Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas, mi cuerpo volvería a ser utilizado en contra de mi voluntad. Y aún peor, un amigo sufriría lo mismo, esto no podría empeorar.
— Vaya, no me esperaba esto — la voz de Kaede llenó mis oídos, haciéndome sentir seguro de alguna forma .
El estaba parado a unos metros de nosotros, con las manos dentro de los bolsillos de sus costosos pantalones italianos dandole un aspecto despreocupado, cosa que sus ojos no mostraban sino enojo y molestia dirigida a los hombres que nos tenían sujetados.
Los tipos nos soltaron a Haru y a mi en ese instante, con una expresión de horror en el rostro digna de una fotografía. Cualquiera lo estaría, el hombre más peligroso, quizás, del continente mirándote como si quisiera sacarte los huesos con un tenedor mientras estas despierto, es aterrador.
Haru y yo nos acercamos a paso rápido al lado de Kaede, odiaba admitirlo pero estaba muy agradecido con el, cosa que nunca diría frente a él por supuesto.
— Hiro, ¿podrías decirle a los de seguridad que se encarguen de estos hombres porfavor? — la voz y la sonrisa que puso al decir esto me daban la impresión de lo que eso significaba.
Hiro apareció al lado mío de repente, espantándome. ¿quien era tan silencioso? Dios.
— Enseguida — mandó un mensaje en su teléfono y tres segundos después estaban unos hombres muy altos y grandes llevándose a rastras a los que intentaron violarme a mi y a Haru.
El hombre que acompañaba a Haru llegó unos minutos después, anunciando que ya debían irse. Kaede le informó de lo que pasó hace un momento, el tipo no se veía para nada feliz. Incluso ordenó que le dieran al que toco a Haru para encargarse el mismo.
Antes de irse, Haru me abrazó y se despidió con un "hasta pronto" y salieron ambos por las puertas del edificio.
— ¡Katsu! — la madre de Kaede se acercó corriendo hacia mi, estrujándome entre sus, demasiado grandes, pechos quitándome el aire por un rato — estás bien, me alegro muchísimo de que mi idiota hijo llegara a tiempo —.
Observé a Kaede, quien sólo rodó los ojos ante el apodo de su madre. Estaba seguro de que se amaban mucho, pero seguía pensando en eso que Hiro me dijo de su madre. ¿Será verdad? ¿Lo sabrá Kaede? ¿Debería decirle?
— Estoy bien, no se preocupe — le regalé mi mejor sonrisa, gesto que ella devolvió hacia mi.
— Katsu, nos vamos. Hiro, quiero que te quedes para que me informe de como quedaron las cosas con el contrato con Asami — dijo Kaede para tomarme de la muñeca y salir del edificio ante la mirada confundida de su madre y de Hiro.
Nos subimos a su auto, el cual el chofer había traído por lo que veo, y nos dirigimos a su apartamento. El viaje me pareció muy corto y tenso, esto último por el silencio extraño que había.
Al llegar, Kaede me jaló al ascensor y no soltó mi muñeca en todo el ascenso, las puertas se abrieron y entramos al apartamento. Me llevo a rastras al baño de su habitación y me metió en la tina vacía. Giró una perilla y la tina empezó a llenarse de agua caliente.
— ¡Estas loco, tengo puesta mi ropa! — no había peor sentimiento que la ropa mojada en tu piel, odiaba esa textura.
— Pues quítatela si tanto te molesta — el tono con el que dijo eso me hizo darme cuenta del leve doble sentido que quizo darle a la oración, pero no iba a darle el gusto. Me quede con la ropa puesta.