Me encuentro en una sala de la clínica a la que nunca había entrado, no me transmite nervios o desesperación como muchos de los lugares en donde me han tenido para rehabilitarme. Este consultorio me transmite cierta paz que encuentro en muy pocos sitios, como en una tarde de invierno, en un abrazo, en una taza de café endulzado con edulcorantes. Espero por varios minutos a la psicóloga que se supone me ayudará a ser un poquito más estable. O eso espero.
-Buen día señorita Perroni, disculpe la demora, estaba completando los papeles y toda la cosa. Soy la doctora Rodriguez, puede llamarme por mi nombre, Amalia. -dijo la nueva psicóloga apenas entró. Parece agradable, es joven, tiene una linda sonrisa, es una chica rubia de ojos marrón claro con un brillo muy bello. Lleva una blusa blanca y jeans negros.
-Buenos días, Amalia.Las primeras consultas fueron simplemente conocernos, ambas. Me preguntó porqué estaba aquí, cómo es mi relación con mis compañeras, qué pasaba por mi mente y unas pocas cosas más. Ella me contó que tiene 27 años, que tiene hermanas, que ama trabajar con personas como yo porque se siente bien ayudando a personas que necesitan disfrutar la vida.
-Come, por favor. -dice mi rubia preferida de todo el mundo.
-Esperate Any.
-No Maite, come. -como toda una madre me regaña cuando ve que no estoy comiendo. Esta mujer es como mi hermana, mi madre, mi mejor amiga y mi doctora a la vez.
-Ya, mandona. -dije en modo de queja pero sonriendo, lo que provocó que la contagiosa risa de Anahí saliera al exterior, lo cual me hizo reír a mí también, ¿no te pasa que tienes al menos una amiga que con sólo reír provoca que tú también rías? Bueno, esa es Any para mí.
-¿Te va bien con la doctora Rodriguez? -pregunta mientras mastica un bocado de pescado. Odio el pescado.
-Si, supongo. Amalia es muy buena persona. -le contesto.
-¿Y por qué supones?
-Tu come maldita rubia metiche. -Le digo entre risas.
-Ya, mandona. -Dice imitando mi voz con la cual le dije esa misma frase. Estallamos en risa juntas y todas nos miran raro. Siempre somos las bobitas que se ríen a lo alto. Y me parece perfecto.Humor en esta vida que a pesar de todo hay que sonreír.
Hoy me toca una nueva consulta. Me visto lo más rápido posible ya que se me pasó volando el tiempo tonteando con Anahí en el almuerzo. ¿Terminé? No, con suerte comí un poco más de la mitad.
¿Lo peor? Esta noche tocan pizzas.Golpeo la puerta del consultorio de la psicóloga y cuando ella me autoriza entro. Hoy está un tanto más seria que de costumbre.
-Buenas tardes, Maite, ¿empezaste bien el día?¿pudiste almorzar?- Preguntó sonriendo apenas entré.
-Hoy estoy muy bien. Y no he terminado el almuerzo pero no me siento tan mal.
-No tendrías por qué sentirte mal, la comida no hace daño.- me dice de forma cariñosa. La comida si hace daño, la comida hace que todo mi cerebro se descontrole y crea que soy una persona horrible. La comida me hace daño.
-La comida engorda- contesto de la manera más seca que puedo en este momento.
-La comida sólo engorda cuando no sabes comer.Esta charla me la sé de memoria, a lo largo de mis años de tratamiento la he tenido 6 o 7 veces de distintas personas a las cuales no les importo una mierda. ¿Qué ganan con decirme que tengo que "aprender a comer"? ¿Y qué ganan con encerrarme en un maldito hospital donde no hacen nada más que mantenerme vigilada?
Amalia notó que no contestaba y comenzó a preguntarme.-¿Por qué no comes? -preguntó. Porque estoy enferma idiota, porque mi cerebro y mi cuerpo no trabajan en conjunto y no me permiten avanzar, porque no quiero engordar, ¿por qué será? Tal vez por el mismo motivo por el cual estoy en esta maldita cárcel disfrazada de clínica, ¿no crees?
Calma los humos, Maite.
-Porque no quiero engordar, porque mi cerebro no me lo permite y por más que lo intento esto es un agujero del cual no puedo salir. -dije con la mayor sinceridad y tranquilidad posible. Me siento con ganas inexplicables de gritar.
-Cariño, ese miedo tienes que perderlo poco a poco, pero no puedes si no arreglas tu corazón primero.
-¿Mi corazón?
-Tu no haces esto por nada- Comenzó a explicar -tu estás aquí, con estas inseguridades y estos problemas por algo más, algo que te supera, algo más fuerte que tú y eso es lo que vengo a cambiar. Yo te ayudaré a encontrar y superar lo que sea que te atormenta y, cuando eso esté olvidado, podrás volver a ser una niña feliz, como tú sueñas volver a ser, ¿verdad?Esas palabras llegaron muy profundo en mi corazón, es increíble, la había tachado de necia e inútil cuando me preguntó por qué no comía y debo admitir con toda sinceridad que me equivoqué por completo. A mi cabeza llega la imagen de una niña muy, muy conocida. ¿Adivinas, verdad? Mariana. Estoy así desde su partida y es algo que sé perfectamente, no lo entiendo, ¿qué tanto puede importarte una persona, al punto de hacerte daño sólo por extrañarla?¿De verdad Mariana era tan importante para mi? Lo era, era mi única verdadera amiga, o tal vez no lo era, pero yo la consideraba así, el resto era puro espejismo, era la única en la que confiaba plenamente. ¿Qué será de ella ahora? ¿Estará bien? ¿Tendrá muchas amigas? ¿Con quién me habrá reemplazado? ¿Tendrá novio?
¡Maite, ya! Te haces mil preguntas sobre alguien a quien no le importas en lo absoluto y probablemente jamás le importaste. ¿Por qué te sigues haciendo daño? ¿Por qué?Mis ojos se llenaron de lágrimas pero no iba a llorar, no volveré a derramar una lágrima por ella.
-Maite, ¿tú te has enterado que habrá un nuevo ingreso esta semana, verdad? -dijo Amalia de la nada, como si esa pregunta viniera al caso con el gran discurso que acababa de darme. Simplemente asentí, no quiero discutir y menos con mi psicóloga. -Creo que te hace falta saber quien es. -dijo y se acercó a la puerta para abrirla, percibí un "que pase" que probablemente fue dirigido hacia una enfermera, tal vez hacia la directora. Entró una figura que poco a poco fui reconociendo y cuando caí en cuenta quién era no sabía si sonreír por verla nuevamente o entristecerme porque ella estaría en esta cárcel. ¿Que hace ella aquí? ¿Acaso ella también está enferma? Dios, no. Ella no por favor.
-¿Ange?
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[Im]perfectas.
Teen FictionChicas bellas, pero atormentadas, se encuentran por primera vez luego de haber caído al abismo, creyendo que ya no habría vuelta atrás, y después de tanto tiempo de estar resignadas a vivir en un infierno, están dispuestas a volar juntas, incluso co...