Estaba asustada, pero no por mi. Estaba asustada por mi familia, por Thomas, hasta por Evan, temía por todas las personas que amo. Iba a prepararme, no podía solo recibir las clases del campamento. Buscaría a alguien que me enseñara de una manera completa y eficaz, y si, tenia que buscarlo a el, a mi padre.
Semyazza suele estar ocupado encargándose de los demonios guerreros, pero no tengo conocimientos sobre el lugar en donde ellos se encuentran, podrían estar en el inframundo o en algún otro plano, voy a necesitar ayuda.
—Yo lo buscare. —Dijo Evan apareciendo en una esquina de mi habitación.
—Deja de espiar mis pensamientos, idiota. —Bufe enojada.
—Estabas pensando tan fuerte que los pude escuchar en la sala, no me culpes. —Respondió encogiéndose de hombros.
—Rodee los ojos.— ¿Como piensas buscarlo?
—Se donde esta mi padre, estoy segura de que el tuyo ha de estar con el. No te preocupes, vamos a estar bien.
Evan me dio un cálido abrazo y desapareció, ahora estoy un poco mas tranquila sabiendo que el buscaría a mi padre, recibiría el entrenamiento que necesitaba y estaría preparada para la llegada de Perséfone.
Salí a hacer otro de mis recorridos nocturnos, pero esta vez quise ir a la playa, el olor a agua salada y la fresca brisa nocturna me harían sentir mejor. Y así fue, llegue a la Bahia Moon, y me senté al final de un largo puente de madera a mirar el mar, el cual estaba acompañado por un hermoso cielo nocturno y una luna llena radiante.
A la lejanía, en la playa, pude ver a un grupo de jóvenes que parecían ser de mi edad. Estaban sentados al rededor de una fogata, pude escuchar la música en su estéreo, pero hubo algo que me llamo mas la atención. Una voz en ese grupo de chicos que se me hacia muy familiar, me acerque mas y supe que el dueño de esa hermosa voz era el, Thomas.
Estaba sonriente, en sus ojos había alegría, el cantaba y bromeaba con sus amigos, estaba como me gustaría verlo siempre, feliz. Me quede a unos cuantos metros de distancia escondida tras una palmera, la penumbra de aquella noche no me iba a dejar ver, así que podía quedarme ahí por unos momentos mas.
Los minutos pasaban y Thomas bailaba, el viento jugaba con su hermoso cabello azabache el cual se movía al ritmo de sus alocados pasos de baile. Estaba segura de dos cosas, Thomas era un expendido violinista, pero un pésimo bailarín.
De pronto el dejo de bailar y miro hacia mi dirección, nuestras miradas se encontraron, o eso creí, pude sentir como mi cuerpo estaba siendo atacado por esas pequeñas descargas de electricidad que solo el provocaba, se quedo quieto por unos segundos pero luego siguió bailando como antes.
El cansancio se apodero de mi y sin darme cuenta me había quedado dormida. Sentí como unas calidas manos rosaban mi mejilla, abri mis ojos despacio y di un respingo al momento en que esos ojos azules dieron con los mios. Thomas me miraba de arriba abajo divertido y yo estaba perpleja, tenía mucha vergüenza, y estaba algo enojada por la forma en la que se burlaba de mí.
–¿De qué te ríes? –Pregunte frunciendo el ceño.
–¿Acaso no es obvio? ¿Quién se queda dormida en una playa solitaria a mitad de la noche? –Sonrió divertido.
–Idiota. –Respondí poniéndome de pie.
–¡Hey! ¡Espera! ¿Qué haces aquí?
– ¿Acaso tengo que decirte lo que hago en cada lugar en el que nos encontramos? –Bufe sarcástica.
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Mi Pequeño Gran Secreto
ParanormalThomas llegó a mi vida para cambiarla completamente, él se convirtió en mi mundo, y yo me he convertido en el de él. Sin embargo, como en toda historia de amor, no todo es color de rosa. Desde los 5 años he escondido un secreto que me ha arrebatado...