Hiro
El trabajo va a matarme joven, no estoy listo para morir a los 25 años. Solo quedo yo en todo el edificio, sin contar a los guardias de seguridad claro está.
— Kaede tendrá que pagarme extra por quedarme revisando todo esto — murmuré para mi mismo.
Me faltaba muy poco para terminar, pero el cansancio y el sueño me estaban venciendo. Aún así, no me dormiría, no por ahora.
— ¡Al fin! — grité al vacío de la oficina cuando termine de organizar el papeleo, soy libre de irme.
Recogí mis cosas, me despedí de los guardias y empecé a caminar. Miré mi reloj para saber la hora.
2:34 am.
Era un peligro caminar a estas horas por las calles pero no tenía auto y los choferes de Kaede ya estaban en sus casas, no quería interrumpir sus momentos con sus familias.
Además, yo no era tan débil como aparentaba, no tenia fuerza super humana pero era un hombre.
[10 años atrás]
Se podía observar a un niño de 15 años, caminando sin rumbo alguno por las calles de Tokyo, el frío viento del otoño le acariciaba el rostro a medida que avanzaba. Estaba agotado, tanto emocional como físicamente, pero es lo normal luego de pasar lo que podría ser el peor día de su vida.
Su condición espantaría a cualquiera. Ojos rojos con residuos de llanto en ellos, ojeras oscuras como sus sentimientos en el momento, ropas muy poco abrigadas para la temperatura y los pequeños susurros vengativos que salían por sus labios lastimados.
Sus cansadas piernas lo llevaron a un lindo parque alumbrado con varios faroles amarillos, no habían muchas personas a esas horas, pero eso le daba un aire mas privado al pequeño lugar.
Se acostó en el primer banco que vió, los abusos proporcionados a su cuerpo y mente lo estaban torturando. Recordó lo que le habían hecho hace solo unas pocas horas y nuevas lágrimas empezaron a salir de sus ojos.
— ¿Por qué yo? ¿Para esto nací, para ser abusado? — los sollozos que salían de su boca no podían ser escuchados por nadie, estaba solo — No es justo.
Las horas pasaban al igual que sus lagrimas se secaban, mientras que sus deseos de venganza crecían cada vez más. Desafortunadamente, el no podría hacer nada, no él solo.
—Hiro, ¿te duele el estómago? — una voz aguda lo sacó de sus vengativos pensamientos, ocasionando que su atención se dirigiera a la pequeña niña de 9 años frente a el.
Esa pequeña era la única persona por la que el se levantaba en las mañanas, la única por la cual él tenía ese trabajo, la única familia que le quedaba por así decirlo.
— Yo estoy bien Aki, tranquila — nunca le diría a esa pequeña de su dolor, no quería empeorar su vida más de lo que ya estaba.
La pequeña Aki había sido abandonada en un basurero no hace mucho tiempo, al parecer su madre murió y su padre nunca la quiso, por lo cual solo se deshizo de ella como si fuera un pedazo de basura.
— No debes dormirte en un parque, te enfermarás — la pequeña tomó la mano de Hiro y empezó a halarlo hasta la pequeña casa individual en la que se estaban quedando. Hiro trabajaba en esa casa de día, cuidaba de la dueña por las mañanas y tardes hasta irse a su otro "trabajo" en las noches. La amable señora los dejaba quedarse a cambio.
Al llegar, subieron a ver a la señora Kai, una anciana en sus últimos días. Estaba durmiendo en su cama, se veía muy pacífica.
— El doctor vino a verla hace un rato, dijo que es muy posible que no pase de esta noche — sabía lo que significaba eso, y odiaba imaginarse eso.
— Hiro, acércate porfavor — la rasposa y cansada voz de la señora Kai lo sacó de su pequeño trance y se acercó a ella rápidamente — no me queda más tiempo, así que te lo diré rápido — la profunda tos que salía de su garganta no era buena señal.
La pequeña Aki también se acercó, quería estar con la señora Kai, quien fue tan amable con ellos, en sus últimos momentos de vida.
— Dejé la pequeña casa a tu nombre, podrás reclamarla cuando seas mayor de edad. Todo lo que hay dentro de ella te pertenece. Cuida bien de Aki, que no le falte nada, y tu también... cuídate. Gracias por hacerme compañía en mis últimos meses... de...— pero la señora no continuó, y nunca lo haría. Su último aliento se había ido.
El llanto de Aki inundó la habitación, acompañado de los sollozos de Hiro. Se abrazaron para consolarse de la triste perdida de una gran persona en sus vidas.
Los siguientes días fueron difíciles, enterraron a la señora Kai, pero no podían pagar una lápida, por lo que colocaron un dibujo de los tres que Aki había hecho encima de su lugar de descanso en el cementerio.
— Hiro — la voz de Aki llamó su atención — quiero que me lleves al médico.
— ¿Qué? — Hiro sabia lo que ella quería decir, y eso le rompía el alma.
— Quiero que me lleves para que el doctor me ponga esa inyección que me dejará dormir para siempre — la seguridad en la voz de esa pequeña era lo que mas lo asustaba.
—Aki... no... tu no — Hiro se acercó y se arrodilló al frente de ella en la sala de la pequeña casa en la que aún vivían, lo cual era por muy poco tiempo.
— No quiero estar viva sabiendo que voy a morir muy joven — la pequeña se levantó del sillón — el doctor de la señora Kai ya te lo dijo.
Hiro no quería que ella muriera, se quedaría solo denuevo. Sabia que era un egoísta por querer que ella se quedara, pero la pequeña sufriría si continuaba con su vida normal. Después de todo...
Tener cáncer era devastador
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Capitulo nuevo, es una parte del pasado de Hiro, antes de concer a Kaede. Espero que les guste, diganme en los comentarios :) amo leerlos. Se que esta algo corto :( pero lo compensare en el proximo.Nos vemos !! L@s amoooo!!