El domingo, a las diez de la mañana, fui por Ludwig a su casa, le había prometido no llevar mi automóvil pues él dijo que quería caminar; primero desayunamos, luego fuimos al parque. En uno de los museos que conformaban el gran complejo artificial y natural, había una exposición y matiné de películas independientes, algo que a él, por lo que descubrí ese día, le gustaba mucho disfrutar. A las tres de la tarde, comimos en un restaurante de sushi, otra de las pasiones de mi compañero y después, acudimos a un centro de entretenimiento, dónde jugamos videojuegos.
-¡Ha sido un gran día! – aseguró caminando a un lado mío con sus manos entrelazadas tras su espalda, íbamos hacia el teatro, ya eran pasadas las seis de la tarde y no queríamos llegar tarde.
-Sí, es cierto – admití.
-Gracias por acompañarme...
-¿Qué dices? – lo miré de reojo – tu eres el que me acompaña, después de todo, fuiste tú quien aceptó salir conmigo hoy...
Soltó una ligera risa y después suspiró – siempre me sigues el juego – su voz empezó a cambiar hasta tener un tinte melancólico – pero la verdad, desde que te conocí quería tener una cita contigo – confesó y logró sorprenderme – aunque, supongo que no soy la persona adecuada.
-¿Por qué dices eso?
-Eres un chico popular – miró al cielo – hace tiempo, en primer semestre, todo el mundo supo que habías terminado con tu novio y, que no tenías intensión de nada con otro chico, porque lo querías mucho...
-Eso ya quedó atrás – dije con seriedad.
-¿Aún lo quieres? – preguntó sin rodeos.
-No – negué – hace tiempo que lo olvidé.
-Y, ¿por qué cambiaste de expresión cuando te lo mencioné?
-No lo sé – sonreí – es que, tenía mucho tiempo que no tocaba ese tema.
-Ya veo... Anda, debemos llegar al teatro...
Su semblante había cambiado, lo noté, pero trató de disimularlo. Quizá, si hubiese sido cuando lo conocí, el primer día en la biblioteca, le hubiera creído; pero ya teníamos meses de amistad y, aunque Ludwig no quisiera, era casi transparente para mí.
Llegamos al teatro, elegimos lugares y apreciamos la obra, un clásico, "Otelo"; más mi interés no estaba en la escena montada por los alumnos, sino en mi compañero. Ludwig estaba perdido en la obra, en el ambiente y se metía tanto en las emociones que, por momentos, su mano se aferraba a mi pierna, ejerciendo presión, sin siquiera darse cuenta. Cuando el espectáculo terminó, todos los presentes se pusieron de pie, aplaudiendo con emoción; Ludwig también, pero yo no, yo seguía viéndolo a él, no había nadie más para mí en ese momento.
Al salir, iba llamar a casa, para que el chofer fuera a recogernos, pero mi acompañante me lo impidió.
-Podríamos ir a cenar, ¿no lo crees?
-De acuerdo – asentí – ¿Qué te gustaría...?
-Hola David... – la voz de alguien que yo había dejado atrás hacia mucho tiempo, me interrumpió.
Cuando giré mi rostro lo observé, estaba acompañado por un chico, probablemente uno o dos años mayor que nosotros, quien me miraba con molestia.
-Hola, Israel – saludé con seriedad.-¿Cómo has estado? – una amplia sonrisa se mostraba en su rostro.
-Bien y, ¿tu? – pregunté más por cortesía que por verdadero interés.
-Muy bien – aseguró – ¿nos presentas? – su mirada se posó en Ludwig con frialdad.
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Bésame
General FictionEsta es la vida de David, un joven normal, común, corriente, su familia es acomodada, tiene una hermana y, un día, se da cuenta que es gay, gracias a un lindo chico que conoce... - - - - - Esta historia, así como muchas, nació siendo un one shot...