Capítulo 12

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Es un día soleado, hermoso, pero no me siento con las energías de disfrutarlo. Mis comidas se achican, mis piernas se tornan pesadas y mi corazón se pregunta: ¿cuándo se terminará esta pesadilla? El dolor de cabeza permanece todo el tiempo como la palidez de mi piel, mi estómago duele, como si alguien lo estuviese presionando. ¿Aún quiero estar aquí? Definitivamente no, sólo quiero salir fuera de este encierro y vivir, vivir de verdad. Pero si salgo de aquí no sobreviviría sola contra mi mente contra el cruel mundo superficial que me rodea, que nos rodea. Tengo 19 años y la vida me pesa, me hiere, me mata poco a poco como un cáncer que cuando menos te lo esperas ya ha consumido la mitad de tu cuerpo y tu solo te observas desvanecer y esperas a que todo pase. Esta maldita enfermedad me consume y yo no puedo evitarlo, solo pasan los días mientras aunque tenga hambre mi mente destrozada y dominada no permite que coma, no encuentro la voluntad para llevar el tenedor a mi boca sin querer vomitarlo todo una vez acabado, no encuentro la voluntad de ver la comida sobre la mesa y no llorar de impotencia porque sé que lo necesito, pero no puedo, de verdad no puedo.


Salgo por la puerta de mi habitación y me dirijo al patio, no tengo humor para estar aquí pero el encierro me pondrá peor. Necesito paz en mi vida, necesito salir, escapar de mi mente al menos un día y sentirme viva de nuevo, como cuando era niña. Como cuando iba al parque a jugar con... Ella, y pasábamos tardes enteras divirtiéndonos juntas. La extraño.

-¿Perroni?- dice una voz conocida, y caigo en cuenta que es Lennon. La adoro, es muy comprensiva y cariñosa con las pacientes a cargo de ella, nunca me busca a mi así que me da bastante curiosidad sobre lo que sea que me venga a decir. -¿Podemos hablar unos momentos?
-Claro que si doctora. -le dije, ¿cómo negarme? Claro que si me negara ella me dejaría en paz, todos lo saben, pero además de la curiosidad, me gana el necesitar hablar con alguien.
-He notado que estás volviendo a comer poco, he notado tu carita triste y sobre todo he notado que te esfuerzas en lograr la rehabilitación, vengo a proponerte que además de las terapias grupales y todo lo que incluye la clínica en general te pongamos una psicóloga personal. Este tipo de cosas sólo las hacemos con la autorización de la paciente en casos como el tuyo, en casos más complicados, por ejemplo de una paciente que está aún con la idea de que la anorexia o bulimia son buenos caminos. En fin, si quieres para la próxima semana tendrás una psicóloga.
-Creo que sería lo mejor, ¿no?
-Supongo, ahora quiero que me cuentes qué te está pasando, ¿por qué tan triste?¿qué pasa en esa cabecita?
-Mire doctora, ni yo lo sé la verdad, no me entiendo, no tengo ganas de nada. No tengo ganas de comer, ni de salir, ni siquiera de hablar con Ani, sólo quiero dormir y no saber nada de nadie.
-Debe ser un estado depresivo, quizá extrañas mucho a Dulce.
-¿Por qué nadie quiere decirnos a mi y a Anahí nada de ella? -pregunté un tanto molesta y giré mi rostro, mirando hacia el césped. Sé perfectamente que ella no tiene la culpa y no es su responsabilidad pero estoy muy ansiosa por saber de mi pelirroja.
-Es un diagnostico reservado, ella les podrá contar cuando vuelva a la clínica si quiere, sino no sabrán, los doctores y el personal no están autorizados a comentarlo con pacientes de aquí.
-¿Y cuándo volverá?- Pregunto sin pensar en lo que digo, es obvio que el único que sabe eso es Dios.
-No lo sé, nadie sabe por ahora.
Todo estuvo en silencio por unos momentos. No, no un silencio incomodo, un silencio pacífico, como si ya todo estuviera hablado, claro que no tengo mucho que hablar con la doctora Lennon, pero supongo que siento paz al saber que Dulce esta bien, y al saber que por voluntad propia recibiré aún más ayuda para pelear contra esto que me apaga la vida. Tengo fe en que algún día volveré a encenderme y brillar, brillaré como nunca y seré alguien fuerte y feliz, algún día, si, todo mejorará algún día.

Pero por el momento debo ganarme poco a poco el ser la vencedora de esta lucha contra mi misma, debo permanecer lo más fuerte posible, será difícil, pero debo creer en mi.


1 semana después. 11:00 AM.

Lo intenté, toda la semana de verdad que lo intenté pero no he podido terminar una sola comida y a veces siquiera empezarla, retrocedí demasiado, ¿qué rayos me pasa? Yo era capaz, lo era.
Hace un momento Lennon me avisó que en media hora era mi primera cita con la psicóloga. Sinceramente no sé cómo será la cita ni de qué hablaremos, pero realmente necesito hablar con alguien que me ayude a salir de esto, quiero salir sea como sea.

Salgo de ducharme y me visto con unos skinny jeans azul marino, una blusa larga simple, un sweater y un abrigo negro un poco mas largo que me cubre las caderas, y luego unas botas negras. Observo mi reflejo en el espejo y no existe nada de mi agrado, no me gusta lo que veo, para nada.
-¡Eres horrible! ¿Quién podría querer a alguien como tú? Que además de loca, eres horrenda. Nadie te quiere.- Le dije al espejo de la nada, sin motivo alguno, convencida de que lo que acababa de decir era cierto cuando sabía que si habían dos personas que me querían.
-Yo puedo querer a alguien como tú. -Dijo Anahí, quien para mi buena o mala suerte justamente estaba entrando a la habitación, y me miró con una cara de madre regañadora, luego se acercó y me abrazó- Deja de ser tan dura contigo misma, tu puedes, eres preciosa, ¿ok? Ve con la doctora, corazón, mucha suerte.- Dijo sonriendo y me besó la frente, yo simplemente sonreí de vuelta en agradecimiento y salí de la habitación.

[Im]perfectas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora