Capitulo 11: El entrenamiento

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— Abrahel. —Dije en un susurro al ver a la reina de los súcubos al lado de mi perchero.

— Hola. —Saludó con un destello en su mirar que pude deducir como... ¿emoción?

— ¿Qué haces aquí?

— Yo solo quería visitarte.

— No lo creo... algo te ha traído acá. ¿Qué quieres? ¿Porqué espiabas mis pensamientos?—Pregunté cruzándome de brazos.

—Yo sé lo que está pasando entre tú y ese chico, pasé por lo mismo con Eric. Solo quería decirte que si de verdad lo quieres, lucha por su amor, no importa el costo. No le temas a lo que estas sintiendo, es uno de los sentimientos más hermosos que hay, no huyas de él...

—Sabes bien que si Lucifer se entera de lo que está pasando entre Thomas y yo, no solo acabará con él, también podría hacerlo con mi familia... hasta con Evan.

—Lucifer... Lucifer es un egoísta, él puede ser feliz con Perséfone mientras que los otros demonios estamos privados de amar. ¡Eso no es justo!

—Por algo es el Diablo... ¿no? —Musité tratando de esquivar su mirada de disgusto.

—Marie... por favor, escúchame. Yo sé que estas asustada, yo también lo estuve... tú tienes a tu lado a seres quizás más poderosos que el mismo Lucifer, y si en algún momento Thomas, tú familia, Evan, o quien sea que ocupe un lugar importante en tu vida esté en peligro, no dudes en pedir su ayuda.

— ¿De cuáles seres me estás hablando? —Pregunté con el ceño fruncido.

— Hablo de los seres que te entregaron esa perla. —Contestó señalando la perla que se encontraba en una pequeña caja de cristal.

— ¿Cómo lo sabes?

— Yo he estado siguiendo tus pasos desde que dejé de ser la más poderosa del inframundo. Yo sabía que al yo perder gran parte de mis poderes, ella vendría por ti, y me aseguraría de que estuvieras preparada para enfrentarla.

— ¿Qué beneficios obtienes tú si yo venzo a Perséfone? —Pregunté con suspicacia.

— Al principio solo quería vengarme de ella a través de ti. Pero cuando supe que te encuentras en las mismas circunstancias en las que me encontraba yo, pensé en que yo no tuve apoyo cuando estaba en esa situación, así que ahora quiero dártelo... si lo que temes es ser débil por amar a Thomas y no poder defender a tus seres queridos, quiero decirte algo: una no es débil cuando ama, al contrario, el amor te hace más fuerte, y la necesidad de proteger a los que amas te dará el valor de luchar contra ella y contra quien sea. —Expresó Abrahel mirándome a los ojos con sinceridad y cariño.

— Abrahel, yo...

— Adiós Marie, que descanses.  Se despidió de mi con una pequeña sonrisa. 

Ella desapareció dejando un delicioso olor a rosas y mi mente dando vueltas. Ya estaba confundida por lo sucedido en la playa, y ahora lo estaba aún más con las palabras de Abrahel.

Tenía que tener mis sentimientos hacia Thomas claros, sea amor o no, tenía que estar segura de lo que siento por él.

Iba a dormir, mañana vería a mi padre y tenía que tener la energía suficiente para empezar mi entrenamiento con él. Me acurruque entre el edredón morado de mi cama, e inmediatamente me sumergí en un profundo sueño propinado por el cansancio que sentía.

(...)


Abría mis ojos poco a poco al sentir los pequeños y escurridizos rayos de sol que de alguna manera conseguían filtrarse por la ventana. Al hacerlo pude ver a un gran hombre parado justo al frente mío, como si estuviese esperando el caducar de mi sueño.

Mi Pequeño Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora