XIII

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Desperté al escuchar gritos provenientes de fuera de la carpa, las voces eran conocidas, sin duda eran Ignis y Gladiolus quienes gritaban, detrás de sus voces se escuchaban un par más, que entre risas elegían a el que supuestamente ganaría.
Me acosté de mirando el techo de la carpa, no tenía la intención de salir y comenzar a atarearme con los muchachos que ya habían dejado de gritar, extrañamente no se escuchaban las demás voces, sólo una que comenzaba la cuenta hacia diez, le reste importancia nuevamente.
Aburrido me senté y mire alrededor, sólo se veía de forma escasa la figura meneante del fuego de la fogata, era de noche, ¿tanto dormí?, salí de la carpa rendido, las voces de mis amigos ya no se escuchaban, ni la preciosa voz de Enderight se hacía oír, a lo lejos vi varias figuras correr hacia una pequeña laguna, dos iban a la cabeza y otras dos iban pisándole los talones.
-que bien, se divierten sin mi, que buenos amigos-sonrei sarcástico, pero enseguida me arrepentí, ellos me habían dejado descansando, sacudí mi cabeza un par de veces y me senté junto a la fogata.
Una explotación brillante hiso que todo se iluminará, no pude evitar ver de dónde provenía, quede atónito, helado, en shock, una gran nave del ejercito se encontraba surcando sobre las cabezas de mis amigos y seguramente el brillos los había alertado de que había actividad en la zona.
Apague la fogata y espere a que mis ojos se acostumbraran a leve brillo de la luna y las estrellas que alumbraban el prado, comencé a correr hacia donde había visto por última vez las figuras de mis amigos.
El camino parecía eterno, cada vez daba zancadas más grandes, creía que no llegaría nunca, otra vez una explotación brillante iluminó todo, pero esta vez duró más tiempo, pude reconocer la nave que flotaba sobre el lago, era de mis pesadillas más frecuentes, la nave de ataque que casi destrullo Lucis cuando apenas era un niño.
El camino comenzó a distorcionarce cada vez que me acercaba mas al pequeño lago, asta el punto que me pareció ya no ver el piso.
Me sentia aturdido, ¿acaso ya no había despertado? ¿Sigo dormido?
Cuatro figuras corrieron hacia mi, pero tres de ellas siguieron de largo, vi una larga cabellera blanca con mechas negras y un rostro muy delicado que se me hacía familiar, comencé a sonreír como un tonto.
-príncipe Noctis, me escuchas, debemos irnos-senti como Ender me agitaba por los hombros-demonios, el gas ya te hiso efecto-una mano entrelazó los dedos con los míos, no tube tiempo a reaccionar a la corriente que me había recorrido de pies a cabeza, ya que ambos corríamos fuera del Prado y nos dirigimos a ¿una cueva?
Allí se encontraban Ignis, Gladiolus y Prompto sentados en el piso, todos se cubrían el rostro.
-están todos bien-una voz masculina desconocida se escuchó a mis espaldas, pero noté que no era normal, se escuchaba como si a su vez estuviera gruñendo.
Me giré encontrandome nuevamente con el felino rojo que venía con nosotros, en la boca llevaba una mochila negra, era obvio que pertenecía a nosotros ya que el felino la dejo frente a Ignis.
-¿porque están aquí?-pregunté rompiendo el silencio que invadió el ambiente por varios segundos, todos me miraron y negaron con la cabeza, parecían estar sincronizados-¿vinieron a buscarme? ¿Que me están ocultando?-comenzaba a perder la paciencia, algo parecía estar mal-¿pueden responder? ¿Prompto? ¿Gladiolus? ¿Ignis? Diganme que está sucediendo.
-viejo te lo diré, ya no puedo ocultarte más esto-Prompto se puso de pie y camino hacia mi, recargo su mano en mi hombro manteniendo la mirada en mis ojos, gesto que me decía que algo grave estaba por salir de sus labios- tu padre nos permitió hacer este viaje con el propósito de alejarte de Lucis y cuando llegue el momento, llevarte a Tenebrae para que te cases con Luna-
-entonces.... Esto...-
-Noctis lo hicimos para protegerte, eres nuestro amigo, aceptamos porque queremos que estés a salvo-Prompto apretó un poco mi hombro, no sabía porque, pero no podía enojarme, en sierto punto apreciaba y comprendía lo que hicieron por mi.
-supongo que gracias-pongo mi mano sobre el hombro de mi amigo y el me sonríe.

Poder Sin LimitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora