Día 16

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–Vamos, despierta... – Susurró una voz femenina.
–¿Qué? – Dije adormilado.
–¡Que te despiertes! – Gritó con gran fuerza en mi oido. Abrí los ojos, Lilith tenía el cabello amarrado en una coleta, llevaba una sudadera que escondía sus curvas, y un short que mostraba sus perfectas piernas. Era preciosa incluso cuando no llevaba maquillaje, era preciosa sin todo ese rollo del vestido y los tacones altos, ella era preciosa por como era, no tanto por su aspecto fisíco. Era tan preciosa.
–¿Como entraste a mi casa? – Dije callendo en razón. Ella se encogió de hombros.
–Ya sabes, tengo mis trucos. – Dijo tranquila.
–Esto es ayanamiento de morada. – Acusé.
–Lo es. – Confirmó. Me levanté de la cama y ella me miró.
–Oye extraño, ¿Por que no te pones algo de ropa? – Dijo burlandóse. Jamás había tenído un buen cuerpo, siempre fui un chico flaco.
–Oye, deja de violarme con la mirada, es perturbador. – Bromeé.
–Oh, lamento querer violarte – Dijo ella estallando en risas. Me encantaba su risa, era tan fuerte y contagiosa, de esas carcajadas que te dan más risa que el mismo chiste, pero me gustaba, que no tratara de evitarla, me volvía loco que fuera ella misma en todo momento.

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