frase, atónita veo como Daniel le da un puñetazo a Rubén, este es derribado como un saco de papa en el suelo. No lo podía creer.

—¿Te gusta golpear a las mujeres? Levántate para darte una paliza, imbécil. ¡Vamos levántate!

Pero él no se levanta, solo lanza improperios hacia Daniel que aún espera para darle una paliza.
Yo sigo en el suelo adolorida y con mucha vergüenza, no quiero mirar la cara de Daniel. Siento el rostro hinchado, puedo saborear mi sangre que brota de mi labio partido. Al verme Daniel el rostro se vuelve contra Rubén que ya se ha levantado, propinándole otro golpe que es respondido por él, pero sin efecto alguno. Rubén huye no sin antes amenazarme.

—¡Esta muerta maldita!, —grita enardecido ya distante de mí—. Juro que me las pagarás.

Los vecinos tratan de ayudarme sin embargo, es Daniel que me tiende la mano.

—Mira cómo te ha lastimado ese cobarde. Acaso ¿lo conoces?

Mis lágrimas asoman como un torrente entre el coraje mezclado con dolor. No quiero hablar. Que el hombre de mi sueño me vea en esas condiciones es una pesadilla de la que quiero despertar.

—Es el marido de mi amiga. Quería saber donde está, pues la agredió hace unos quince días y la mando al hospital en muy mal estado.

—Bueno, al menos no es tu pareja, ya me veía luchando para apartarlo de tu vida. En realidad no me gusta la violencia.

Trato de sonreír lo cual es imposible. Mi corazón late tan fuerte que quiero desfallecer. Él lo nota y me abraza con ternura.

—Déjame llevarte al hospital, necesitas que te revisen el rostro, el golpe fue fuerte. Andando.

Aun debo llamar a  mamá Inés, avisar porque no he llegado. Necesito que me disculpe con las chicas y le oculte que estoy en el hospital. No quiero angustiar a Dai. Tratare de comunicarme luego con Yose.

Pase como unas dos horas en el hospital, me revisaron, tomaron Rayos X para descartar cualquier lesión. Me aplicaron analgésicos y desinflamatorios en fin, revisión completa. Daniel sigue a mi lado.

—Vecina te ves mucho mejor, aunque tienes un matiz morado en el rostro que no combina con tus ojos marrones.

¡Que gracioso eres! —digo sonriendo suavemente, pues el dolor es nefasto—. No sabía que además de boxeador también eres cómico.

—No soy boxeador. De hecho no me gusta andar de golpes, pero era inevitable, no podía permitir semejante atropello y menos a mi vecina.

—Gracias por defenderme, —me sonrojo, al menos eso creo—. No sé cómo retribuir lo que hiciste. Mil gracias vecino.

Me revisa el suero mientras sonríe con picardía.

—Bueno tenía en mente invitarte al club, pero no estás en condiciones. De momento me conformo con ser tu enfermero.

Suena el móvil, es Yose angustiada que mamá Inés no pudo ocultarle donde estoy. La tranquilizo, le suplico no decir nada a Dai. Quiere estar conmigo en el hospital, le digo que no, que debe acompañar a nuestra amiga que lo necesita más que yo. Además le informo que no estoy sola. Que pronto me dejaran salir. Que en cuanto me sienta en condiciones iré a verlas. Por supuesto seré yo la que coloque la denuncia contra Rubén, esta vez no podrá escapar.

Al fin puedo irme, Daniel "Mi protector" me acompaña a la policía a formular la denuncia.

Me siento protegida, halagada, en las nubes aunque creo que es más por el efecto del analgésico. No quiero que el día acabe. –Que locura la mía– Estando en la jefatura, un oficial toma mi declaración teniendo a Daniel como testigo. Ya es un hecho, esta vez el infeliz de Rubén no se saldrá con la suya y estará tras las rejas que es donde siempre ha debido estar por maltratador de mujeres. 

Llego a casa, mi protector sigue conmigo, me recuesto en la cama.

—Me quedare si no hay inconvenientes. En estas condiciones no debes quedarte sola, aún no capturan a ese hombre y es mejor que me quede para cuidarte.

No sé qué decir, es increíble que después de tanto tiempo el hombre de mis sueños está dejando de serlo. ¿Qué pasará luego? ¿Será que le agrado o es puro acto de caballero? Me sacudo de la cabeza cualquier interrogantes. No quiero pensar en nada.

Esta noche soñare bonito mientras mi héroes se encuentra a pocos paso de mi habitación en el sofá durmiendo. Esta noche dormiré con la convicción de que Rubén ya no estará en la vida de mi amiga.

"Dulces sueños mí adorado vecino."

Risas, Lágrimas y Disparates.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora