Capítulo 3.

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(Nota: Cambié de opinión again, seguiré escribiendo en 1era persona porque me resulta más fácil, lo siento si se confunden tanto).

Alaska Jones.

Abrí todos y cada uno de los regalos que mis compañeros de clase me dieron, eran cosas muy variadas a decir verdad. Molly me regaló unos aretes de perla, un libro de Becca Fitzpatrick, más un perfume de esos que ella compra en revistas. Lo demás eran cosas personales. No voy a negar que mi corazón dio un vuelco al ver el regalo de Liam Hurley. Dentro de una caja color vino, estaba un lindo collar con una perla del color de mis ojos, era algo realmente sencillo, pero sabía apreciarlo, también el resto del día lo dedicó a decirme, ¡feliz cumpleaños, Jones! Gritándolo a los cuatro vientos para que medio instituto se diese cuenta.

Los amigos de Liam hablan ahora de mí. Lo sé porque los he escuchado, también lo sé porque ellos ayudaron a Liam a escoger el collar que me regaló, él mismo me lo confesó. Ahora siento que me notan un poco más, una que otra chica que tiene a Liam como su amor platónico, me ha dicho que soy una suertuda, y realmente no entiendo el porqué. Sé que él es condenamente lindo, y que es el sueño de toda chica con las hormonas revolucionadas, pero este no es mi caso. Quizás mi forma de ver la vida es diferente a la de las demás personas que me rodean, yo sé pasar de largo. Yo ordeno los lápices de color según el ánimo, cuento los pasos de mi casa a cualquier lugar al que vaya, mi letra no puede ir variando. Soy diferente, y aun así no entiendo porqué se fijó él en mí. No soy tan atractiva que digamos, no tengo un cuerpo de ensueño ni el mejor rostro. Pero Liam Hurley se ha enganchado conmigo, me ha perseguido en todas partes, ha tratado de entablar una conversación amistosa conmigo, e inclusive me ha regalado un collar con el color de mis ojos para mi cumpleaños, entonces, ¿cómo debería de sentirme al respecto cuando él es todo lo que quiero y no quiero para mí?

—Molly llamando a Ally —canturreó mi amiga, sacándome de mi ensoñación sobre Liam.

—¿Qué pasó? —al instante reaccioné.

—¿Soñando de nuevo con Liam? Tranquila, amiga, comprendo que estés perdidamente enamorada de él.

—Deja de decir incoherencias, que va contigo, él no me gusta —actué en defensa propia.

Ella soltó una risa ligera, negó con la cabeza y me miró apoyándose en la palma de su mano.

—¡Mentiras! Que yo he visto la cara de tonta que traes, y no lo vayas a negar —me señaló con el dedo índice en forma de amenaza.

—Aquí la que sueña eres tú, Molly, sí he pensando en él, no lo niego. Pero eso no quiere decir que me guste.

—Ajá. Mejor vamos a ver al guapo de Leonardo DiCaprio actuando en Titanic.

Esa noche, Molly se quedó durmiendo en mi casa, ella se acostó alrededor de las doce media noche, y yo como a la diez.

Tener la mayoría de edad implicaba buscar un trabajo lo antes posible, así podría ir pagando el dinero que iba a necesitar cuando entrase a la universidad. También implicaba más responsabilidades, a las cuales me tendría que ir acostumbrando.

La vida según Alaska. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora