Capítulo 7

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¿Y qué es lo que hacen las idiotas como yo después de enterarse de algo así? Pues claro, llorar. Llorar sin parar sentada en su cama porque tiene miedo de morir aunque desde el principio supo que se estaba matando.

Soy una idiota, por no darme cuenta de que debía esforzarme más, luchar contra mi enfermedad y no dejar que me consumiera como si nada pasara, como si no me estuviera desintegrando poco a poco.

-Chiquita, ya no llores -oí decir a Anahí, pero mi cerebro no comprende el significado de esas palabras, no logra procesar la información de afuera, se esta consumiendo a sí mismo en pensamientos oscuros y negativos.

Estúpida. Te vas a morir. Idiota. Cerda.

-Mai ya, estarás bien, te vas a curar. -alentó Dul, mientras acariciaba mi cabello y sonreía con la misma delicadeza que lo hace desde que la conozco.
-Quiero estar sola. -comenté.
-Pero...
-Pero nada, Dul -apresuré a decir, antes que siga hablando, no quería oír a nadie. -Por favor, estoy bien, solo necesito pensar en paz. -ambas entendieron mi petición y se fueron de la habitación.

Mentira. No estoy bien.

Apenas se fueron me eche a llorar más fuerte, más libre, más dolorosamente.

Tenía miedo, mucho miedo, tal vez antes quería morir, tal vez antes de entrar aquí me daría igual morir o no, pero ahora que conocí a dos personas maravillosas lo que más deseo es que las tres salgamos de esta cárcel y vallamos juntas por la vida, felices y sanas. Y tal vez estaba exagerando, pero no soporto la idea de no recuperarme, es tan difícil, quiero recuperarme pero no quiero engordar, no más.

Me levanté de la cama con un mareo impresionante y abrí un cajón con mi ropa interior, dentro de el hay una caja que tiene objetos con filo.

Sé perfectamente que no debo hacer esto, pero tomo unas tijeras y las clavo en mi muslo derecho. Siempre los hago ahí para que nadie los pueda ver, no quisiera que Anahí o Dulce se enteraran de esto.

21:30 bajamos a cenar, esta vez sirvieron un plato de fideos con queso.
Esto será fácil.

Comencé por el borde, no pregunten porque, no lo sé, la cosa es que fui cargando de a uno, un proceso lento pero constante, mastique mucho, cuando sentí que ya no podía con la culpa, seguí, debía terminarlo de alguna forma.

-No piensen, sólo háganlo. -Oí la alentadora voz de mi rubia preferida. La amé profundamente en ese momento, tanto Dul como yo teníamos problemas con nuestro plato y ella nos alentaba, nos alentaba como si fuera una doctora y no una paciente, con la diferencia que ella si nos entiende.

Entonces decidí seguir, una vez más lleve el cubierto a mi boca, mastiqué y mastiqué mientras las voces de mi cabeza me volvían más loca de lo que ya estaba.

No comas. No engordes. No debes comer eso. ¿Sabes cuantas calorías tiene eso?

Tu puedes. Termínalo. Otro bocado más. No pienses, sólo come.

Gorda. Estúpida.

Ya no lo soporto más
Y otra vez, no terminé. Pero casi.

 Pero casi

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